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Arquitectura morisca

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Sala hipóstila de la mezquita-catedral de Córdoba, España (siglo VIII)
La monumental puerta de la qasbah de los Udayas en Rabat, Marruecos (finales del siglo XII)
Patio de los Leones de la Alhambra de Granada, España (siglo XIV)

La arquitectura morisca es un estilo dentro de la arquitectura islámica que se desarrolló en el mundo occidental islámico, que incluía al-Ándalus (distintas zonas de España y Portugal, gobernadas por los musulmanes entre 711 y 1492), Marruecos, Argelia y Túnez.[1][2][3][4][5]​ El término "morisco" proviene de la designación de los habitantes musulmanes de estas regiones como moros,[6][7][8]​ que a su vez proviene del latín "mauri", originalmente una designación de los habitantes del antiguo reino de Mauritania (actual Marruecos).[9]​ Algunos eruditos también usan el término arquitectura islámica occidental o arquitectura del occidente islámico.[1][10]

Este estilo arquitectónico mezcló influencias de la cultura bereber de África del Norte, de la cultura preislámica presente en la península ibérica (de raíces romanas, bizantinas y visigóticas) y las corrientes artísticas contemporáneas propias del Oriente Medio islámico para elaborar un estilo único durante varios siglos, con características reconocibles como el arcos moriscos o de herradura los riads (jardines de patio con una división simétrica en cuatro partes), y sus elaborados motivos geométricos y arabescos en madera, estuco y alicatados (en particular, los azulejos o zelliges).[1][2][4][7][11]​ Los centros más importantes de este desarrollo artístico incluyeron las principales capitales de los imperios y estados musulmanes en la historia de la región, como Córdoba, Cairuán, Fez, Marrakech, Sevilla, Granada y Tremecén.[1]

Incluso después del dominio musulmán tras el final de la reconquista en España y Portugal, las tradiciones de la arquitectura morisca continuaron en el norte de África, así como en el arte mudéjar en España, que hizo uso de técnicas y diseños moriscos y los adaptó a los patrones cristianos.[5][12]​ Mucho más tarde, particularmente en el siglo XIX, el estilo morisco fue frecuentemente imitado o emulado a través del estilo neoárabe que surgió en Europa y Estados Unidos como parte del interés por "Oriente" propio del romanticismo y también, notablemente, como una opción recurrente para la nueva arquitectura de las sinagogas judías.[13][14]

Historia

Período islámico temprano (siglos VIII-X)

Vista de la Gran Mezquita de Kairuán en Túnez, originalmente fundada por Uqba ibn Nafi en 640 pero reconstruida por los aglabíes en el siglo IX
Las columnas y arcos de dos niveles en la sección más antigua de la Gran Mezquita de Córdoba en España, fundada en 785.
Bab al-Wuzara (o Puerta de San Esteban), una de las primeras puertas de la Gran Mezquita de Córdoba (finales del siglo VIII y principios del IX)

En el siglo VII, la región del norte de África se integró de manera constante en el emergente mundo islámico, coincidiendo con la primera expansión musulmana. El territorio de Ifriquía (aproximadamente el actual Túnez) y su capital recién fundada de Cairuán (también transcrito como "Qayrawan", "Kayruán" o "Kairuán") se convirtió en un centro temprano de la cultura islámica de la región.[15]Uqba ibn Nafi hizo construir la Gran Mezquita de Kairuán en 670.[1][16]

En 711, la mayor parte de la península ibérica, parte del reino visigodo en ese momento, era conquistada por un ejército musulmán (principalmente formado por bereberes) dirigido por Táriq ibn Ziyad, y pasó a ser conocida como al-Ándalus. La ciudad de Córdoba se convirtió en su capital. En 756 Abderramán I estableció aquí el Emirato de Córdoba independiente y en 785 también hizo construir la Gran Mezquita de Córdoba, uno de los monumentos arquitectónicos más importantes del mundo islámico occidental. La mezquita destacaba por su grandiosa sala hipóstila, compuesta por filas de columnas conectadas por niveles dobles de arcos (con arcos de herradura en el nivel inferior) compuestos de ladrillo rojo alternado con piedra de color claro. La mezquita fue posteriormente ampliada por Abderramán II en 836, quien conservó el diseño original al tiempo que amplió sus dimensiones. La mezquita fue nuevamente embellecida por sus sucesores Mohamed I, Al-Múndir y Abdalá I. Una de las puertas occidentales de la mezquita, conocida como Bab al-Wuzara (actualmente lleva el nombre de Puerta de San Esteban), data de este período y a menudo se observa como un importante prototipo de las formas y motivos de la arquitectura morisca posterior.[1][5][7][10]

La islamización de Marruecos, el territorio más occidental del mundo musulmán, solo se hizo definitiva con la llegada de la dinastía idrisí a finales del siglo VIII.[15]​ Los idrísidas fundaron la ciudad de Fez, que se convirtió en su capital y en el principal centro político y cultural del temprano Marruecos islámico.[17][18]​ En este período temprano, Marruecos también absorbió oleadas de inmigrantes de Túnez y al-Ándalus que trajeron influencias culturales y artísticas de sus países de origen.[3][15]​ Los primeros monumentos conocidos de la era islámica en Marruecos, como la Universidad de Qarawiyyin y la Mezquita Andalusí en Fez, se construyeron en forma hipóstila y también hicieron uso del arco de herradura.[1][18]​ Estos edificios reflejan influencias tempranas de otros monumentos importantes, como la Gran Mezquita de Kairouán y la Gran Mezquita de Córdoba.[11]

En el siglo IX, la provincia de Ifriqiya, aunque nominalmente todavía permanecía bajo el control de los califas abasíes de Bagdad, estaba de facto gobernada por la dinastía aglabí. Los aglabíes fueron constructores importantes y erigieron muchos de los monumentos más antiguos de la era islámica de Túnez, incluidas estructuras militares como el ribat de Susa y el ribat de Monastir, edificios religiosos como la Gran Mezquita de Susa y la Gran Mezquita de Sfax, y obras de infraestructura práctica como los embalses aglabíes de Kairouán. También reconstruyeron la Gran Mezquita de Kairouán, cuya forma actual data mayoritariamente de esta época. Gran parte de su arquitectura, incluso sus mezquitas, tenían un aspecto pesado y casi parecido a una fortaleza, pero no obstante dejaron un legado artístico influyente. Por ejemplo, la Mezquita de Ibn Khayrun (también conocida como la "Mezquita de las Tres Puertas") posee lo que algunos consideran la fachada exterior decorada más antigua de la arquitectura islámica, con inscripciones de caligrafía cúfica talladas y motivos vegetales.[1][10][16]

El Califato de Córdoba y su colapso (siglos X-XI)

El mihrab decorado con mosaicos (centro) y los arcos entrelazados de la macsura (izquierda y derecha) en la Gran Mezquita de Córdoba, en la extensión agregada por Alhakén II después de 962
El Salón de Abderramán III en Medina Azahara (siglo X)
Elaborados arcos de intersección en el patio del Palacio de la Aljafería en Zaragoza, España (Período Taifa, siglo XI)

En el siglo X, Abderramán III declaró un nuevo califato en al-Ándalus e inauguró el apogeo del poder andalusí en la región. Marcó esta evolución política con la creación de una vasta y fastuosa ciudad-palacio llamada Madinat al-Zahra (también escrita y pronunciada hoy como "Medina Azahara"), ubicada a las afueras de Córdoba, cuya construcción se inició en el 936 y continuó durante décadas.[7]​ También amplió el patio (sahn) de la Gran Mezquita de Córdoba y construyó su primer alminar verdadero (una torre desde la que se llamaba al rezo). El minarete, de planta cuadrada, sentó otro precedente que se siguió en la arquitectura de otras mezquitas de la región. El hijo culto y sucesor de Abdelramán III, Alhakén II, amplió aún más la sala de oración de la mezquita, a partir de 962. La dotó con algunos de sus elementos de ornamentación e innovaciones arquitectónicas más importantes, que incluían arcos polilobulados entrelazados, cúpulas con motivos decorativos nervados y un ricamente ornamentado mihrab (nicho que simboliza la dirección del rezo) con mosaicos dorados de influencia bizantina.[1][7]​ Una obra mucho más pequeña pero históricamente notable del período del califato tardío es la Mezquita de Bab al-Mardum (más tarde conocida como la Iglesia del Santo Cristo de la Luz) en Toledo, que presenta una gran variedad de cúpulas nervadas que descansan sobre arcos de herradura y una fachada exterior de ladrillo con bajorrelieves conteniendo inscripciones en árabe. Otros monumentos del período califal en Al-Ándalus incluyen varias de las puertas de la ciudad vieja de Toledo (por ejemplo, la Puerta Antigua de Bisagra), la antigua mezquita (y más tarde el monasterio) de Almonaster la Real, el Castillo de Tarifa, el Castillo de Baños de la Encina (cerca de Sevilla), los baños califales de Córdoba, y, posiblemente, los Baños Árabes de Jaén.[7]

En el siglo X, gran parte del norte de Marruecos también entró directamente en la esfera de influencia del Califato de Córdoba Omeya, con la competencia del Califato fatimí más al este.[15]​ Las primeras contribuciones a la arquitectura marroquí de este período incluyen las ampliaciones de las mezquitas Qarawiyyin y Andalusí en Fez y la adición de sus minaretes de eje cuadrado, realizada bajo el patrocinio de Abderramán III y siguiendo el ejemplo del minarete que construyó para la Gran Mezquita de Córdoba.[1][18]

El colapso del Califato Cordobés a principios del siglo XI dio lugar al primer período de Taifas, durante el que al-Ándalus se fragmentó políticamente en una serie de reinos más pequeños. La desintegración de la autoridad central propició la ruina y el pillaje de la ciudad de Medina Azahara.[19]​ A pesar de este declive político, la cultura de los emiratos de las Taifas era vibrante y productiva, y las formas arquitectónicas del período califal continuaron evolucionando. El Palacio de la Aljafería de Zaragoza es uno de los ejemplos más significativos de este período, que contiene una intrincada decoración tallada de estuco y arcos muy ornamentados que se elaboraron según el modelo de la ampliación de la Mezquita de Córdoba realizada por Alhakén II. En otras ciudades, dinastías locales iniciaron o ampliaron varios palacios o fortalezas importantes, como la Alcazaba de Málaga. El Alcázar de Sevilla y la Alcazaba de la Alhambra también habían albergado fortalezas o palacios anteriores erigidos por los abadíes (en Sevilla) y los ziríes (en Granada). El Bañuelo de Granada, otro baño islámico histórico, también data de este período.[1][5][7]

Los imperios bereberes: almorávides y almohades (siglos XI-XIII)

Rica decoración interior de la Qubba almorávide de Marrakech (principios del siglo XII)
El alminar de la Mezquita Kutubía en Marrakech (siglo XII)

A finales del siglo XI se produjo el significativo avance de los reinos cristianos en al-Ándalus musulmán, particularmente con la caída de Toledo a manos de Alfonso VI de Castilla en 1085, y el auge de los reinos bereberes que se originaron en Marruecos, con el surgimiento primero del imperio almorávide (siglos XI-XII) y luego del imperio almohade (siglos XII-XIII), que se extendieron por gran parte del oeste y norte de África y se apoderaron de los territorios musulmanes restantes de al-Ándalus en Europa.[11]​ Este período es considerado una de las etapas más influyentes de la arquitectura morisca y especialmente de la arquitectura marroquí, estableciendo muchas de las formas y motivos que fueron refinados en siglos posteriores.[1][11][20][21]​ Los dos imperios fueron responsables de establecer una nueva capital imperial en Marrakech, en Marruecos, y los almohades también iniciaron la construcción de una capital monumental en Rabat. Por su parte, los almorávides adoptaron los motivos arquitectónicos de al-Ándalus, como los complejos arcos entrelazados de la Gran Mezquita de Córdoba y del palacio de la Aljafería en Zaragoza, al tiempo que introdujeron nuevas técnicas ornamentales de oriente como el mocárabe ("estalactitas" o tallas en forma de "panal").[20][22]​ La decoración tallada en estuco, que se volvería mucho más elaborada en períodos posteriores, comenzó a aparecer cada vez más como parte de estas composiciones.[7]: 155  Las mezquitas almohades de Kutubía y de Tinmel a menudo se consideran los prototipos de la arquitectura de las mezquitas medievales en la región.[1][20]​ Los monumentales minaretes de la Mezquita Kutubiyya, la Giralda de la Gran Mezquita de Sevilla (ahora parte de la catedral de la ciudad) y la Torre Hasán de Rabat, así como las entradas ornamentales de Bab Agnaou en Marrakech y la Qasbah de los Udayas y Bab er-Rouah en Rabat, se convirtieron en modelos que establecieron los esquemas decorativos generales que se volvieron recurrentes en estos elementos arquitectónicos a partir de entonces. El minarete de la Mezquita de la Kasbah de Marrakech fue particularmente influyente, y marcó un estilo que se repitió, con pequeñas elaboraciones, en el siguiente período meriní de Marruecos.[1][20][23]

Los almorávides y almohades también construyeron importantes monumentos en sus territorios orientales, en la actual Argelia o Túnez. La Gran Mezquita de Argel (1096–1097), la Mezquita de Tremecén (1136) y la Gran Mezquita de Nedroma (1145) se fundaron en el período almorávide.[1]​ Los almohades también hicieron de la ciudad de Túnez la capital regional de sus territorios en Ifriqiya (actual Túnez), estableciendo la qasbah (ciudadela) de la ciudad.[16][24]

Meriníes, nazaríes y zayyaníes (siglos XIII-XV)

Patio de la Madrasa de Bou Inania en Fez, Marruecos (sultanato benimerín, 1350-1355)
El Palacio del Partal (época nazarí), el palacio más antiguo que se conserva en la Alhambra de Granada (principios del siglo XIV)
Mocárabe de la cúpula del Palacio de los Leones en la Alhambra, Granada (siglo XIV). Los mocárabes permitieron el uso de patrones bidimensionales en tres dimensiones para embellecer la transición de una base cuadrada a una cúpula

El colapso final del imperio almohade en el siglo XIII fue precipitado por su derrota en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) en al-Ándalus, y por el avance de la dinastía meriní bereber en Marruecos, que conquistó Marrakech en 1269.[15]​ Lo que quedaba de los territorios controlados por los musulmanes en al-Ándalus fue consolidado por el reino nazarí de Granada, que duró otros 250 años hasta la conquista final por parte de los Reyes Católicos en 1492, que completaron la reconquista. Tanto los nazaríes en al-Ándalus al norte como los mariníes en Marruecos al sur, tuvieron un papel importante para refinar todavía más el legado artístico establecido por sus predecesores.[1][10]​ Cuando Granada fue conquistada en 1492 por los Reyes Católicos y el último reino musulmán de al-Ándalus llegó a su fin, una gran parte de los musulmanes (y judíos) asentados en la península ibérica huyeron a Marruecos y a otras partes del norte de África, aumentando aún más la influencia andaluza en estas regiones durante las generaciones posteriores.[4]

Los meriníes, que eligieron Fez como su capital, construyeron monumentos con una decoración cada vez más extensa e intrincada en cada superficie, particularmente en madera y estuco.[1]​ También fueron los primeros en adoptar el uso extensivo del zellige (mosaico de azulejos con patrones geométricos complejos) en el norte de África.[2]​ Cabe destacar que también fueron los primeros en construir madrasas en esta región, un tipo de institución que se originó en Irán y que se había extendido hacia el oeste.[1]​ Las madrasas de Fez, como las madrasas de Bou Inania, al-Attarine y as-Sahrij, así como la madrasa meriní de Salé y las otras de Bou Inania en Mequinez, están consideradas entre las mayores obras arquitectónicas de este período.[1][4][25]​ Los mariníes también imitaron a las dinastías anteriores, al fundar su propia ciudad-palacio fortificada al oeste de Fez, conocida posteriormente como Fez el-Jdid ("Nueva Fez"), que siguió siendo un centro frecuente de poder en Marruecos incluso durante dinastías posteriores, como la alauí.[18][26]​ La Gran Mezquita de Fez el-Jdid es uno de los principales templos meriníes que todavía se conserva bien hoy en día, aunque se construyeron muchas otras mezquitas en Fez y en otras ciudades durante este período (por ejemplo, la Mezquita de Lalla ez-Zhar en Fez, la Mezquita de Ben Salah en Marrakech, la Zawiya en-Noussak en Salé, la Gran Mezquita de Oujda y algunas otras).[1]

El estilo arquitectónico de la dinastía nazarí en Granada estaba muy relacionado con el de los meriníes y cada uno de los dos reinos probablemente influyó en los estilos artísticos del otro.[1][10]​ La arquitectura nazarí de Granada también adoptó una amplia decoración de superficies y utilizó elaboradas esculturas de "mocárabes" en muchos edificios. El legado arquitectónico más famoso de los nazaríes es la Alhambra, un núcleo de palacios situado en la cima de una colina y protegido por diversas fortificaciones, que contiene algunos de los palacios más famosos y mejor conservados de la arquitectura islámica occidental. Inicialmente una fortaleza construida por los ziríes en el siglo XI (correspondiente a la actual Alcazaba), se amplió para pasar a ser un recinto palaciego autónomo y bien fortificado con habitaciones para sirvientes y trabajadores. El palacio más antiguo que queda allí hoy, construido bajo Muhammad III (que reinó entre 1302 y 1309), es el Palacio del Partal que, aunque solo se conserva en parte, muestra el diseño típico que se repetiría en otros palacios cercanos: un patio centrado en un gran estanque con pórticos en cada extremo y una torre "mirador" en un extremo, que miraba hacia la ciudad desde el borde de los muros del palacio.[5][7][27]​ Posteriormente se agregaron los palacios más famosos, el Palacio de Comares y el del Patio de los Leones. El Palacio de Comares, que incluye una lujosa casa de baños (hamam), fue comenzado bajo Ismaíl I (reinado 1314-1325) pero construido principalmente bajo Yusuf I (1333-1354) y Muhammed V (gobernando entre 1354-1359 y 1362-1391).[5][10]​ El Patio de los Leones (o Palacio de los Leones) fue construido por Muhammed V[10]​ y posiblemente se terminó alrededor de 1380.[5]: 142  Otros cuatro palacios cercanos fueron demolidos en varios puntos después del final de la Reconquista (1492).[5]​ El palacio de verano y los jardines conocidos como Generalife también se crearon cerca, a finales del siglo XIII[10]: 164  o a principios del siglo XIV,[7]: 204 , en una tradición que recuerda a los Jardines de Agdal de la era almohade de Marrakech y a los Jardines Reales Meriníes de Fez.[26]​ Los nazaríes también construyeron otras estructuras en toda la ciudad, como la Madrasa y el Corral del Carbón, y dejaron su huella en otras estructuras y fortificaciones en todo su territorio, aunque no muchas edificaciones significativas han sobrevivido intactas hasta la actualidad.[7]

Patio de estilo mudéjar del Alcázar de Sevilla (siglo XIV), España

Mientras tanto, en los antiguos territorios de al-Ándalus bajo el control de los reinos españoles de Léon, Castilla y Aragón, el arte y la arquitectura andalusí se siguieron empleando durante muchos años como un estilo de prestigio bajo los nuevos mecenas cristianos, convirtiéndose en lo que se conoce como arte mudéjar (llamado así por los mudéjares o musulmanes bajo el dominio cristiano). Este tipo de arquitectura, creada por artesanos musulmanes o por otros artesanos siguiendo la misma tradición, continuó muchas de las mismas formas y motivos con variaciones menores. Numerosos ejemplos se encuentran en las primeras iglesias de Toledo (por ejemplo, la Iglesia de San Román, siglo XIII), así como en otras ciudades de Aragón como Zaragoza y Teruel.[1][28]​ Entre los ejemplos más famosos y célebres se encuentra el Alcázar de Sevilla, que fue el antiguo palacio de los abadíes y los almohades en la ciudad, pero fue reconstruido por gobernantes cristianos, incluido Pedro el Cruel, que añadió lujosas secciones de estilo morisco a partir de 1364 con la ayuda de artesanos de Granada y Toledo.[10]​ Otros ejemplos más pequeños pero notables en Córdoba incluyen la Capilla de San Bartolomé[29]​ y la Capilla Real en la Gran Mezquita (que fue convertida en catedral en 1236).[1][30]​ Algunas sinagogas judías supervivientes de los siglos XIII y XIV también fueron construidas (o reconstruidas) en estilo mudéjar mientras estaban bajo el dominio cristiano, como Santa María la Blanca en Toledo (reconstruida en su forma actual en 1250),[31]Synagogue of Cordoba (1315),[32]​ y la Sinagoga del Tránsito (1355-1357).[33][34]

Restos de la Mezquita de Mansourah (siglo XIV) cerca de Tremecén, Argelia, que muestran una de las fachadas del antiguo minarete

Más al este, en Argelia, la dinastía bereber Zayyanid o Abd al-Wadid controlaba gran parte del área y construía monumentos en su base principal en Tlemcen, como la Mezquita de Sidi Bellahsen del siglo XIII. Los meriníes, sin embargo, ocuparon de forma intermitente Tlemcen y partes del oeste de Argelia y también dejaron su huella en la ciudad, sobre todo en la Mezquita de Sidi Boumediene (1339). Durante el asedio de la ciudad a principios del siglo XIV, construyeron el cercano asentamiento fortificado de Mansourah y fundaron la monumental Mezquita de Mansourah (que hoy se conserva solo en parte).[1]

Los hafsíes de Túnez (siglos XIII-XVI)

El minarete de la Mezquita de la Kasbah (Túnez), construida al comienzo del período hafsí a principios de la década de 1230

En Ifriqiya (Túnez), los hafsíes, una rama de la clase dominante almohade, declaró su independencia en 1229 y desarrolló su propio estado, que llegó a controlar gran parte de la región circundante. También fueron constructores importantes, particularmente bajo los reinados de líderes exitosos como Abu Zakariyya (gobernando de 1229-1249) y Abu Faris (gobernando de 1394-1434), aunque no muchos de sus monumentos han sobrevivido intactos hasta el día de hoy.[10]: 208  Si bien Kairouán siguió siendo un importante centro religioso, Túnez fue la capital y la reemplazó progresivamente como la principal ciudad de la región y el centro de patrocinio arquitectónico más importante. A diferencia de la arquitectura de la zona más al oeste, la arquitectura hafsí se construyó principalmente en piedra (en lugar de ladrillo o adobe) y parece haber tenido mucha menos decoración.[10]: 208  Al revisar la historia de la arquitectura en la región, el académico Jonathan Bloom comentó que la arquitectura hafsí parece haber "trazado en gran medida un curso independiente de los desarrollos en otras partes del Magreb [África del Norte]".[10]: 213 

La Mezquita de la Kasbah de Túnez fue una de las primeras obras de este período, construida por Abu Zakariya (el primer gobernante independiente de hafsí) al comienzo de su reinado. Su planta tenía diferencias notables con las mezquitas anteriores del período almohade, pero el minarete, terminado en 1233, se parece mucho al de la Mezquita de la Kasbah almohade de Marrakech.[10]​ Otras fundaciones del período hafsí en Túnez incluyen la Mezquita de Haliq (siglo XIII) y la Mezquita de al-Hawa (1375). El Palacio del Bardo (hoy un museo nacional) también fue iniciado por los hafsíes en el siglo XV,[24]​ y se menciona en los registros históricos por primera vez durante el reinado de Abu Faris.[10]: 208  También realizaron renovaciones significativas en la Gran Mezquita de Kairouán, mucho más antigua, renovando su techo, reforzando sus paredes y construyendo o reconstruyendo dos de sus puertas de entrada en 1293, así como en la Gran Mezquita de Zitouna en Túnez.[10]: 209 

Los hafsíes también introdujeron las primeras madrasas en la región, comenzando con la Madrasa al-Shamma῾iyya construida en Túnez en 1238[10]: 209 [16]​ (o en 1249 según algunas fuentes[1]: 296 [35]​). Sería seguida por muchas otras (casi todas en Túnez) como la Madrasa al-Hawa fundada en la década de 1250, la Madrasa al-Ma'ridiya (1282) y la Madrasa al-Unqiya (1341).[10]​ Muchas de estas madrasas tempranas, sin embargo, se han conservado mal o se han modificado considerablemente a lo largo de los siglos transcurridos desde su fundación.[10][36]​ La Madrasa al-Muntasiriya, terminada en 1437, se encuentra entre las mejor conservadas del período hafsí.[10]: 211 

Finalmente, los otomanos sustituyeron a los hafsíes, y se hicieron cargo de la mayor parte del Magreb en el siglo XVI, con la excepción de Marruecos, que siguió siendo un reino independiente.[15]​ Este hecho se tradujo en una divergencia aún mayor entre la arquitectura de Marruecos hacia el oeste, que continuó siguiendo esencialmente las mismas tradiciones de arte andaluz-magrebí que antes, y la arquitectura de Argelia y Túnez hacia el este, que mezclaba cada vez más las influencias de la arquitectura otomana con los diseños locales.[10]

Las dinastías sharifianas en Marruecos: saadíes y alauitas (siglos XVI-XX)

Mausoleo de Ahmad al-Mansur en las tumbas saadíes (finales del siglo XVI y principios del XVII) en Marrakech, Marruecos

En Marruecos, después de los meriníes llegó la dinastía saadí en el siglo XVI, que marcó un cambio político de los imperios liderados por los bereberes a los sultanatos liderados por las dinastías de jerifes árabes. Artística y arquitectónicamente, sin embargo, hubo una amplia continuidad y los eruditos modernos consideran que los saadíes continuaron refinando el estilo morisco-marroquí existente, y algunos consideran las tumbas saadíes en Marrakech como una de las obras cumbre de este estilo.[37]​ Comenzando con los saadíes y continuando con los alauitas (sus sucesores y la actual monarquía de Marruecos), los estudiosos modernos describen el arte y la arquitectura marroquíes como si hubieran permanecido esencialmente "conservadores"; lo que significa que continuaron reproduciendo el estilo existente con gran fidelidad, pero no introdujeron nuevas innovaciones importantes.[1][2][23][37]

Los saadíes, especialmente bajo los sultanes Abdallah al-Ghalib y Ahmad al-Mansur, fueron grandes constructores y se beneficiaron de los enormes recursos económicos de los que dispusieron en el apogeo de su poder a finales del siglo XVI. Además de las tumbas saadianas, también construyeron varias mezquitas importantes en Marrakech, incluidas la Mezquita Mouassine y la Mezquita de Bab Doukkala, que destacan por ser parte de núcleos benéficos dentro de complejos más grandes, que incluyen varias otras estructuras como fuentes públicas, hamames, madrasas y bibliotecas. Esto marcó un cambio de los anteriores usos de patrocinio arquitectónico y puede haber sido influido por la tradición de construir tales complejos en la arquitectura mameluca de Egipto y en los külliye de la arquitectura otomana.[23][37]​ Los saadíes también reconstruyeron el complejo del palacio real en la Kasbah de Marrakech para ellos mismos, donde Ahmad al-Mansur construyó el famoso Palacio El Badi (construido entre 1578 y 1593) que era conocido por su decoración superlativa y costosos materiales de construcción, incluido el mármol italiano.[23][37]

Bab Mansour, la puerta monumental del enorme complejo del palacio imperial del sultán Ismaíl en Mequinez, Marruecos (finales del siglo XVII y principios del XVIII)

Los alauitas, comenzando con Mulay Rashid a mediados del siglo XVII, sucedieron a los saadíes como gobernantes de Marruecos y continúan siendo la monarquía reinante del país hasta el día de hoy. Como resultado, muchas de las mezquitas y palacios que se encuentran hoy en Marruecos han sido construidos o restaurados por los alauitas en algún momento u otro en los últimos siglos.[4][18][23]​ Durante el reinado de Moulay Ismaíl (1672-1727) también se despojaron y reutilizaron elementos arquitectónicos ornamentados de edificios saadíes, como desgraciadamente sucedió con el lujoso Palacio de El Badi.[37]​ Moulay Ismaíl también destacó por haber construido una vasta capital imperial en Mequinez, donde aún hoy se pueden ver los restos de sus estructuras monumentales. En 1765 el Sultán Mohammed Ben Abdallah (uno de los hijos de Moulay Ismaíl) inició la construcción de una nueva ciudad portuaria llamada Esauira (antes Mogador), ubicada en la costa atlántica, lo más cerca posible de su capital en Marrakech, a la que intentó trasladarse y restringir el comercio europeo.[10]: 264 [15]: 241  Contrató a arquitectos europeos para diseñar la ciudad, lo que resultó en un casco histórico relativamente único construido por marroquíes pero con arquitectura europeo occidental, particularmente en el estilo de sus fuertes. Fortificaciones marítimas similares o baluartes, generalmente llamadas sqala, se construyeron al mismo tiempo en otras ciudades portuarias como Anfa (actual Casablanca), Rabat, Larache y Tánger.[1]: 409  Los sultanes tardíos también fueron constructores importantes, y hasta finales del siglo XIX y principios del XX, tanto los mandatarios como sus ministros continuaron construyendo hermosos palacios, muchos de los cuales ahora se utilizan como museos o atracciones turísticas, como el Palacio de la Bahía en Marrakech, el Dar Jamaï en Mequinez y el Museo de Batha en Fez.[2][38]

Características arquitectónicas

Los elementos característicos de la arquitectura morisca incluyen el arco de herradura (o arco morisco), arcos entrelazados, patios centrales, riads (o jardines moriscos), madera intrincadamente tallada y estuco como decoración, ornamentación con mocárabe y elementos cerámicos decorativos conocidos como zellige en árabe o azulejos en español y portugués.[1]​ La tradición arquitectónica está ejemplificada por mezquitas, madrasas, palacios, fortificaciones, hamames (baños turcos públicos), "funduq" ([caravasares, posadas destinadas a las caravanas) y otros tipos de edificios históricos comunes al mundo islámico.[1]​ Ejemplos notables incluyen la Mezquita de Córdoba (784–987, en cuatro fases); la ciudad-palacio en ruinas de Medina Azahara (936-1010); la iglesia (antigua mezquita) del Cristo de la Luz en Toledo; el Palacio de la Aljafería en Zaragoza; la Alhambra (principalmente desde 1338 hasta 1390[39]​) y el Generalife (1302–9 y 1313–24) en Granada; la Giralda en Sevilla (1184);[40]​ la Mezquita Kutubía, la Mezquita Hassan II, la Mezquita Andalusí y LA Mezquita de al-Qarawiyyin en Marruecos; la Gran Mezquita de Argel y la Mezquita de Tremecén en Argelia; y la Gran Mezquita de Kairuán en Cairuán, Túnez.[1]

El término a veces también se usa para incluir diversos productos de la civilización islámica localizados en el mezzogiorno italiano.[41]​ El Palazzo dei Normanni en Sicilia fue iniciado en el siglo IX por el Emirato de Sicilia. Incluso hay evidencia arqueológica de una mezquita del siglo VIII en Narbona, Francia, en los límites de la expansión musulmana en la región en el siglo VIII.[42]

Arcos

Arco de herradura

Típicos arcos de herradura del período del Califato en Medina Azahara (siglo X)
Arcos de herradura apuntados en la Mezquita de Tinmel (siglo XII)

Quizás el tipo de arco más característico de la arquitectura islámica occidental en general es el llamado "morisco" o arco de herradura. Se trata de un arco en el que su cara interior continúa hacia abajo más allá del eje medio horizontal de la circunferencia, y comienza a cerrarse de nuevo en lugar de solo formar un semicírculo.[2]: 15  Este perfil de arco se volvió casi omnipresente en la región desde el comienzo del período islámico.[1]: 45  El origen de este arco parece remontarse al anterior período bizantino a través del Mediterráneo, ya que se puede encontrar en edificios más antiguos situados en Capadocia, Armenia y Siria, regiones todas ellas pertenecientes al Imperio Bizantino. También aparecen con frecuencia en las iglesias visigóticas de la península ibérica (siglos V-VII). Quizás debido a esta influencia visigoda, los arcos de herradura fueron particularmente predominantes después en al-Ándalus bajo los omeyas de Córdoba, aunque el arco "morisco" era de una forma ligeramente diferente y más sofisticada que el arco visigodo.[1]: 163–164 [7]: 43  Los arcos no solo se utilizaron para soportar el peso de las estructuras, y tanto Arcos ciegos como nichos arqueados también se utilizaron con propósitos decorativos. El "mihrab" (nicho que simboliza el "alquibla" o dirección del rezo) de una mezquita tenía casi invariablemente la forma de un arco de herradura.[1]: 164 [2]

A partir de la época almorávide, los primeros arcos de herradura apuntados o "rotos" comienzan a aparecer en sus dominios y se generalizaron durante la época almohade. Este arco es probablemente de origen norteafricano, ya que los arcos apuntados ya estaban presentes con anterioridad en la arquitectura fatimí propia de los territorios situados más al este.[1]: 234 

Arco polilobulado

El arco polilobulado, tienen sus primeros precedentes en la arquitectura fatimí de Ifriquía y Egipto, y también había aparecido en la arquitectura andalusí de los reinos de Taifa, con ejemplos como el Palacio de la Aljafería y la Alcazaba de Málaga, basados posiblemente en los ejemplos existentes de la extensión de Alhakén II de la Gran Mezquita de Córdoba. En los períodos almorávide y almohade, este tipo de arco se perfeccionó aún más para cumplir funciones decorativas, mientras que los arcos de herradura continuaron siendo el tipo de arco más habitual en otros lugares.[1]: 232–234  Algunos ejemplos tempranos aparecen en la Mezquita de Tremecén (en Argelia) y en la Mezquita de Tinmel.[1]: 232 

Arco con "lambrequines"

El denominado arco con lambrequines,[1][2]​ también conocido como arco lambrequín, con un perfil más intrincado de lóbulos y puntas, se introdujo en el período almorávide, con una aparición temprana en la sección funeraria de la Mezquita de Qarawiyyin (en Fez) que data de principios del siglo XII.[1]: 232  Luego se hizo común en la arquitectura almohade, mariní y nazarí posterior, siendo en muchos casos este estilo utilizado para resaltar los arcos situados cerca del área del mihrab de una mezquita.[1]​ Este tipo de arco también se denomina a veces arco de "muqarnas" debido a sus similitudes con el perfil del "mocárabe", hecho del que seguramente se derive esta denominación.[1]: 232  Además, normalmente estaba adornado con muqarnas en las superficies internas del arco.[1][2][43]

Decoración de superficies

Motivos florales y vegetales

Los motivos con forma de arabescos, o con figuras de flores y distintos vegetales, se derivan de una larga tradición de motivos similares utilizados en la ornamentación arquitectónica siria, helenística y romana.[1][2]​ Los primeros motivos arabescos de la época omeya de Córdoba, como los que se ven en la Gran Mezquita o en Medina Azahara, continuaron haciendo uso de las hojas de acanto y de motivos inspirados en las vides, siguiendo la tradición helenística. La arquitectura almorávide y almohade hizo un mayor uso de un modelo general de hoja estriado, a menudo rizado y dividido en partes desiguales según un eje de simetría. También se presentaron imágenes de hojas de palma y, en menor medida, conchas y piñas.[1][2]​ A finales del siglo XVI, la arquitectura saadiana a veces hacía uso de un motivo de tipo mandorla (o en forma de almendra) que puede haber sido de influencia otomana.[37]: 128 

Motivos "entrelazados" (sebka y darj wa ktaf)

Varios tipos de motivos en forma de rombo entrelazados aparecen en gran medida en la superficie de los minaretes a partir del período almohade (siglos XII-XIII) y más tarde se encuentran en otras decoraciones, como el estuco tallado en las paredes en la arquitectura meriní y nazarí, convirtiéndose finalmente en una forma habitual en el repertorio ornamental islámico occidental, en combinación con arabescos.[1][2]​ Algunos eruditos creen que este motivo, típicamente llamado sebka (que significa "red"),[5]: 80 [44]​ se originó con los grandes arcos entrelazados en la extensión del siglo X de la Gran Mezquita de Córdoba por el califa Alhakén II.[1]: 257–258  Luego se miniaturizó y amplió en un patrón repetitivo similar a una red que puede recubrir distintas superficies. Este motivo, a su vez, tuvo muchas variaciones en sus detalles. Una versión común, llamada darj wa ktaf ("escalón y hombro") por los artesanos marroquíes, utiliza líneas rectas y curvas alternas que se cruzan entre sí según sus ejes de simétría, formando un motivo que se parece más o menos a una flor de lis o también con forma de palmeta.[1]: 232 [2]: 32  Otra versión, que también se encuentra comúnmente en los minaretes alternada con el darj wa ktaf, consiste en arcos entrelazados polilobulados, originando una forma repetida de trébol parcial.[2]: 32, 34 

Patrones geométricos

Los patrones geométricos, que generalmente utilizan líneas rectas que se cruzan y que se rotan para formar una disposición de estrellas radiantes, era común en la arquitectura islámica en general y en toda la arquitectura morisca. Se encuentran en la decoración de madera y estuco tallado, y más notablemente en los alicatados a base de "zelliges" (azulejos), que se convirtieron en un lugar común en la arquitectura morisca desde los períodos meriní y nazarí en adelante. También se encuentran otros motivos poligonales, a menudo en combinación con arabescos.[1][2]​ Además de las baldosas zellige, también predominaron los motivos geométricos en la decoración y composición de los techos de madera. Uno de los ejemplos más famosos de este tipo de techos, considerado la obra maestra de su tipo, es el techo del Salón de Embajadores en el Palacio de Comares en la Alhambra de Granada, España. El techo, compuesto por 8017 piezas de madera individuales unidas en una cúpula piramidal, consiste en un motivo recurrente a base de estrellas de 16 puntas que se cree que simboliza los siete cielos del paraíso descrito en el Corán (específicamente, en el Surat al-Mulk, que también está inscrito en la base del techo).[10]: 159  Al igual que otras decoraciones de estuco y madera, originalmente se habría pintado en diferentes colores para realzar sus motivos.[45]: 44 

Caligrafía árabe

Muchos monumentos islámicos cuentan con inscripciones de un tipo u otro, con fines decorativos o a la vez didácticos y religiosos. La caligrafía árabe, como en otras partes del mundo musulmán, también era una forma de arte. Muchos edificios tenían inscripciones que registran la fecha de su construcción y el nombre de sus promotores. Las inscripciones también podrían incluir versículos del Corán, exhortaciones a Dios y otros pasajes de importancia religiosa. Las primeras inscripciones se escribían generalmente en caligrafía cúfica, un estilo en el que las letras se escribían con líneas rectas y tenían un estilo más sobrio.[1][2]: 38  En un período ligeramente posterior, principalmente en el siglo XI, las letras cúficas se mejoraron con ornamentación, particularmente para llenar los espacios vacíos que generalmente estaban presentes sobre las letras. Esto se tradujo en la adición de formas florales o fondos con arabescos a las composiciones caligráficas.[1]: 251  En el siglo XII comenzó a aparecer una escritura cursiva, aunque solo se convirtió en un lugar común en los monumentos del período meriní y nazarí (siglos XIII-XV) en adelante.[1]: 250, 351–352 [2]: 38  La escritura cúfica todavía se empleaba, especialmente para inscripciones más formales o solemnes, o con contenido religioso.[1]: 250, 351–352 [2]: 38  Sin embargo, la escritura cúfica también podía usarse en una forma más estrictamente decorativa, como punto de partida para un motivo entrelazado que podía entretejerse en un fondo arabesco más grande.[1]: 351–352 

Muqarnas

El mocárabe (también llamado en árabe muqarna), a veces denominado por su forma "panal" o "decoración de estalactitas", consta de un motivo geométrico prismático tridimensional, que se encuentra entre los rasgos más característicos de la arquitectura islámica. Esta técnica se originó en Irán antes de extenderse por el mundo musulmán.[1]: 237  Fue introducido por primera vez en al-Ándalus y el Magreb occidental por los almorávides, que lo utilizaron a principios del siglo XII en la Qubba Ba'adiyyin en Marrakech y en la Mezquita de Qarawiyyin en Fez.[1]: 237 [20][22]​ Si bien las primeras formas de muqarnas en la arquitectura islámica se usaban como trompa o pechina en las esquinas de los apoyos de las cúpulas,[1]: 237  se adaptaron rápidamente a otros usos arquitectónicos. En el mundo islámico occidental fueron particularmente dinámicos y se utilizaron, entre otros ejemplos, para realzar techos abovedados enteros, rellenar ciertas transiciones verticales entre diferentes elementos arquitectónicos e incluso resaltar la presencia de ventanas en superficies que de otro modo serían planas.[1][2][4]

Zellige (azulejos)

Ejemplo de mosaico zellige (parcialmente deteriorado) del período benimerín de la era zawiya, en la necrópolis de Chellah en Marruecos, dispuesto en mosaicos para formar patrones geométricos

El trabajo de alicatado, particularmente la forma de mosaico llamada zellige (conocido como azulejo en España y Portugal), es un elemento decorativo estándar en las paredes inferiores y para el pavimento de pisos en toda la región. Consiste en piezas de fayenza cortadas a mano en diferentes colores, encajadas para formar motivos geométricos elaborados, a menudo basados en patrones de estrellas radiantes.[1][4]​ El zellige hizo su aparición en el ámbito morisco durante el siglo X, y ya en el siglo XIV su uso se había generalizó durante los períodos meriní y nazarí.[4]​ Pudo haber sido inspirado o derivado de los mosaicos bizantinos y luego adaptado por artesanos musulmanes que incorporaron sus diseños a los azulejos de loza.[4]

En la artesanía tradicional marroquí del zellige, los baldosines se fabrican primero en piezas cuadradas vidriadas, típicamente de unos 10 cm de lado, y luego se cortaban a mano en una serie de formas preestablecidas (generalmente memorizadas por repetición) necesarias para formar el patrón general.[2]​ Este repertorio preestablecido de formas combinadas para generar una variedad de patrones complejos también se conoce como el método hasba.[47]​ Aunque los patrones exactos varían de un caso a otro, los principios subyacentes han sido constantes durante siglos y los artesanos marroquíes todavía son expertos en realizarlos.[2][47]

Riads y jardines

Un jardín (riad) del siglo XIX en el Palacio de la Bahía de Marrakech

Un riad (a veces escrito como riyad; en árabe: رياض‎) es un jardín interior que se encuentra en muchos palacios y mansiones árabes. Es típicamente rectangular y se divide en cuatro partes según sus ejes centrales, con una fuente en el medio.[48]​ Los jardines del tipo riad probablemente se originaron en la arquitectura persa (donde también se conoce como chahar bagh) y se convirtieron en una característica destacada en los palacios moriscos de España (como Medina Azahara, la Aljaferia y la Alhambra).[48]​ En Marruecos, se generalizaron especialmente en los palacios y mansiones de Marrakech, donde la combinación del espacio disponible y el clima cálido los hizo particularmente atractivos.[48]​ El término se aplica hoy de forma más amplia a las casas tradicionales marroquíes que se han convertido en hoteles y pensiones turísticas.[49][50]

Muchos palacios reales también iban acompañados de grandes jardines de recreo, a veces construidos fuera de las principales murallas defensivas o dentro de su propio recinto defensivo. Esta tradición se manifiesta en los jardines de Medina Azahara, construidos por los califas de Córdoba (siglo X), en los Jardines de Agdal (situados al sur de la Kasbah de Marrakech) creados por los almohades (siglo XII), el Jardín de Mosara creado por los meriníes al norte de su palacio-ciudadela de Fes el-Jdid (siglo XIII), y el Generalife, construido por los nazaríes al este de la Alhambra (siglo XIII).[1][23][26]

Tipos de edificios

Mezquitas

La vista del minarete y la azotea de la Mezquita de Chrabliyine del siglo XIV en Fez (Marruecos)
El mihrab (izquierda) y el minbar (derecha) en la Gran Mezquita de Kairuán
Sala de oración de la Gran Mezquita de Argel (finales del siglo XI; fotografía de la década de 1890)
El sahn de la Mezquita de Qarawiyyin de Fez

Las mezquitas son el principal lugar de culto en el islam. Los musulmanes son llamados a la oración cinco veces al día y participan en rezos colectivos como comunidad, mirando hacia la alquibla (dirección de oración). Cada barrio tenía normalmente una o varias mezquitas para adaptarse a las necesidades espirituales de sus residentes. Históricamente, había una distinción entre mezquitas regulares y "mezquitas de los viernes" o "grandes mezquitas", que eran de mayor tamaño y tenían un estatus más relevante en virtud de ser el lugar donde se pronunciaba la "jutba" (el sermón) de los viernes.[18]​ La oración del mediodía del viernes era considerada la más importante, y era acompañada de predicación, y también tuvo importancia política y social como una ocasión en la que se anunciaban noticias y decretos reales, así como cuando se mencionaba el nombre del gobernante actual. A principios de la era islámica, por lo general solo había una mezquita de los viernes por ciudad, pero con el tiempo las mezquitas de los viernes se multiplicaron hasta que fue una práctica común tener una en cada barrio o distrito de la ciudad.[43][51]​ Las mezquitas también podían estar acompañadas con frecuencia por otras instalaciones que servían a la comunidad.[23][43]

La arquitectura de las mezquitas en Al-Ándalus y el Magreb estuvo fuertemente influida desde el principio por las principales mezquitas conocidas en los primeros centros culturales, como la Gran Mezquita de Kairuán y la Gran Mezquita de Córdoba.[1][10][11]​ En consecuencia, la mayoría de las mezquitas de la región tienen planos de planta aproximadamente rectangulares y siguen el formato de una sala hipóstila: consisten en una gran sala de oración sostenida y dividida por filas de arcos de herradura que corren paralelas o perpendiculares a la pared de la qibla (la pared hacia la que se dirigían las oraciones), que siempre estaba representada por un nicho generalmente decorado conocido como "mihrab".[2]​ Junto al mihrab era habitual que estuviera situado un púlpito simbólico conocido como minbar, generalmente en forma de una escalera que conducía a un pequeño quiosco o plataforma, donde el imán se situaba para la predicar la khutba. La mezquita también incluía normalmente, cerca de la entrada, un sahn (patio) que a menudo tenía fuentes o recipientes de agua para facilitar las abluciones. En los primeros períodos, este patio era relativamente pequeño con respecto al resto de la mezquita, pero en períodos posteriores se hizo progresivamente más grande, hasta que alcanzó el mismo tamaño que la sala de oración y, a veces, incluso más.[37][43]​ Las mezquitas hipóstilas medievales también seguían con frecuencia el modelo establecido en el período almohade del "tipo de T", en el que el pasillo o "nave" situado entre los arcos alineados hacia el mihrab (y perpendiculares al muro de la qibla) era más ancho que los demás, al igual que el pasillo situado directamente por delante del muro de la qibla (es decir, paralelo a este); formando así un espacio en forma de "T" en la planta de la mezquita, configuración que a menudo se acentuaba mediante una mayor decoración (por ejemplo, con formas de arco más elaboradas a su alrededor o techos con cúpulas decorativas en cada extremo de la "T").[23][37][43]

Por último, los edificios de las mezquitas se distinguieron por sus alminares: torres desde las que el almuédano emite la llamada a la oración a la ciudad circundante (históricamente, el muecín subía a la torre y proyectaba su voz sobre los tejados, pero hoy en día la llamada se emite a través de modernos megáfonos instalados en la torre). Los minaretes tradicionalmente tienen un eje cuadrado y están dispuestos en dos niveles: el cuerpo, que constituye la mayor parte de su altura, y una torre secundaria mucho más pequeña situada encima de esta que a su vez está rematada por un fastigio de esferas de cobre o latón.[1][43]​ Algunos minaretes en el norte de África tienen cuerpos octogonales, aunque esto es más característico de ciertas regiones o períodos.[4][16]​ En el interior del cuerpo principal, una escalera, o en algunos casos una rampa, asciende hasta lo alto del minarete.[1][43]

Toda la estructura de una mezquita también estaba orientada o alineada con la dirección de la oración (alquibla), de modo que a veces se orientaban en una dirección diferente al resto de los edificios o calles situados a su alrededor.[48]​ Esta alineación geográfica, sin embargo, varió mucho de un período a otro. Hoy en día, es una práctica habitual en todo el mundo musulmán que la dirección de la oración depende de posición del lugar con respecto a la Kaaba en La Meca. En Marruecos, se corresponde con una orientación hacia oriente (que varía ligeramente según su posición exacta).[52]​ Sin embargo, en los primeros períodos islámicos hubo otras interpretaciones de lo que debería ser la quibla. En el mundo islámico occidental (el Magreb y al-Ándalus), en particular, las primeras mezquitas a menudo tenían una orientación sur, como se puede ver en las principales mezquitas tempranas como la Gran Mezquita de Córdoba y la Mezquita de Qarawiyyin en Fez. Esta disposición estaba basada en un hadiz de Mahoma que indicaba que "lo que está entre el este y el oeste es una quibla", así como en una opinión popular de que las mezquitas no deberían alinearse con la Kaaba, sino que debería seguir la orientación respecto a los puntos cardinales de la propia Kaaba (que es una estructura rectangular con sus propios ejes geométricos), que a su vez está alineada de acuerdo con ciertas referencias astronómicas (por ejemplo, su eje menor está alineado con la salida del sol del solsticio de verano).[48][52][53]

Sinagogas

Interior de la Sinagoga de la Ghriba en Yerba, Túnez

Las sinagogas tenían un diseño muy diferente al de las mezquitas, pero en el norte de África y Al-Ándalus a menudo compartían tendencias decorativas similares a la arquitectura islámica tradicional que había a su alrededor, como los azulejos coloreados y el estuco tallado,[54][55]​ aunque las sinagogas posteriores en el norte de África también se construyeron en otros estilos. Ejemplos notables de sinagogas históricas en España incluyen la Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo (reconstruida en su forma actual en 1250),[31]​ la Sinagoga de Córdoba (1315),[32]​ y la Sinagoga del Tránsito en Toledo (1355-1357). Marruecos incluye la Sinagoga Ibn Danan en Fez, la Sinagoga Salat Alzama en Marrakech o la Sinagoga de Beth-El en Casablanca, aunque existen muchos otros ejemplos.[56][57]​ Una de las sinagogas históricas más famosas de Túnez es la Sinagoga de la Ghriba, construida en el siglo XIX.

Madrasas

Patio de la Madraza de Ben Youssef en Marrakech, Marruecos (siglo XVI)

La madrasa (o madraza) fue una institución que se originó en el noreste de Irán a principios del siglo XI y fue adoptada progresivamente hacia el oeste.[1][2]​ Estos establecimientos proporcionaban educación superior y sirvieron para capacitar a los eruditos islámicos, particularmente en leyes y jurisprudencia (fiqh). La madrasa en el mundo suní era generalmente la antítesis de las doctrinas religiosas más "heterodoxas", incluida la doctrina adoptada por la dinastía almohade. Como tal, en las regiones más occidentales del mundo islámico solo llegó a florecer a fines del siglo XIII, después de la época de los almohades, comenzando especialmente bajo las dinastías meriní y hafsí.[1][10]​ Para dinastías como la meriní, las madrasas también contribuyeron a reforzar la legitimidad política de su gobierno. Utilizaron este patrocinio para fomentar la lealtad de las élites religiosas influyentes pero independientes del país y también para presentarse ante la población en general como protectores y promotores del islam sunita ortodoxo.[1][58]​ Por último, las madrasas también jugaron un papel importante en la formación de las clases cultivadas y las élites que operaban la burocracia estatal.[58]​ También desempeñaron un papel de apoyo a las principales instituciones de aprendizaje de la región, como la Madrasa de Qarawiyyin en Fez; en parte porque, a diferencia de las mezquitas, ofrecían alojamiento para estudiantes que venían de fuera de la ciudad.[2]: 137 [3]: 110  Muchos de estos estudiantes eran pobres, y buscaban la educación suficiente para obtener una posición más alta en sus ciudades de origen; y las madrasas les proporcionaban necesidades básicas como alojamiento y comida.[18]: 463  Sin embargo, eran a la vez instituciones de enseñanza por derecho propio y ofrecían sus propios cursos, y algunos ulemas gozaban de la reputación de enseñar en ciertas madrasas.[3]: 141 

Las madrasas generalmente se centraban alrededor de un patio principal con una fuente central, desde el que se podía acceder a otras estancias. Las viviendas de los estudiantes se distribuían típicamente en un piso superior alrededor del patio. Muchas madrasas también incluían una sala de oración con un mihrab, aunque solo la Madrasa de Bou Inania de Fez funcionaba oficialmente como una mezquita completa y contaba con su propio minarete.[1][10][25]

Mausoleos y zawiyas

Zawiya Nasiriya en Tamegroute, sur de Marruecos, dedicado a Mohammed ibn Nasir (fallecido en 1674)

La mayoría de las sepulturas musulmanas son tradicionalmente simples y sin adornos, pero en el norte de África, las tumbas de figuras importantes a menudo estaban cubiertas por una estructura abovedada (o una cúpula de forma a menudo piramidal) llamada qubba (palabra también escrita como koubba), un rasgo especialmente característico de las tumbas de "santos" como valíes y morabitos: personas que llegaron a ser veneradas por su fuerte piedad, milagros reputados u otros atributos místicos. Muchas de estas personas estaban relacionadas con una corriente más amplia del misticismo islámico, conocida como sufismo. Algunas de estas tumbas se convirtieron en el foco de complejos religiosos enteros construidos a su alrededor, conocidos como zawiyas (o zaouias; en árabe: زاوية‎).[1][23][59]​ Por lo general, incluían una mezquita, una escuela y otras instalaciones benéficas.[1]​ Estos establecimientos religiosos fueron los principales centros del sufismo en toda la región y crecieron en poder e influencia a lo largo de los siglos, a menudo asociados con hermandades sufíes o escuelas de pensamiento específicas.[10][15][23]

Funduq al-Najjariyyin en Fez, Marruecos (siglo XVIII)

Funduqs (posadas comerciales)

Un funduq (también escrito foundouk o fondouk; en árabe: فندق‎) era un caravasar o edificio comercial que servía como posada para los comerciantes y como almacén para sus bienes y mercancías.[1][2][48]​ En el norte de África, algunos funduqs también albergaban los talleres de los artesanos locales.[18]​ Como resultado de esta función, se convirtieron a la vez en centros de otras actividades comerciales como subastas y mercados.[18]​ Por lo general, consistían en un gran patio central rodeado por una galería, alrededor del que se organizaban almacenes y dormitorios, con frecuencia en varios pisos. Algunos eran relativamente simples y sencillos, mientras que otros, como el Funduq al-Najjariyyin en Fez, estaban ricamente decorados.[4]​ Si bien muchas estructuras de este tipo se pueden encontrar en ciudades históricas del norte de África, la única en Al-Ándalus que se ha conservado es el Corral del Carbón de la época nazarí en Granada.[10][60]

Hamames (baños públicos)

Vista desde la azotea de las cúpulas del Hamam as-Saffarin en la ciudad vieja de Fez, Marruecos
Interior del hamam de El Bañuelo en Granada, España (siglo XI)

Los baños turcos o hamames (palabra también escrita como hamán y como hammam) (en árabe: حمّام‎) son baños públicos que estaban presentes en la inmensa mayoría de las ciudades musulmanas.

Baños califales de Córdoba, uno de los pocos restos del desaparecido alcázar andalusí de la ciudad

Esencialmente derivado del modelo de las termas romanas, los hamames normalmente constaban de cuatro cámaras principales: un vestuario, desde el que se pasaba a una sala fría, a una sala cálida y a otra sala caliente.[1]: 215–216, 315–316 [61]​ El calor y el vapor eran generados por un sistema de hipocausto que calentaba el suelo. El horno reutilizaba materiales orgánicos naturales (como virutas de madera, huesos de aceitunas u otros subproductos de desechos orgánicos) quemándolos como combustible.[62]​ El humo generado por este horno contribuía a calentar los suelos, mientras que el exceso de humo se evacuaba a través de las chimeneas. De las diferentes salas, solo el vestuario estaba muy decorado con zelliges, estuco o madera tallada.[1]: 316  Los cuartos fríos, cálidos y calientes eran generalmente bóvedas o cámaras abovedadas sin ventanas, diseñadas para evitar que se escapara el vapor, pero parcialmente iluminadas gracias a pequeños orificios en el techo que podían cubrirse con cerámica o vidrio coloreado.[1]: 316  Muchos hamames históricos se han conservado en ciudades como Marrakech y Fez en Marruecos, en parte gracias a su uso continuo por parte de los lugareños hasta el día de hoy.[61][63][64]​ En al-Ándalus, en cambio, quedaron en desuso tras la expulsión de los musulmanes de la península ibérica y solo se conservan como yacimientos arqueológicos o monumentos históricos.[65]

Fortificaciones

En Al-Ándalus

La puerta de las ruinas del Castillo de Gormaz, España (siglo X)
Alcazaba y Murallas del Cerro de San Cristóbal, España (construidas en gran parte durante el período Taifa del siglo XI[66]​)

En España y Portugal han sobrevivido los restos de castillos y fortificaciones de varios períodos de al-Ándalus, a menudo situados en colinas y posiciones elevadas que dominan el campo circundante. Se utilizó una gran cantidad de términos árabes para denotar los diferentes tipos y funciones de estas estructuras, muchos de los cuales se tomaron prestados en español y aparecen en numerosos topónimos. Algunos de los términos más importantes son alcazaba (de en árabe: القَـصَـبَـة‎, romanizadoal-qaṣabah), que significa un recinto fortificado o ciudadela donde normalmente se instalaba el gobernador o gobernante, y alcázar (de en árabe: القصر‎, romanizadoal-qaṣr), que normalmente era un palacio protegido por fortificaciones.[7][67]​ Las fortificaciones se construyeron en piedra o en tapial. La piedra se usó más comúnmente en el período omeya, mientras que la tierra apisonada se volvió más común en períodos posteriores y también fue más común en el sur.[7][67]

Atalaya de El Vellón, en la provincia de Madrid, España (siglos IX-X)

En el período omeya (siglos VIII-X), una extensa red de fortificaciones cubría una amplia línea, que partía aproximadamente desde Lisboa en el oeste, luego recorría el sistema Central de montañas en España, pasaba alrededor de la región de Madrid y finalmente llegaba al este, hasta las áreas de Navarra. y Huesca, al norte de Zaragoza.[67]: 63  Además de estas defensas fronterizas, también existían castillos y guarniciones fortificadas en las regiones interiores del reino.[7]​ Estas fortificaciones se construyeron desde el comienzo de la ocupación musulmana en el siglo VIII, pero un gran número de ellas datan del período califal del siglo X. Algunos ejemplos notables de este período incluyen el Castillo de Gormaz, el Castillo de Tarifa, la Alcazaba de Trujillo, la Alcazaba de Guadix, el castillo de Baños de la Encina y la Alcazaba de Mérida.[7][67][68]​ El castillo de El Vacar, cercano a Córdoba, es un ejemplo temprano de una fortificación de tierra apisonada en al-Ándalus, que probablemente data del período del emirato (756-912), mientras que el castillo de Baños de la Encina, que data de finales del siglo X, es un ejemplo más imponente de construcción de tierra apisonada.[67][69]​ Muchas de estas primeras fortificaciones tenían una arquitectura relativamente simple sin barbacanas y solo una línea de muros. Las puertas eran típicamente entradas rectas, con puntos de paso desde el exterior y al interior (a menudo en forma de arcos de herradura) en el mismo eje.[7]: 100, 116  Los castillos típicamente tenían diseños cuadrangulares, con paredes reforzadas por torres rectangulares.[67]: 67  Con el fin de garantizar un acceso protegido al agua incluso en tiempos de asedio, algunos castillos tenían una torre construida en la ribera de un río, conectada al castillo principal a través de una muralla, conocida en español como "coracha". Uno de los ejemplos más antiguos de este tipo se puede encontrar en Calatrava la Vieja (siglo IX), mientras que un ejemplo muy posterior es la torre del Puente del Cadí, situada debajo de la Alhambra de Granada.[67]: 71  La Alcazaba de Mérida también cuenta con un aljibe (cisterna) dentro del castillo, que recibe el agua directamente del río cercano.[70][71]​ Los fosos también se utilizaron como medidas defensivas hasta la época almohade.[67]: 71–72  Además de las fortificaciones de mayor tamaño, hubo una proliferación de castillos y fortalezas más pequeños que albergaban guarniciones locales, especialmente a partir del siglo X en adelante.[67]: 65  Además, se construyeron multitud de torres de vigilancia pequeñas, generalmente redondas, que podían enviarse mensajes rápidamente entre sí a través de señales de fuego o humo. Con este sistema de señales, un mensaje codificado en Soria, por ejemplo, podía llegar a Córdoba en tan solo cinco horas. La Atalaya de El Vellón, cerca de Madrid, es un ejemplo sobreviviente, junto con otros similares en la misma región. Este sistema siguió utilizándose incluso hasta la época de Felipe II en el siglo XVI.[67]: 66 

Tras el colapso del Califato en el siglo XI, la inseguridad política resultante alentó una mayor fortificación de las ciudades. De esta época datan las murallas ziríes de Granada en el lado norte del actual Albaicín (antigua Alcazaba Vieja de la ciudad), al igual que las murallas de Niebla, las murallas de Játiva y las murallas de Almería y su Alcazaba.[7]: 115  La Alcazaba de Málaga también data de este período, pero luego fue remodelada bajo los nasridas. También existen rastros de una fortaleza del siglo XI en el emplazamiento de la actual Alcazaba de Granada en la Alhambra.[7]​ La arquitectura militar también se volvió cada vez más compleja, con puertas fortificadas que pasaron a tener entrada acodada, lo que significaba que su recorrido incluía uno o más giros en ángulo recto para frenar a los atacantes.[7]: 116 

Murallas dobles de Sevilla, España. Período almorávide/almohade (siglos XII-XIII)
La Torre del Oro en Sevilla, España: una torre defensiva almohade construida en 1220-1221[72]

Posteriormente, los almohades (siglos XII y principios del XIII) fueron particularmente activos en la restauración y construcción de fortalezas y murallas en las regiones bajo su control para contrarrestar la creciente amenaza de la "Reconquista" cristiana. La fortaleza de Alcalá de Guadaíra es un claro ejemplo que data de esta época, así como el Castillo de Paderne en el actual Portugal.[7]: 166 [68]​ Las murallas de Sevilla y Silves también datan de esta época, ambas construidas, restauradas o ampliadas por los almorávides y almohades.[68][73][74][75]​ La tecnología militar nuevamente se volvió más sofisticada, con barbacanas que aparecen frente a las murallas de la ciudad y con torres albarranas, que se convierten en innovaciones recurrentes.[7]: 166  Tanto Córdoba como Sevilla fueron reforzadas por los almohades con un conjunto de murallas dobles de tierra apisonada, formadas por un muro principal con torres regulares (baluartes) y un muro exterior más pequeño, ambos rematados por una pasarela (adarve) con crestería.[1]: 225  Las torres de fortificación también se volvieron más altas y masivas, a veces con bases redondas o poligonales pero más comúnmente todavía rectangulares. Algunas de las fortificaciones de torres más famosas de este período incluyen la Torre de la Calahorra en Córdoba, que custodiaba el extremo exterior del antiguo puente romano, y la Torre del Oro en Sevilla, una torre dodecagonal que fortificaba una esquina de las murallas de la ciudad y que, junto con otra torre al otro lado del río, protegía el puerto de la ciudad.[7]: 166 

En los siglos XIII-XV, durante el período final del dominio musulmán en al-Ándalus, las fortalezas y las ciudades fueron nuevamente fortificadas por los nazaríes o (en unos pocos casos) los meriníes. Además de las fortificaciones de Granada y su Alhambra, los nazaríes construyeron o reconstruyeron el castillo de Gibralfaro de Málaga y el castillo de Antequera, y muchos fuertes más pequeños estratégicos en la cima de una colina, como el de Tabernas.[7]: 212  También se construyó en Málaga un arsenal fortificado (dar as-sina'a), que sirvió como base naval naval.[1]: 323  Este último período vio la construcción de torres masivas y torreones que probablemente reflejaban una creciente influencia de la arquitectura militar cristiana. La Torre de la Calahorra (ahora conocida como la Torre de Homenaje) del Castillo Morisco en Gibraltar es un ejemplo particular de este tipo, construida por los merinidas en el siglo XIV.[1]: 322 [7]: 212 

En el Magreb

El Ribat de Susa en Túnez, construido en el siglo IX

Algunos de los monumentos de la era islámica más antiguos que se conservan en el Magreb son estructuras militares en Ifriquía y la actual Túnez. Los ejemplos más conocidos son el Ribat de Susa y el Ribat de Monastir, datando ambos del período aglabí del siglo IX. Una "rábida" era un tipo de fortaleza residencial construida para proteger las primeras fronteras del territorio musulmán en el norte de África, incluida la costa. Se edificaron en la costa, situándolas de forma que pudieran enviarse señales desde lejos. Especialmente en períodos posteriores, los ribats también sirvieron como una especie de lugares de retiro espiritual, y los ejemplos en Susa y Monastir contenían salas de oración que funcionaban como mezquitas. También datan del mismo período las murallas de la ciudad de Susa y Sfax, ambas construidas en piedra y con similitudes con las antiguas murallas bizantino-romanas de África.[1]: 29–36 [10]: 25–27 

La puerta fatimí del siglo X de Mahdía, Túnez, conocida como Skifa al-Kahla

Después de los aglabíes vino el califato fatimí, que pasó a dominar Ifriqiya a principios del siglo X. En particular, los fatimíes construyeron una nueva capital fuertemente fortificada en Mahdía, ubicada en una península estrecha que se extiende desde la costa hasta el mar. El estrecho acceso terrestre a la península estaba protegido por un muro de piedra extremadamente grueso, reforzado con baluartes cuadrados y una torre poligonal redonda en cada extremo donde el muro se encontraba con el mar. La única puerta era la Skifa al-Kahla (en árabe: السقيفة الكحلة‎, romanizadoal-saqifa al-kaḥla, lit. 'el vestíbulo oscuro'), defendida por dos bastiones en sus flancos y con un pasaje interior abovedado de 44 metros de largo (aunque hoy en día no está claro qué parte de la estructura pertenece a la construcción fatimí original). La costa de la península también estaba defendida por un muro de piedra con torres a intervalos regulares, interrumpido solo por la entrada a un puerto y arsenal artificiales.[1]: 89–91 [10]: 47 

Los hamaditas, que comenzaron como gobernadores de los ziríes (que a su vez fueron gobernadores de los fatimíes), también construyeron una nueva capital fortificada en Argelia, conocida como Al-Qal'a de Beni Hammad en el siglo XI, ubicada en un lugar elevado estratégico. Junto con las fortificaciones ziríes anteriores de Bugía y 'Achir, sus muros estaban hechos principalmente de piedra en bruto o aprovechada a partir de escombros, lo que demuestra un cambio lento en los métodos de construcción desde los procedimientos bizantino-romanos anteriores hacia una arquitectura más característica del norte de África y del mundo bereber.[1]: 92 

Bab Mahrouk, puerta de la época almohade de las murallas de Fez, Marruecos (principios del siglo XIII)
Ejemplo de una compleja entrada acodada en la puerta de la Bab Debbagh de Marrakech, Marruecos (siglos XII y posteriores)

A partir de la dominación almorávide y almohade de los siglos XI-XIII, la mayoría de las fortificaciones medievales del Magreb occidental, especialmente en Marruecos, compartían muchas características con las de al-Ándalus.[1][48]​ Numerosas fortificaciones almorávides en Marruecos se construyeron en respuesta a la amenaza de los almohades. El sitio arqueológico de Tasghîmût, al sureste de Marrakech, y Amargu, al noreste de Fez, proporcionan evidencias sobre algunos de estos hechos. Construidos con escombros o tierra apisonada, estos fuertes muestran similitudes con las anteriores fortificaciones de la época hamadita, así como una posible necesidad de construir rápidamente durante un período de crisis.[1]: 219–220 [11]: 299–300  Las murallas de las ciudades de Marruecos, a su vez, se construyeron generalmente con tierra apisonada, y consistían en gruesos muros coronados por una pasarela para los soldados, estando reforzadas a intervalos regulares por torres cuadradas. Estos muros se caracterizaron por estar coronados por almenas con forma de bloques cuadrados rematados por casquetes piramidales. Los principales ejemplos de tales fortificaciones se pueden ver en las murallas de Marrakech, las murallas de Fez y los muros de Rabat, todos ellos construidos en su mayor parte por los almorávides o los almohades.[4][26][48]​ En el oeste de Argelia, las murallas de Tlemcen (antes Tagrart) también fueron construidas en parte por los almorávides, utilizando una mezcla de escombros en la base y tierra apisonada en la parte superior.[1]: 220  Como en otros lugares, las puertas eran a menudo los puntos más débiles de un muro defensivo y, por lo tanto, estaban más fuertemente fortificadas que el muro circundante. En Marruecos, las puertas se diseñaron típicamente con una entrada acodada.[48][54][76]​ Su apariencia es muy variable, con ejemplos que van desde muros muy simples hasta construcciones monumentales y muy ornamentadas. Algunas de las puertas más monumentales que siguen en pie hoy en día fueron construidas en piedra a finales del siglo XII por el califa almohade al-Mansur, incluida la Bab Agnaou en Marrakech y las puertas Bab er-Rouah y Bab Oudaïa (o Bab el-Kbir) en Rabat.[11][20]

Después de los almohades, los meriníes siguieron una tradición similar, de nuevo construyendo principalmente con tierra apisonada. Su sistema de fortificación más significativo fueron los muros dobles del siglo XIII de Fez el-Jdid, su capital, pero también construyeron una parte de los muros de Salé (incluida la puerta de Bab el-Mrissa), los muros de la Necrópolis de Chellah (que incluyen una puerta particularmente ornamentada), las murallas de Mansourah (cerca de Tlemcen), y una parte de las murallas de Tlemcen.[1]: 318–321  Más al este, los hafsíes llevaron a cabo importantes obras en las murallas de Túnez, su capital, haciendo un nuevo uso extensivo de la tierra apisonada. Bab Jedid, la puerta suroeste de la medina, data de este período en 1276 y generalmente continúa el formato almohade, incluyendo una entrada acodada.[1]: 323  En siglos posteriores, los gobernantes marroquíes continuaron construyendo muros y fortificaciones tradicionales, mientras que al mismo tiempo tomaron prestados elementos de la arquitectura militar europea en la nueva época que marcó la aparición de la pólvora, probablemente a través de sus encuentros con los portugueses y otras potencias europeas en este momento. Los bastiones saadíes de Fez, como Borj Nord, son uno de los primeros ejemplos de estas innovaciones arquitectónicas.[1][37]​ A medida que la función defensiva de las murallas y las puertas de la ciudad se volvió menos relevante en la era moderna, las puertas de la ciudad finalmente se convirtieron en elementos con mayor significado ornamental y simbólico. Un ejemplo destacado de esto último es la icónica puerta de Bab Bou Jeloud, construida en Fez durante la etapa del Protectorado francés de Marruecos en 1913.[54]

La Kasbah de Taourirt en Uarzazat (siglos XIX-XX), un ejemplo tardío de la arquitectura de las qasbahs en las regiones de oasis de Marruecos

En Marruecos, el término "casbah" (en árabe: القَـصَـبَـة‎, también escrito kasbah o qasbah; equivalente del español alcazaba) generalmente se refiere a un recinto fortificado, y sirve para denominar desde pequeños fuertes con guarnición, hasta vastos complejos amurallados que funcionaban como ciudadelas y centros de gobierno de una ciudad (como por ejemplo la Kasbah de Marrakech o la Kasbah de Tánger).[1][4][11]​ El sultán Ismaíl de Marruecos (que gobernó entre 1672 y 1727), por ejemplo, construyó numerosas kasbahs en todo el país, que actuaron como fortalezas de guarnición para mantener el orden y el control del territorio, al mismo tiempo que construyó una vasta Kasbah fortificada en Mequinez, que actuó como una ciudadela imperial que contenía sus palacios.[1][77]

La palabra kasbah (o tighremt) en las lenguas bereberes también se usa para designar a varias fortalezas o mansiones fortificadas situadas en la cordillera del Atlas y en los oasis de regiones desérticas de Marruecos, como la Kasbah de Telouet, la Kasbah de Amridil, la Kasbah de Tamnougalt o la Kasbah de Taourirt en Uarzazat.[76]​ En estas regiones, a menudo áreas tradicionalmente bereberes, las kasbahs están hechas típicamente de nuevo con tierra apisonada y ladrillos de barro (o, a veces, piedra) y a menudo están marcadas por torres de esquina cuadradas, frecuentemente decoradas con motivos geométricos en sus paredes superiores y rematadas con merlones en forma de diente de sierra.[76][78]

Ejemplos por país

La siguiente es una lista de monumentos y lugares donde se localizan ejemplos de arquitectura histórica morisca importantes o conocidos. Muchos se encuentran en Europa, en la península ibérica (en los antiguos territorios de al-Ándalus), con una concentración especialmente fuerte en el sur de España (hoy Andalucía). También hay una alta concentración de arquitectura histórica morisca en el norte de África (el Magreb), en Marruecos, Argelia, Túnez y Libia.

España

Interior del Salón de Abderramán III (Córdoba), que data del siglo X
La Giralda (derecha), Sevilla
Vista de los palacios y fortificaciones de la Alhambra de Granada, que datan del período nazarí (siglos XIII-XV), con adiciones cristianas posteriores del renacimiento

Principales monumentos

Califato de Córdoba (929–1031):

Período de Taifas, almorávides y almohades (siglos XI-XIII):

Reino nazarí de Granada (1212–1492):

Otros monumentos

Alminar nazarí (siglos XIII-XV) en la localidad de Árchez, anexo a la iglesia mudéjar de Nuestra Señora de la Encarnación
Techo abovedado y calado del baño turco en el Alcázar de Jerez de la Frontera (siglo XI)
Arcos y arabescos esculpidos en un palacio de la Alcazaba de Málaga, que data del período Taifa del siglo XI[7]

Portugal

Iglesia de Nossa Senhora da Anunciação (antes mezquita), Mértola
Castillo de Paderne, Portugal
Patio y minarete en la Mezquita de al-Qarawiyyin de la Universidad de Qarawiyyin en Fez (Marruecos), fundada en el siglo IX pero ampliada y modificada varias veces

Marruecos

  • Fez (también escrito "Fes")
    • Fez el-Bali ("Antigua Fez", fundada a principios del siglo IX)
    • Fez el-Jdid ("Nueva Fez", fundada en el siglo XIII)
      • Dar al-Makhzen (el Palacio Real; interior no accesible para visitantes generales)
      • Gran Mezquita de Fez el-Jdid
      • Mezquita de Lalla ez-Zhar
      • Mezquita de Al-Hamra
      • Jardín real meriní (ya no existe)
Bab Agnaou, la puerta almohade del recinto de la Kasbah de Marrakech (finales del siglo XII)
Patio de la Madrasa de Abu al-Hasan en Salé (período benimerín, 1341)

Argelia

Mezquita de Tremecén (fundada en 1082, minarete añadido en 1236)[10]
Mezquita Zitouna en Túnez. Se cree que fue fundada en 698, pero sería reconstruida por los aglabíes en 856-864 (el minarete se añadió más tarde y luego se reconstruyó en el siglo XIX)[10][98]

Túnez

La fachada decorada de la Mezquita de las Tres Puertas en Cairuán (866)

Véase también

Referencias

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Lecturas relacionadas

  • Marçais, Georges (1954). L'architecture musulmane d'Occident. París: Arts et métiers graphiques. - En francés; una de las obras integrales más importantes sobre arquitectura islámica en la región).
  • Bloom, Jonathan M. (2020). Arquitectura del Occidente Islámico: Norte de África y península ibérica, 700-1800 . Prensa de la Universidad de Yale. - Una introducción más reciente en inglés a la arquitectura islámica en la región.
  • Barrucand, Marianne; Bednorz, Achim (1992). Arquitectura morisca en Andalucía . Taschen. ISBN 3822896322. - Panorámica centrada en la arquitectura en al-Ándalus.
  • Dodds, Jerrilynn D., ed. (1992). Al-Ándalus: el arte de la España islámica. Nueva York: Museo Metropolitano de Arte. ISBN 0870996371. - Edición de volumen y catálogo de exposiciones centrados en la arquitectura de al-Ándalus y algunos temas relacionados.
  • Salmón, Xavier (2018). Maroc Almoravide et Almohade: Architecture et décors au temps des conquérants, 1055-1269. París: LienArt. - En francés; volumen bien ilustrado centrado en la arquitectura almorávide y almohade.

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