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Carlismo en la literatura

De Wikipedia, la enciclopedia libre

El 21 de marzo de 1890, durante unas conferencias sobre el sitio de Bilbao ocurrido durante la Tercera guerra carlista, Miguel de Unamuno impartió una titulada La última guerra carlista como materia poética.[1]​ Quizá fuera este el primer intento de examinar la causa carlista en la literatura, ya que durante los 57 años anteriores el tema había estado cada vez más presente en géneros literarios como la poesía, el teatro y la novela. Con todo, no deja de ser paradójico también que al mismo tiempo que Unamuno ofrecía su análisis, se estaba a punto de iniciar el período de gran presencia del carlismo en las letras. Este período vino a durar alrededor de un cuarto de siglo, ya que hasta finales de la década de 1910 el carlismo siguió siendo el tema central de numerosas obras monumentales de la literatura española. Más tarde, perdió su atractivo como tema literario, reducido aún más tarde a papel instrumental durante el franquismo. Hoy goza de cierta popularidad, aunque ya no como catalizador de un discurso cultural o político primordial; su función es principalmente proporcionar un entorno exótico, histórico, romántico y, a veces, misterioso.

Estandarte carlista
Primera guerra carlista de Augusto Ferrer Dalmau

Romanticismo

La Primera guerra carlista estalló en pleno apogeo del romanticismo español. La respuesta literaria al conflicto fue inmediata y masiva; las características clave de tal respuesta fueron los objetivos propagandísticos buscados por ambos partes y, a menudo, un seguimiento cercano de los eventos a medida que se desarrollaban. Dos géneros que sirvieron como campos de batalla literarios clave fueron la poesía y el drama, los más adaptados en términos de capacidad de respuesta. En ambos, los cristinos lograron una ventaja inmediata, que después de la guerra se hizo visible también en la prosa, especialmente en la emergente novela. Por otro lado, la respuesta vía oralidad popular del entorno rural, que llegó posteriormente a la literatura escrita, fue predominantemente carlista. Ninguna obra romántica que aborda el tema carlista se considera parte destacada de la literatura española.

Drama

Manuel Bretón de los Herreros

En 1833 estalla la Primera guerra carlista. Generalmente se considera el momento de nacimiento del carlismo,[2]​ y desencadena casi de inmediato una respuesta literaria. El primer género literario en responder fue el drama. Se escriben varias piezas teatrales a medida que avanza la guerra y, al parecer, la mayoría de estas obras se ponen en escena, ya que servían principalmente para el propósito propagandístico de movilizar apoyo; solo unos pocas eran, más bien, comentarios sobre eventos recientes o incluso en curso.[3]​ Predominó claramente el anticarlismo, fenómeno obviamente ligado a que cristinos controlaba casi todas las zonas urbanas, centros de vida cultural y teatral.[4]​ La mayoría de los dramas parecen ser piezas cortas de un acto, caracterizadas por un mensaje fuerte y protagonistas audazmente esbozados. A diferencia del caso de la poesía, no hay una antología disponible. Parece que los dramas anticarlistas se dividen en dos categorías: piezas satíricas estrechamente relacionadas con hechos recientes o en curso y dramas en contexto histórico, que avanzan en una perspectiva liberal general y en particular contra la Inquisición y la fórmula absolutista.

Entre los escritores que sobresalen como autores de sátiras el que reaparece en numerosas obras como el más destacado es José Robreño y Tort. Se forjó un nombre como autor de piezas teatrales desde mediados de la década de 1820; venenosas caricaturas de "los serviles", p.ej. La Regencia de la Seo de Urgell o las desgracias del padre Liborio (1822) podría considerarse una preconfiguración de sus dramas anticarlistas posteriores y quizás las primeras piezas de la literatura anticarlista.[5]​ Los escasos trabajos de Robreño, escritos durante el conflicto, se volvieron a destinar al público y se sabe que se representaron en Barcelona en la década de 1830.[6]​ Otro autor liberal del mismo género, Manuel Bretón de los Herreros, es reconocido por la comedia anticarlista El plan de un drama (1835).[7]​ Entre los dramas ambientados en la historia se encuentran El trovador de Antonio García Gutiérrez (1836), Antonio Pérez y Felipe II de José Muñoz Maldonado (1837), Doña Mencia de Juan Eugenio Hartzenbusch (1838)[8]​ y Carlos II el Hechizado de Antonio Gil y Zárate (1837); en especial el último fue un éxito entre el público.[9]​ La respuesta carlista es desconocida; parece que los valores del Carlismo fueron defendidos de forma genérica "por el teatro conservador católico".[10]​ El autor más conocido de este talante es José Vicente Álvarez Perera, alto oficial carlista durante la guerra y también poeta, autor de Calendario del año de 1823[11]​ y Palabras de un cristiano.[12]José Zorilla era simpatizante del carlismo e incluso permaneció brevemente en la corte carlista, pero en sus piezas teatrales no abordó el tema.[13]

Poesía

Francisco Navarro Villoslada

Los poetas[14]​ respondieron al conflicto casi tan rápido como lo hicieron los autores de piezas teatrales. El conflicto y sus consecuencias inmediatas produjeron una avalancha de piezas rimadas, generalmente publicadas por primera vez en títulos de la prensa de la época. Alfonso Bullón de Mendoza, que intentó reunirlas, limitó su trabajo a autores contemporáneos a la guerra, llegando a elaborar una lista con un total de 110 obras.[15]​ Al ser un historiador, y no un historiador de la literatura, se abstiene de realizar un comentario filológico alguno, bien para evaluar la calidad bien para discutir el estilo; a pesar de ello, parece que la mayoría de los artículos fueron escritos con claras intenciones propagandísticas aunque ninguno de ellos logró entrar en los anales de la poesía española. Este inmenso surtido[16]​ puede analizarse principalmente desde un punto de vista estadístico. En cuanto al género la poesía se mantiene bastante diferenciada, con odas, sonetos, épicas, letras, cantos, canciones, himnos, marchas, sátiras y otros. Respecto a temas principales, los relacionados son: preparativos militares, acciones en tiempo de guerra, acuerdos de paz (Muñagorri, Vergara), intervención extranjera, ideología, personajes, actitudes hacia el enemigo y temas amorosos en tiempos de guerra.[16]

Varios artículos fueron reimpresos en antologías o volúmenes poéticos personales durante las décadas de 1840 y 1850. Tras la victoria en la guerra de los cristinos, y tras la coronación de Isabel II, un reguero de poesía cortesana continuó durante dos décadas; en interminables volúmenes, diversos autores rendían homenaje, primero, a la regente María Cristina[17]​ y, luego, a la reina. Incluso, en ocasiones, hacían referencias a la paz y la prosperidad reinantes gracias al triunfo sobre los carlistas.[18]

Algunas de las obras identificadas permanecen anónimas, pero, por contra, la mayoría son atribuibles; entre la lista de autores se encuentra José de Espronceda, que fue autor del poema Guerra (1835), militantemente anticarlista, que concluyó con el grito de "¡Muerte a los carlistas!",[19]Juan Arolas, Marcial Busquets, Ramón de Campoamor, Lorenzo de Hernandorena, José Martí Folguera, Alberto Lista, Antonio Martínez, Juan Martínez Villergas, Valentín Mazo Correa, Francisco Navarro Villoslada, Emilio Olloqui, Antonio Ribot y Fontsere, Josep Robreno, Manuel de Toro, Niceto de Zamacois y Francisco Zea. Estadísticamente prevalecen los cristinos y su afán poético llega hasta Andalucía, región menos afectada por la Primera guerra carlista.[20]

Algunos episodios bélicos llamaron especialmente la atención: el llamado Abrazo de Vergara atrajo al menos cinco obras, de José Vicente Echegaray (1839), Juan Nicasio Gallego (1850), Marcial Busquets (1858) Martí Folguera (1869) y Emilio Olloqui (1869), mientras que la batalla de Luchana fue reconocida por Antonio Martínez (1855)[21]​ y Francisco Navarro Villoslada (1840).[22]​ Este último destaca por su cambio de rumbo personal; mientras que Luchana presentó a los carlistas como reaccionarios fanáticos,[23]​ Navarro Villoslada luego abrazó la perspectiva tradicionalista.[24]​ A pesar de su propósito principalmente propagandístico, algunas obras contienen detalles históricos interesantes, por ejemplo, que arrojan nueva luz sobre los orígenes de la palabra guiri, un mote popular utilizado por los carlistas.[25]

Prosa

Wenceslao Ayguals de Izco

La prosa fue la última en reconocer el tema carlista. Aunque Mariano José de Larra lanzó sus primeras obras anticarlistas en 1833, éstas se sitúan en un espacio a medio camino entre las bellas letras y el periodismo, a veces con aspecto de cuento y otras de panfleto satírico.[26]​ Había otras obras que compartían estas características híbridas, p. ej., el gran Panorama de la Corte y Gobierno de D. Carlos de Manuel Lázaro (1839), también una sátira sobre el pretendiente carlista y su séquito.[27]​ La primera obra que claramente podría considerarse una novela fue Eduardo o la guerra civil en las provincias de Aragón y Valencia de Francisco Brotons (1840); ambientada en la última guerra, exponía la perspectiva de los cristinos.[28]​ Pronto se sucedieron otras novelas: Los solitarios (1843) de autor anónimo presentaba la corte de Carlos V desde una perspectiva muy simpática,[29]Espartero de Ildefonso Bermejo (1845-1846) adelantaba una visión vehementemente anticarlista,[30]​ mientras que Diario de un médico (1847), de Máximo López García, era un relato de aventuras escrito en clave verdaderamente romántica.[31]

La novela histórica romántica alcanzó su máxima expresión en obras de Wenceslao Ayguals de Izco,[32]​ especialmente en su Cabrera, El Tigre del Maestrazgo ó sea De grumete a general: historia-novela (1846-1848), especie de venganza personal por parte del autor[33]​ Las tramas anticarlistas merecen un lugar destacado también en otras de sus novelas, aunque sin llegar a entrar en el género de novela histórica: María la hija de un jornalero (1845-1846), El palacio de los crímenes (1855)[34]​ o La Marquesa de Bellaflor (1869).[35]​ Ayguals de Izco, de gran éxito como novelista,[36]​ inició el tono que más tarde se convertiría en dominante en cuanto al tratamiento de los carlistas en la novela española: se les presenta como hipócritas hambrientos de poder, dirigidos por un clero traidor[37]​ y sus filas pobladas por criminales, prostitutas, sicarios, ladrones[38]​ o simplemente locos y crueles brutos.[39]​ Fray Patricio de María, que dirige la organización Ángel Exterminador, fue quizás el primero en la galería de monstruos literarios carlistas.[40]​ Una serie de novelas de segunda categoría, que criticaban a los carlistas como brutos sin cerebro, vinieron a continuación; un ejemplo es El idiota ó los trabucaires del Pirineo (1857) de Pedro Mata y Fontanet.[41]

Cuando la novela española de mediados del siglo XIX emergió gradualmente como un arma cultural importante contra los carlistas, la respuesta de ellos en este campo fue escasa. Navarro Villoslada, ya convertido en legitimista, fue padre de una serie de novelas románticas históricas, aclamadas y populares, pero ambientadas en épocas anteriores y, en el mejor de los casos, podrían verse cómo ofrecían una perspectiva tradicionalista genérica.[42]​ Del mismo modo, Gabino Tejado Rodríguez, un activo político carlista y editor, en sus novelas históricas se alejó de los temas carlistas, saturándolos nuevamente con un vago tradicionalismo.[43]​ Cierta simpatía por la causa carlista podría rastrearse en La Gaviota de Fernán Caballero (1849), una novela sobre lo viejo y lo nuevo enfrentados en un pueblo andaluz.[44]​ La única novela que se podría considerar como una exaltación evidente del carlismo es El orgullo y el amor de Manuel Ibo Alfaro (1855).[45]Narciso Blanch e Illa, más tarde combatiente durante la Tercera guerra carlista, en su novela histórica Doce años de regencia (1863) utilizó el trasfondo romántico del siglo XV para defender la causa carlista.[46]Antonio Aparisi y Guijarro no escribió belles-lettres y no merecería atención aquí si no hubiera sido por su peculiar papel posterior; en la literatura escrita dos generaciones después sus escritos serían presentados como responsables de la desviación carlista de otros protagonistas literarios.[47]

Respuesta rural e internacional

José María Iparraguirre

Un género separado que podría no encajar completamente en la rúbrica de la literatura es una avalancha de rimas de origen en su mayoría popular y rural, que se mantuvieron vivas a veces durante generaciones cuando se transmitieron en la tradición oral; entraron en la literatura solo cuando los eruditos posteriores los pusieron por escrito, ya fueran etnógrafos o historiadores. Dos de estas antologías carlistas están disponibles para rimas en castellano y en euskera;[48]​ ambos demuestran un apoyo abrumador hacia la causa carlista entre la gente rural, aunque principalmente entre los vascos. Entre los autores (o coautores) mayoritariamente anónimos aunque a veces identificados, destaca sin duda José María Iparraguirre, el versolari carlista más conocido, autor (o coautor) de quizás los versos vascos más célebres, Gernikako arbola, por algunos considerado la icónica encarnación poética genuina del carlismo.[49]​ Otros apuntan hacia Vicenta Moguel, carlista y autora de poemas tradicionalistas en euskera.[50]​ Por el lado catalán, hay que señalar Lo cant de las veritats (1857) de autor anónimo y hasta ahora no identificado; representa probablemente el primer caso de tema carlista reconocido en la literatura popular catalana y es una mezcla de sentimentalismo romántico, didáctica filosófica y relato de aventuras, mitad prosaico y mitad en rima.[51]

En la literatura romántica europea, siempre en pos de un mito, el carlismo no fue muy popular.[52]​ Los carlistas cumplieron con muchos criterios del romanticismo para calificar como héroes,[53]​ pero no lograron llegar a la imaginería romántica estándar de la época.[54]

La cultura alemana permaneció en la búsqueda constante de un modelo cultural a seguir, con muchos y poco intuitivos candidatos presentados,[55]​ sin embargo, los carlistas apenas han sido considerados.[56]​ La excepción es Zumalacarregui, oder der Tod des Helden (1836) de Friedrich Senbold, drama en cinco actos que presentaba al comandante militar carlista Zumalacárregui como un héroe romántico ejemplar.[57]​ Una novela Die Reise in das Leben (1840) de Friedrich Steger contiene una mezcla típica de romance y viajes en un escenario exótico y de guerra.[58]Merced (1845), de la escritora austriaca Betty Paoli, podría parecer del mismo género, aunque en realidad la novela era un amargo tratado sobre el papel de la mujer en la era Biedermeier.[59]​ El voluntario carlista alemán, Félix Lichnowsky, fue ridiculizado en Leben und Thaten des berühmten Ritters Schnapphahnski (1849) de Georg Weerth.[60]

En francés, el carlismo logró pocos versos comprensivos de poetas legitimistas como Edouard Turquety o Juliette Lormeau,[61]​ aunque está sólo marginalmente presente en las grandes novelas de la época.[62]​ En italiano la causa carlista fue respaldada en la poesía de Antonio Capece Minutolo.[63]​ En la literatura romántica rusa, los carlistas aparecen marginalmente y simplemente como un decoro.[64]

Aunque los británicos intervinieron militarmente en la Primera guerra carlista (con la Legión Británica), las huellas literarias de su compromiso son escasas.[65]​ Uno es Los vagabundos africanos; o The African wanderers; or the adventures of Carlos and Antonio (1844) de Sarah Lee.[66]​ En The Wayside Cross: Or, the Raid of Gomez, a Tale of the Carlist War (1847) de EA Milman, los carlistas son un grupo salvaje que siembra el terror en Andalucía.[67]​ Una fórmula de Walterscottian se réplica en una novela canadiense Jack Brag en España (1842) de John Richardson[68]​ y la polaca Pan Zygmunt w Hiszpanii (1852) de Teodor Tripplin.[69]A Castle in Spain (1869) del canadiense James De Mille[70]​ e Isabella, Spaniens verjagte Königin (1869) de Georg Füllborn[71]​ pertenecen ya a la nueva era literaria.

Realismo

El realismo desplazó la atención de los escritores que abordaban el tema carlista de la poesía y el teatro a la prosa; fue la novela la que surgió como el género clave donde se discutió la cuestión y lo sigue siendo hasta el día de hoy. Al igual que durante el período romántico, la literatura siguió siendo un campo de batalla entre carlistas y liberales, con clara ventaja para estos últimos. El único personaje que bastó para desequilibrar la balanza fue Benito Pérez Galdós, el primero de los grandes literarios españoles que centró de su atención sobre el carlismo; fueron sus escritos los que marcaron la pauta durante décadas y fueron sus espantosos protagonistas carlistas los que poblaron la imaginación de los españoles en las generaciones venideras.

Obras iniciales

Patricio de la Escosura

Como ocurre en todas partes en Europa, la periodización sigue siendo un problema en la historia de la literatura española. Entre las muchas figuras intermedias de la literatura española, Fernán Caballero con sus obras relacionadas con el carlismo se cuenta a menudo entre los escritores posrománticos. Tal es el caso de Manuel Tamayo Baus, cuyas obras tempranas se contabilizan en el Romanticismo y las posteriores en el Realismo. Él mismo, un neocatólico que a principios de la década de 1870 se unió a los carlistas, Tamayo fue inmensamente popular como dramaturgo en las décadas de 1850 y 1860. Las obras de Tamayo confrontan al liberalismo desde posiciones conservadoras católicas en general,[72]​ sin embargo, su inclinación tradicionalista permaneció apenas velada; según un erudito, "el españolismo de Tamayo consiste en ser católico y carlista".[73]​ Aunque el carlismo fue un tema candente en la década de 1860 y principios de la de 1870, especialmente en términos de debate legal/político y principalmente gracias a las obras de los neocatólicos, aún no logró convertirse en una oferta literaria.

La primera novela que aborda claramente la temática carlista y clasificada dentro de la rúbrica del Realismo es El patriarca del valle (1862) de Patricio de la Escosura, oficial isabelino durante la Primera guerra carlista y amigo de O'Donnell más tarde. El Patriarca es una obra clave del primer período realista; en términos de estilo literario, avanza técnicas típicas de una nueva era, pero en términos de mensaje clave transmite la misma narrativa anticarlista, presentando a los oponentes como hipócritas dirigidos por los jesuitas y como asesinos de una crueldad bestial. La novela, bastante popular en la década de 1860, presenta una trama extremadamente compleja, que cubre también los acontecimientos de 1830 en Francia. Es valorado por los historiadores, ya que las secciones que se refieren al escenario de Madrid durante las primeras fases de la guerra posiblemente estén basadas en la experiencia de primera mano del autor.[74]Matilde o el Angel de Valde Real de Faustina Sáez de Melgar (1863), novela histórica parcialmente ambientada en la guerra y emitida casi simultáneamente ya que la obra de Escosura fue mucho menos popular entre el público por el sexo de su autor que por su calidad literaria.[75]Ellos y nosotros de Sabino de Goicoechea (1867) es la obra basada en una extensa investigación fáctica y que parece tener valor historiográfico; por ejemplo, el discurso de hasta qué punto los "fueros" formaron parte del ideario carlista de la década de 1830 se basa parcialmente en esta misma obra, considerada verista en su estilo literario.[76]​ Entre los autores de transición entre el romanticismo y el realismo Antonio Trueba[77]​ fue quien hizo muy presente el carlismo en sus novelas y cuentos, publicados en su mayoría en las décadas de 1860 y 1870.[78]​ En ocasiones podría haber parecido equidistante de los liberales y los carlistas; debido a su fuerismo vasco algunos sospecharon de él incluso de alimentar simpatías carlistas. Sin embargo, aunque sin el habitual veneno anticarlista y la militancia liberal, obras de Trueba como Cuentos del hogar (1875) presentaban las causas fuerista y carlista como totalmente incompatibles.[79]

En cuanto a la literatura, el estallido de la Tercera Guerra Carlista desencadenó una modesta respuesta internacional.[80]Ernesto il disingannato (1873-1874)[81]​ fue una novela escrita por un autor italiano hasta ahora no identificado; en formato de "romance político" promovió la causa tradicionalista y carlista.[82]​ Un tipo completamente diferente de narración de aventuras es una historia Der Gitano. Ein Abenteuer unter den Carlisten (1875), una de las primeras obras de Karl May; Mucho cruel y bárbaro, los carlistas se asemejan a los comanches de sus escritos posteriores de fama mundial.[83]​ El género defendido por Julio Verne es seguido en Francia por Alexandre de Lamothe en La Fille du Bandit (1875)[84]​ y en Italia por Luigi Previti en I diamanti della principessa di Beira (1875);[85]​ en Inglaterra, las obras de Edmund Randolph tienen el formato de una lucha con la identidad católica.[86]​ Un poeta brasileño-portugués António Gonçalves Crespo reconoció el salvajismo carlista en la poesía.[87]

Novela: realismo, naturalismo, costumbrismo

José María Pereda

Tras la Tercera guerra carlista, el tono marcado por Ayguals de Izco se ha visto reforzado en general y los carlistas literarios petrificados en su papel de fanáticos campesinos crueles, dirigidos por un clero traidor. Esta vez fue claramente la novela la que se convirtió en el arma literaria clave, aunque se dividió en dos géneros generales: el histórico y la llamada novela costumbrista. De la anterior, Rosa Samaniego o la sima de Igúzquiza de Pedro Escamilla (1877) representa un nuevo tono, inédito en el romanticismo. Centrado en las atrocidades del comandante carlista Samaniego, activo durante la última guerra -en ese momento la última era la Tercera Guerra Carlista- tendía a una veracidad brutal. El mismo rasgo marca otra novela dedicada al mismo protagonista, Vida, hechos y hazañas del famoso bandido y cabecilla Rosa Samaniego (1880); su autor aún no se ha identificado.[88]​ La brutalidad fue llevada a niveles naturalistas aún más altos en La sima de Igúzquiza de Alejandro Sawa (1888); a veces podría parecer que el autor estaba más preocupado por deslumbrar al lector con horrores y atrocidades que por denunciar a los carlistas o distinguir el bien del mal.[89]

Una novela costumbrista que causó gran impacto fue Marta y María de Armando Palacio Valdés (1883). Se centra en la cuestión de la fe, pero trata al carlismo de manera colateral; una de las protagonistas, María, representa el fanatismo religioso disfrazado de vocación contemplativa romántica; las simpatías carlistas ayudan a completar su retrato.[90]​ Muy popular La Regenta de Clarín (1884-1885) discutía hilos de la vida cotidiana, retratando a los seguidores carlistas como fanáticos que disfrutan del dinero y la influencia.[91]​ Incluso los autores menores del género denigran el carlismo; este es el caso de Jacinto Octavio Picón[92]​ o Manuel Curros Enríquez.[93]​ Sin embargo, pocos novelistas demuestran una posición opuesta; estos a nombrar en primer lugar son José María de Pereda[94]​ y Emilia Pardo Bazán.[95]​ Sus novelas, generalmente clasificadas como costumbrismo o novela de tesis, se alejan de los temas políticos, aunque en términos de la perspectiva avanzada, Pereda es considerado por algunos como uno de los pocos autores que persiguen la "tesis carlista";[96]​ en este sentido su obra clave es Peñas arriba (1895).[97]​ Tanto Pereda como Pardo Bazán demuestran comprensión por sus protagonistas afines al carlismo, normalmente marginales,[98]​ aunque algunos de ellos son ambiguos.[99]​ Una novelista de segunda que alimentó la misma añoranza de los valores tradicionales fue Eva Canel; se expresó mejor en Manolín (1891) y Oremus (1893);[100]​ Lo mismo puede decirse de Modesto H. Villaescusa, quien en novelas como La tórtola herida (1892) exploró hilos costumbristas con sabor tardorcarlista en el ámbito cultural murciano.[101]​ En el caso de los demás, el carlismo cumple el propósito de construir el ambiente de tensión.[102]Cuadros de la guerra de Concepción Arenal (1880) está teñido de sentimiento por el registro de autor en el Hospital carlista de Sangre de Miranda de Ebro[103]​ pero en general se considera un manifiesto antibelicista.[88]Julio Nombela contribuyó en gran medida a la causa carlista como editor y editor,[104]​ sin embargo, su producción literaria masiva fue silenciada políticamente.[105]Valentín Gómez Gómez había abandonado el carlismo por el conservadurismo antes de iniciar la carrera literaria.[106]

Pérez Galdós

Benito Pérez Galdós

Cronológicamente, el primero de los gigantes de la literatura española que hizo del carlismo un motivo recurrente y clave de sus obras es Benito Pérez Galdós. Las dos primeras series de su monumental ristra de novelas históricas denominadas Episodios nacionales se sitúan antes de 1833 y son las siguientes, escritas técnicamente ya en la época modernista, las que abordan la cuestión de frente. Sin embargo, todavía representan el realismo típico de su autor y difieren significativamente, ya sea en términos de estilo o en el papel del carlismo, de las obras modernistas posteriores. Además, además de los Episodios, Galdós engendró otras numerosas obras con el carlismo como tema, escritas ya desde la década de 1870. Sus objetivos eran claramente educativos; su intención declarada era enseñar a sus compatriotas su pasado. Su militancia política hizo de él el cruzado liberal español por excelencia;[107]​ como tal, pretendía demostrar el daño que el carlismo había infligido a la nación. Aunque el carlismo disfrutó de un papel visible en la novela histórica anterior, todo lo anterior convirtió a Galdós en una figura que dio forma al retrato literario del carlismo para las generaciones venideras.

En la historia de la literatura, la opinión predominante es que la posición galdosiana sobre el carlismo permanece bastante estable y puede considerarse homogénea. Según esta teoría, el carlismo de Galdós era una bestia monstruosa que, gracias a un enorme sacrificio de sangre, ha sido ahuyentado hacia los bosques. La gente puede deambular libremente por las calles, pero aún se pueden escuchar los aullidos y gemidos del monstruo; dado que el bruto podría reaparecer en la ciudad en cualquier momento, la vigilancia está a la orden del día.[108]​ Tal perspectiva no dejaba lugar a sutilezas ni a un estudio imparcial y en estos términos la obra de Galdós no difiere de la literatura partidista anterior; quizás el mejor ejemplo de tal hostilidad educativa intransigente sea Doña Perfecta (1876). Una opinión un tanto competitiva es que la perspectiva del autor cambió con el tiempo, especialmente después del desastre de la guerra estadounidense; la confrontación liberal-carlista se redefinió un poco por una nueva perspectiva, y Galdós se volvió menos militante y más historiador.[109]​ Aunque claramente no demostró simpatía por el carlismo en los volúmenes de la tercera y cuarta serie de Episodios Nacionales, se informa que el movimiento se describe cada vez menos en términos maniqueos e infernales;[110]​ en ocasiones incluso podría parecer que algunas personalidades, por ejemplo, el protagonista principal de Zumalacárregui (1898), se presentan como modelos a seguir.[111]

La voz carlista

Manuel Polo y Peyrolón

También la Tercera Guerra Carlista desencadenó una respuesta cultural popular, esta vez reducida casi por completo al ámbito lingüístico vasco y eludiendo las típicas categorías históricas; esta producción se reconoce en Karlisten Bigarren Gerrateko bertsoak, antología editada por Antonio Zavala (1997).[112]​ La respuesta catalana se suele asociar[113]​ a Jacinto Verdaguer Santaló, considerado por algunos de sus contemporáneos "príncipe de los poetas catalanes". Tradicionalista toda su vida y carlista militante en su juventud, engendró una serie de poemas destinados a ser un elogio del carlismo. Están escritos en catalán, exaltados en estilo y muy explícitos políticamente. Uno de ellos es apodado "el himno carlista" por estudiosos posteriores,[114]​ pero parece que nunca se imprimió y fue reconstruido sobre la base de los manuscritos de Verdaguer.[115]​ Las obras carlistas más explícitas jamás escritas en gallego fueron poemas de Evaristo Martelo Paumán.[116]​ Otro militante carlista, Juan María Acebal, escribió en dialecto asturiano y fue apodado "el príncipe de los poetas bables"; su único volumen Cantar y más cantar: impresiones de Asturias se publicó póstumamente en 1911.[117]​ No hay poesía carlista destacable en castellano; la mayoría de las piezas están relacionadas con eventos bélicos y granizan los triunfos carlistas, como por ejemplo La Boina del Rey (1874) de Silvestre María Ortiz y Peiro[118]​ o producción posterior de José Suárez de Urbina.[119]​ Son más bien curiosidades literarias los intentos de políticos de alto nivel, como Cerralbo[120]​ o Francisco Martín Melgar[121]​, aunque este último obtuvo un premio literario.[122]​ El propio pretendiente ganó algunos volúmenes de poemas de homenaje, de estilo convencional y pertenecientes al género de poesía cortesana general;[123]​ Destaca una pieza similar, dirigida a María de las Nieves de Braganza, escrita en occitano por el simpatizante carlista y posteriormente premio Nobel, Frédéric Mistral.[124]​ Seguro que hubo un flujo paralelo y mucho más amplio de producción similar dedicada a los pretendientes alfonsinos.[125]

En prosa la voz carlista se reduce a pocos autores. Francisco Hernando Eizaguirre probó suerte principalmente como historiador, pero también escribió una novela, Los conspiradores (1885). Guerra sin cuartel de Ceferino Suárez Bravo (1885) es la exaltación del carlismo que más impacto ha tenido entre sus contemporáneos hasta nuestros días; obtuvo el premio Academia.[126]Manuel Polo Peyrolón fue padre de una serie de novelas, algunas vagamente y otras explícitamente promoviendo el carlismo. El primer grupo está formado por Los Mayos (1878),[127]​ una historia de amor rural pensada como un elogio de la lealtad y la fidelidad[128]​ y considerada su mejor obra,[129]Sacramento y concubinato (1884)[130]​ y Quién mal anda, ¿cómo acaba? (1890), todas dirigidas contra los estilos de vida liberales y seculares.[131]​ Este último grupo está formado por Pacorro (1905),[132]​ que confronta las hazañas de un joven liberal con las virtudes de un joven carlista, la historia en el contexto de un pequeño pueblo que atraviesa el turbulento período de 1868-1876,[133]​ y El guerrillero (1906),[134]​ más de una historia de aventuras; Ambientada durante la Tercera Guerra Carlista, se basó en gran medida en los recuerdos de guerra del hermano de Polo, Florentino.[133]​ Apreciado en el ámbito conservador[135]​ como antídoto contra "el veneno de Zola",[136]​ hoy es considerado un representante de segunda fila de las "novelas de tesis".[137]​ En teatro la única voz carlista que se escuchó fue la de Leandro Ángel Herrero, historiador y editor más que dramaturgo.[138]​ Un militante carlista murciano, Carlos María Barberán, ha estado aportando cuentos y poemas desde la década de 1860, pero siguió siendo conocido solo localmente; su drama inédito Los Macabeos (antes de 1891) fue un homenaje a los pueblos antiguos que defendían su identidad religiosa.[139]

Modernismo

En términos de motivos carlistas, la diferencia clave entre el Modernismo y épocas literarias anteriores fue que el movimiento dejó de ser percibido como una amenaza directa. La literatura romántica y realista estuvo definida por la militancia política; los escritores modernistas ya pueden permitirse otra posición. Para ellos, el carlismo es más bien un fenómeno vago del pasado, que se desvanece y aún proyecta su sombra oscura.[140]​ Por lo tanto, en la literatura modernista su papel es más bien el de catalizar el discurso sobre el yo nacional y la condición humana. El Modernismo fue también el período en el que el carlismo como motivo gozó de máxima popularidad entre los grandes de la literatura española.

Unamuno

Entre los grandes de la Generación de 1898 Miguel de Unamuno fue cronológicamente el primero en abordar la cuestión carlista en una obra literaria; Paz en la guerra (1897) siguió siendo también su única novela protagonizada por el carlismo,[141]​ aunque el fenómeno fue tratado también en sus numerosos ensayos, tratados, estudios y todos los géneros que no entran en las bellas letras. Sin embargo, Paz en la guerra es –quizás junto con Zalacaín el aventurero de Baroja y la Sonata de invierno de Valle-Inclán– la obra literaria más conocida relacionada con el carlismo.[142]​ También es uno de los más ambiguos; El análisis de su mensaje y el papel del carlismo a menudo se ve muy ayudado por citas de obras no literarias o documentos privados de Unamuno.[143]​ Una opinión académica es que Unamuno cultivó cierta simpatía por el carlismo ya que lo veía claramente como una forma de regionalismo.[144]​ La opinión que prevalece es que para Unamuno hubo dos carlismos. Una era genuina, arraigada en la población rural pero en gran medida inconsciente, comunitaria si no socialista, federativa y de espíritu anarquista.[145]​ Este carlismo formó las capas más íntimas del yo español y estuvo presente en la "intrahistoria", término acuñado por Unamuno y comparado con los movimientos masivos, silenciosos e invisibles de las aguas en las profundidades del océano. Otro carlismo fue una superestructura ideológica, construida por "bachilleres, canónigos, curas y barberos ergotistas y raciocinadores",[146]​ contagiados de integrismo y formando parte de la historia política, ésta comparada con el chapoteo de las olas en la superficie del océano, ruidoso y pintoresco, pero construida en un segundo y desapareciendo en otro.[147]

Los dos carlismos están constantemente presentes en Paz en la guerra, confundiendo tanto a los protagonistas como a los lectores; Inicialmente, Unamuno fue acusado de fomentar las simpatías carlistas, algo que inmediatamente negó. De hecho, para él, el carlismo era un elemento de un proceso dialéctico de formación de la identidad nacional y, como tal, no podía ser simplemente ignorado o rechazado. La visión de Pachico de las últimas páginas de la novela, a saber, que "los dos lados tenían razón y ninguno tenía razón", se suele atribuir al propio Unamuno. El título de la novela podría interpretarse de dos maneras: como bilbaínos encontrando la paz interior en medio del asedio carlista, y como nueva vida naciendo de un enfrentamiento dialéctico. Este enfrentamiento no fue necesariamente simbólico; en numerosas obras y declaraciones, Unamuno elogió abiertamente la guerra civil como medio para superar las diferencias dialécticas. Fue solo una vez que se enteró del número de víctimas mortales de los primeros meses de la guerra civil española que cambió de opinión.[148]​ Consideró reescribir Paz en la guerra, probablemente con mucha menos comprensión del carlismo; en el último documento escrito antes de morir, Unamuno afirmó que el régimen nacionalista emergente estaba gobernado espiritualmente por un "paganismo tradicionalista católico" de inspiración carlista.[149]

Valle-Inclán

Entre los noventayochistas Valle-Inclán es quizás la figura más controvertida a la hora de definir su posición frente al carlismo.[150]​ Queda fuera de toda duda que el motivo, aunque no omnipresente, ocupa un lugar muy destacado en sus novelas, desde la tetralogía Sonatas (1902-1905) a la trilogía La Guerra Carlista (1908-1909) a la serie El ruedo ibérico (1927-1932), además de obras que no entran en los ciclos anteriores, en primer lugar La Corte de Estella (1910). La controversia es si la aparente exaltación del carlismo, demostrada por muchos de sus protagonistas y no pocas veces también por los narradores de sus novelas, debe tomarse al pie de la letra o si forma parte de un discurso irónico y quizás provocador.[151]​ Citando numerosos e innegables datos biográficos[152]​ algunos afirman que Valle-Inclán fue un carlista genuino aunque algo heterodoxo.[153]​ Otros señalan episodios aparentemente incompatibles de su biografía, por ejemplo, recibir un alto honor carlista en 1931,[154]​ cofundar la Asociación de Amigos de la Unión Soviética en 1933 y declararse admirador del fascismo y Mussolini en 1936;[155]​ cuadran el círculo al concluir que el carlismo era una de las muchas máscaras que usaba Valle-Inclán.[156]

Resolver el problema sobre la base de la literatura parece casi imposible. Para unos, el carlismo de Valle-Inclán representa grandeza de historia, tradición, idealismo, autenticidad, espíritu de libertad y heroísmo, frente a la estrechez de miras burguesa y la España de los tacaños;[157]​ es parte del regeneracionismo, un llamado a acabar con el régimen de la Restauración. Para otros,[158]​ el carlismo representa un mito ambiguo, una ilusión, a veces rayana en la farsa; su función es catalizar un discurso sobre la historia de España, que mezcla la gloria con el absurdo.[159]​ La ambientación carlista no pretende evocar una melancolía romántica sino todo lo contrario, "para presentar personajes satánicos, brutales o por lo menos misteriosos".[160]​ Según esta lectura, el carlismo de Valle-Inclán versa sobre la ironía, la caricatura, el esperpento, la parodia y la farsa.[161]​ Anhelando siempre la grandeza y el idealismo, de hecho encuentra escasa autenticidad en el movimiento, como en algunas de las novelas de Valle-Inclán "solo los ancianos suspiran por lealtad ya desaparecida".[162]​ Su principal protagonista y quizás el único bueno entre los carlistas que pueblan la gran literatura española, Marqués de Bradomín, es un carlista de su propia estirpe.[163]

Baroja

Pío Baroja

Entre los gigantes del Modernismo español Baroja fue el que más contacto personal experimentó con el carlismo, desde su infancia en la sitiada San Sebastián[164]​ hasta su senilidad en Vera de Bidasoa. El carlismo es el tema central de algunas de sus obras, la más conocida Zalacaín el aventurero (1908), y está muy presente en muchas otras, por ejemplo, 11 de los 22 volúmenes de Memorias de un hombre de acción (1913-1935) están ambientadas durante las guerras carlistas, aunque también está completamente ausente en muchas otras novelas. Entre los noventayochistas –quizás salvo Blasco Ibáñez– Baroja es también el más hostil al carlismo.[165]​ Aunque lo consideró "cosa muerta"[166]​ y vio más bien al corrupto régimen de la Restauración como un enemigo clave de su ideal republicano,[167]​ todavía se acercaba al lúgubre legado carlista como una obsesión para los españoles y más específicamente para los vascos. Desde su perspectiva nietzscheana, el carlismo era el movimiento de los débiles, animado por la Iglesia y que atraía a los incapaces de convertirse en "hombres de acción". Fuertemente atraído por la vitalidad rural, a veces primitiva y brutal pero auténtica, lamentó que fuera secuestrada por la ideología potenciada por los sacerdotes, con el resultado de "la doble bestialidad de ser católico y carlista".[168]

Casi ninguno de los numerosos carlistas que pueblan las novelas de Baroja es un hombre que se unió al movimiento por convicción: son extranjeros, aventureros, criminales que escapan a la justicia, fanáticos ciegos incapaces de razonar, hombrecillos que curan su complejo de inferioridad, muchachos exaltados que tienen lean demasiado, los tontos del pueblo, los que buscan venganza personal, los que intentan hacerse ricos, los que les lavaron el cerebro por parte de los sacerdotes, los quebrantados por el fracaso en el amor, los que están dispuestos a complacerse, los intimidados por su familia para que se unan, los reclutados por la fuerza, etc. y así sucesivamente. Aunque Baroja se sintió atraído por lo que vio como auténtica virilidad rural en las filas carlistas, creía que perduraba a pesar, no por su propia naturaleza carlista. Su protagonista más conocido, Zalacaín, como auténtico hombre de acción no sólo abandona a los carlistas sino que los golpea y engaña. Baroja se cuida de despojar a los carlistas de su notoria apariencia machista, reducidos en su visión a una cobarde brutalidad. No sólo no pueden hacer la guerra como los hombres, siguiendo tácticas cobardes y hostigando a mujeres y niños, sino que también son golpeados en peleas de uno a uno entre jóvenes y pierden miserablemente en la pelota; por supuesto, no son rival para sus oponentes cuando se trata de atraer a las hembras.[169]​ Un apéndice específico a la concepción del carlismo de Baroja se escribió en julio de 1936, cuando salió de su casa de Vera para presenciar una columna de Requeté en la marcha por Navarra. Fue identificado, personalmente y como enemigo de la religión y del carlismo, y en un camino fue retenido por los carlistas a punta de pistola. Luego de una breve discusión sobre si debería ser ejecutado, el hombre de 64 años salió con un puñetazo en la cara.[170]

Otros escritores

Marian Vayreda

Baroja, Valle-Inclán y Unamuno hicieron del carlismo el protagonista fundamental de las grandes obras modernistas; otro de los noventayochistas, Vicente Blasco Ibáñez, prefirió combatir a los carlistas en las calles[171]​ y solo les permitió una presencia marginal en sus novelas. El caso más explícito es La catedral (1903); la obra se parece más a un asalto militante al viejo estilo que al ambiguo discurso modernista, ya que los carlistas suelen ser retratados como hipócritas, que en nombre de Dios se involucran en las atrocidades más impías o simplemente se entregan a la mayoría de los placeres terrenales.[172]​ Otras personalidades de la Generación de 1898 no contaron con el carlismo ni con los carlistas en sus obras; Azorín los enfrentó varias veces en sus contribuciones de prensa, pero no se consideran aquí.

La genuina voz literaria carlista[173]​ apenas se escuchó durante la época modernista. En prosa el autor más popular fue Antonio de Valbuena,[174]​ quien desarrolló un género denominado "novela de edificación";[175]​ quizás sus muestras, en primer lugar Aqua turbiente, deberían ser vistas como parte de la literatura realista tardía.[176]​ La novela histórica está representada por Ramón Esparza Iturralde.[177]​ Las novelas de un fanático carlista Domingo Cirici Ventalló caen en un género de fantasía política; avanzando en una perspectiva carlista[178]​ atacan la perspectiva liberal; sus obras más conocidas son La República española en 1.91... (1911) y La tragedia del diputado Anfrúns (1917).[179]

En catalán un puesto muy particular lo ocupa Marià Vayreda Vila. Como autor de los heterogéneos breves Recorts de la darrera carlinada (1898) se le compara con autores de relatos bélicos como Hemingway o Babel,[180]​ mientras que su novela La Punyalada (1904) se cuenta entre las obras maestras de la literatura catalana de todos los tiempos.[181]​ Ambos están ambientados en el medio carlista, pero su mensaje sigue siendo ambiguo; algunos consideran La Punyalada un discurso velado sobre la naturaleza misma del carlismo.[182]​ En gallego una novela con claro mensaje tradicionalista fue A Besta! por Patricio Delgado, serializado en un semanario local en 1899-1900.[183]​ La novela de un ex carlista fue Blancos y negros (1898) de Arturo Campión, un discurso sobre la identidad vasca.[184]​ Otro ex carlista Ciro Bayo[185]​ soltó Dorregaray. Una correría por el Maestrazgo (1912), a medio camino entre la novela histórica, el relato de aventuras y el libro de memorias.[88]

Quizás las rimas carlistas más conocidas nacieron en 1908, cuando Ignacio Baleztena escribió la letra en español del himno carlista originalmente vasco Oriamendi.[186]​ Los primeros intentos de poesía vasca escrita con sabor a carlismo los registra Ramos Azcárate Otegui.[187]​ Tres poetas carlistas algo populares en la época fueron Pilar de Cavia,[188]Enrique de Olea y Florentino Soria López;[189]​ especialmente Soria era bastante inequívoco en sus simpatías políticas, como se muestra en el volumen Cantos a la Tradición (1911).[190]Joan Bardina durante su etapa carlista en la década de 1890 engendró poemas militantes y exaltados[191]​ y sátiras.[192]​ En el caso del teatro, no precisamente el catalán sino el valenciano fue la lengua que utilizó Eduard Genovès i Olmos, "un Jaumiste de pura sang", al escribir su drama Comandant per capità (1915).[193]​ Juan Ortea Fernández engendró una comedia en un acto Requeté (1912).[194]​ El cómico y costumbrista Carlos Arniches, autor de piezas teatrales cómicas de gran popularidad que compitió en la candidatura carlista a las Cortes, se alejó de los temas políticos.[195]​ El caso de la virulenta zarzuela anticarlista Vaya calor (1908) fue una obra conjunta.[196]

Entre los autores extranjeros se encontraba el estadounidense John Oliver Hobbes[197]​ y cuatro británicos, que engendraron novelas de aventuras de ritmo rápido: Henry Seton Merriman,[198]​ Arthur W. Marchmont,[199]​ GA Henty,[200]​ y Heber Daniels.[201]​ Una historia con entidad propia es un cuento muy breve, Ego te absolvo (1905), atribuido por algunos a Oscar Wilde.[202]​ Auténtico o no, demuestra que la imagen española imperante de un carlista cruzó los Pirineos: un carlista brutal, salvaje y relajado en sus principios religiosos;[203]​ sin embargo, también hubo estereotipos opuestos.[204]​ En Francia, el conde de Saint-Aulaire publicó una novela histórica convencional Carlistes et Christinos (1895).[205]​ En Italia Giovanni Martini, el representante del cattolicesimo intransigente literario, escribió un drama Don Pedro di Elisonda (1900).[206]

Catastrofismo

La literatura española del siglo XX plantea un gran problema en cuanto a la periodización, con múltiples propuestas contradictorias; parece casi imposible señalar una tendencia literaria estética generalmente aceptada como prevaleciente o incluso especificar límites temporales para un período determinado, independientemente de su posible nombre.[207]​ La periodización aceptada aquí se centra en la ruptura de las estructuras tradicionales y la inestabilidad extrema, enredada en el conflicto y finalmente produciendo confrontación. Abrigar un concepto de choque violento como resultado ineludible de la crisis actual, desde los tardíos regeneracionistas hasta las personalidades de la Segunda República, es a veces bautizado como "catastrofismo".[208]​ En cuanto al tema carlista, este período difiere muy claramente del Modernismo; el interés por el carlismo se deterioró, y durante el Primoderiverismo y la Segunda República el motivo casi desapareció de la literatura, salvo algunos noventayochistas que continuaron con sus hilos más antiguos. La Guerra Civil produjo una breve avalancha de literatura destinada a movilizar el apoyo a los partidos beligerantes, incluidos los carlistas.

Novela de entreguerras: grandes nombres

Joseph Conrad

Entre los grandes escritores de la generación de 1898 Baroja siguió escribiendo en la línea que había desarrollado durante el Modernismo, y al menos en términos de hilo carlista las últimas novelas de Memorias de un hombre de acción estrenadas en las décadas de 1920/30 y Zalacaín de 1908 forman el misma obra homogénea. Unamuno ha abandonado el móvil carlista, aunque sigue abordando el fenómeno en sus tratados y estudios. Algunos estudiosos afirman que en el caso de Valle-Inclán se puede hablar de una nueva cualidad, fruto de sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial. Inicialmente, cuando en su papel de corresponsal de guerra, Valle-Inclán se hizo pasar por un patriarca carlista, recorriendo el frente con boina roja y equipo semimilitar, pero muchos estudiantes afirman que la guerra cambió su perspectiva sobre la grandeza y la gloria. Sostienen que Valle-Inclán abandonó su anterior carlismo supuestamente genuino y se volvió hacia nuevas ideas, quizás algo atraído por los atractivos tanto del fascismo como del comunismo. El ruedo ibérico (1927-1932) se ve cada vez más saturado de carlismo grotesco y farsante; el cambio se sella cuando Marqués de Bradomín finalmente abandona el legitimismo.[209]

Uno de los pocos casos raros de carlismo presentado como motivo clave en los escritos de un gigante literario que no provenía de una cultura hispana es The Arrow of Gold de Joseph Conrad (1919). El escritor polaco-inglés afirmó que él mismo había estado involucrado en el contrabando de armas para los rebeldes a lo largo de la costa mediterránea durante la Tercera Guerra Carlista, pero los historiadores de la literatura no están de acuerdo en si estas afirmaciones deben tomarse en serio.[210]​ Sin embargo, debe haber presenciado al menos la conspiración carlista en el sur de Francia a principios de la década de 1870 y algunos sospechan incluso una relación amorosa en llamas con motivos carlistas de fondo. The Arrow of Gold parece basarse en gran medida en estas experiencias juveniles, pero el carlismo sirve principalmente como trasfondo que evoca una atmósfera de misterio. Es difícil encontrar simpatía particular u hostilidad particular por el movimiento, sin embargo, muchos estudiosos afirman que el protagonista clave consideró que el alter ego de Conrad fue utilizado cínicamente por los conspiradores carlistas. Por otro lado, la misteriosa heroína de la que se enamora, doña Rita, es carlista, aunque esto parece tener poco que ver con la relación amorosa. En general, la novela se considera un tratado sobre el "límite emocional entre las personas";[211]​ Conrad nunca más ha mostrado interés literario por los temas españoles.

El carlismo atrajo también a otro escritor inglés, en ese momento aún por convertirse en eminente, Graham Greene. Ya sea a fines de la década de 1920 o a principios de la década de 1930, escribió El episodio, la novela que narra las experiencias de un joven idealista en un contexto muy poco definido de agitación revolucionaria en la España del siglo XIX; la narración contenía hilos carlistas no marginales.[212]​ La novela nunca ha sido publicada,[213]​ pero algunos de sus hilos y protagonistas fueron reciclados en Rumor at Nightfall (1931),[214]​ la obra considerada la "primera novela católica" de Greene,[215]​ ambientada en la Primera guerra carlista.[216]​ La acción tórrida de la novela se centra en una relación amorosa y celosa de dos ingleses, que domina sobre la acción política potencialmente emocionante.[217]​ Los protagonistas se enamoran de una seductora mujer católica, muy parecida a la protagonista femenina de Conrad, Doña Rita,[217]​ mientras que otro protagonista escurridizo, un comandante carlista Cavera, tiene cierta semejanza con Cabrera. Los críticos consideran que la novela es un intento bastante desafortunado de "combinar las formas conflictivas de un drama moral cristiano y una historia de aventuras internacional";[218]​ el papel del carlismo es evocar dilemas morales relacionados con el "intenso espíritu de devoción religiosa".[218]

Novela de entreguerras: nombres no tan grandes

Estanislao Rico Ariza

Otro extranjero que demostró interés por el carlismo fue Pierre Benoit, uno de los escritores franceses más leídos del siglo XX y tradicionalista; se adhirió a su raza secular específica, en Francia moldeada por la personalidad de Charles Maurras. Su Pour don Carlos (1920) estuvo marcada por el estilo característico de Benoit: una trama aventurera bien construida combinada con una buena investigación historiográfica y una psicología algo simplificada; en términos de simpatías políticas, saludaba claramente la causa legitimista.[219]​ La novela tuvo bastante popularidad y en 1921 sirvió de guion para una película del mismo título, quizás la primera de temática carlista.[220]​ Un simpatizante legitimista Jules Laborde engendró Une vengeance carliste (1927), ambientada en la Tercera guerra carlista.[221]​ En la Alemania nazi, Johannes Reinwaldt publicó una novela Der Königsthron (1937), ambientada durante la Primera guerra carlista.[222]​ Temas carlistas destacados también en prosa sensacionalista de tercera categoría, p. Don Jaime fue protagonista de Piętno przekleństwa (1924), una novela en polaco del autor ruso Nikolay Breshko-Breshkovsky.[223]

Entre los novelistas españoles Gabriel Miró es un escritor incluido en la Generación de 1914. Destaca porque sus novelas de Oleza, p.ej. El abuelo del rey (1915), ofrecen un discurso velado sobre la tradición y el cambio con el Tradicionalismo presente de fondo.[224]​ Además, en sus últimas novelas algunas de sus personalidades carlistas, como Don Álvaro de Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) escapan al esquema habitual y proporcionan un punto de referencia ambiguo y bastante misterioso.[225]​ Debido a sus motivos carlistas, algunos estudiosos consideran a Miró como uno de los escritores clave que formaron la imagen literaria carlista. Estanislao Rico Ariza, activo bajo el seudónimo de "Francisco de Paula Calderón", fue un militante carlista implicado en enfrentamientos con los anarquistas. Aprovechando su experiencia de primera mano, publicó una novela única sobre el terrorismo anarquista, Memorias de un terrorista: Novela episódica de la tragedia barcelonesa (1924); 12 años después lo pagó con su vida.[226]Benedicto Torralba de Damas escribe En los nidos de antaño (1926), una novela que en el ámbito tradicionalista le valió el prestigio de "distinguido literato". Dolores Gortázar, militante carlista activo como propagandista a principios de la década de 1920, durante el período primoderiverista fue muy popular como novelista; sin embargo, escribió una prosa banal desprovista de tramas ideológicos. Benjamin Jarnés firmó su Zumalacárregui, el caudillo romántico (1931) de una manera muy peculiar; su protagonista se presenta más que un héroe militar, como una genial encarnación de la individualidad que podría haber sido un icono tanto de los carlistas como de los liberales, "artista de la acción". Villaescusa se destacó en la prosa histórica con La odisea de un quinto (1930), la novela con sabor a tradicionalismo ambientada en la Tercera Guerra Carlista; de género similar, Florentino Soria López realizó Los titanes de la raza (1925), recalcando más un exaltado patriotismo en lugar de carlismo. Antonio Pérez de Olaguer comenzó su carrera literaria posterior de larga duración con un género algo nuevo, una novela grotesca La ciudad que no tenía mujeres (1932).

Entre los escritores de clara visión anticarlista destaca Félix Urabayen, que ambienta algunas de sus novelas en Navarra. En El barrio maldito (1925) retrata a la provincia bajo el control reaccionario de los carlistas, quienes tradicionalmente son presentados como hiprócritas;[227]​ en Centauros del Pirineo (1928) de una manera un tanto barojiana aclama a los contrabandistas, que representan la "sensibilidad fina, moderna, europea" frente al "elemento tradicionalista".[228]​ En otro bastión carlista, Cataluña, hay que señalar a Pedro Corominas, cuyo afán anticarlista culmina en la novela Silèn (1925);[229]​ sin embargo, aunque era un hombre de convicciones vehementemente liberales, todavía prefería el triunfo carlista a la continuación de la corrupta monarquía alfonsina.[230]​ El futuro presidente del Gobierno y presidente de España, Manuel Azaña, en su Fresdeval (1931) describía al carlismo como una reliquia medio muerta -aunque retratada con cierta melancolía- de la vieja España aristocrática.[231]

Teatro y poesía

José María Hinojosa

El drama perdió importancia como campo de batalla político ya a mediados del siglo XIX, pero los ecos de los debates relacionados con el carlismo también se escucharon entre los dramaturgos. Entre la avalancha de piezas teatrales pro- republicanas de la década de 1920 o incluso dramas más militantes de izquierda de principios de la década de 1930, muchas contenían hilos carlistas más o menos explícitos. Por su autor un buen ejemplo es La corona (1931) de Manuel Azaña; presentaba a un tradicionalista, Aurelio, que primero lidera un golpe contra el gobernante legítimo y luego asesina a un protagonista liberal.[232]​ Mucho menos populares fueron las obras escritas por los carlistas, escenificadas en escenarios locales, círculos carlistas o establecimientos religiosos. Dentro de este campo ocupó una posición particular Manuel Vidal Rodríguez, relacionado con la rama integrista del Tradicionalismo. En las tres primeras décadas del siglo XX, estuvo contribuyendo como prosaista y editor, aunque especialmente como dramaturgo; sus dramas abarcan temas religiosos en un marco histórico, como La Reina Lupa (1924).[233]​ Su posición en el campo de las letras, sin embargo, se deriva más bien de su papel como profesor de lengua y literatura castellanas en la Universidad de Santiago de Compostela.[234]​ La simpatía por el carlismo es claramente visible en los primeros trabajos de José del Río Sainz;[235]​ culminaron en su poema dramático La amazona de Estella (1926),[236]​ considerado un homenaje carlista.[237]​ También hubo algunos, generalmente jóvenes asociados al carlismo, que probaron suerte como dramaturgos. Antonio Pérez de Olaguer se hizo un nombre en el ámbito carlista de principios de la década de 1930 como novelista y ensayista, aunque también contribuyó al teatro. Junto con Benedicto Torralba de Damas, fue el autor de Más leal que galante (1935), un manifiesto teatral carlista bastante singular y explícito que le valió el estatus de celebridad literaria partidaria.[238]​ Pocos dramas militantes y moralizantes catalogados como costumbrismo nostálgico[239]​ fueron escritos por Jaime del Burgo. Hoy obras como Lealtad (1932), Cruzados (1934), Al borde de la traición (1936) son consideradas "ejemplos de teatro carlista tradicionalista",[240]​ con el objetivo fundamental de presentar la Navarra genuina y sus costumbres como fortaleza de valores tradicionales[241]

En poesía, Cristóbal Botella y Serra siguió publicando poesía bajo seudónimos en periódicos integristas como El Siglo Futuro hasta que murió en circunstancias poco claras a principios de la década de 1920.[242]​ Otro retoño poético carlista fue Florentino Soria López, que abandonó el jaimismo y se puso del lado de los rebeldes mellistas, fusionándose más tarde en instituciones primoderiveristas.[243]​ El viejo dirigente del partido ortodoxo José Pascual de Liñán y Eguizábal prosiguió también con piezas poéticas, sus versos clásicos ensalzando las virtudes tradicionales españolas, comentando acontecimientos en curso y homenajeando a grandes hombres del carlismo.[244]​ Algunos extranjeros lo consideraban "el mejor poeta español".[245]​ Un poeta de la generación más joven, Manuel García-Sañudo, cuyo afán carlista literario lo llevó entre rejas durante los últimos años de la Restauración, pasó de las primeras letras de Sonetos provincianos (1915) y Romance de pobres almas (1916) a estrofas más beligerantes relacionadas con su destino en Marruecos. Francisco Ureña Navas, editor carlista de Jaén, fue reconocido localmente por sus poemas costumbristas, publicados en Alma española (1918) o Hojas y flores (1922); fue el líder de una agrupación poética local "El Madroño".[246]Luis Carpio Moraga, escritor baezano, escribió un soneto en honor al político carlista Juan Vázquez de Mella pocos días antes del comienzo de la guerra civil española.[247]​ Por último, pero no menos importante, en el extremo vanguardista estaba José María Hinojosa, el joven cacique carlista de la provincia de Málaga[248]​ y colaborador de la poesía surrealista española; sin embargo, en lugar de temas carlistas avanzó una visión un tanto icononoclasta.[249]​ Hinojosa, junto con Ureña Navas, Torralba de Damas, Carpio Moraga y Rico Ariza, figura entre los escritores carlistas asesinados por sus adversarios políticos.[250]​ En gallego la poesía tradicionalista fue aportada por Enrique García-Rendueles.[251]

Literatura de guerra

Antonio Pérez de Olaguer

El estallido de la guerra en 1936 desencadenó una avalancha de obras literarias destinadas a movilizar apoyo y mantener el entusiasmo. La producción literaria de los republicanos se mantuvo muy por debajo de la del lado opuesto; en ninguna de las 30 obras identificadas hay un personaje carlista digno de mención[252]​ aunque algunas presentan temas carlistas, como A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales (1937)[253]​ o Loretxo de Txomin Arruti (1937).[254]​ Entre los nacionales había al menos 10 novelas que tenían a los carlistas como grandes protagonistas. Todos caen en la versión bélica de la novela de tesis; escritos con claros objetivos moralizantes en mente, ofrecen una narrativa poco elaborada y personalidades maniqueas incompletas.[255]​ Esta oleada de novelas que glorificaban al carlismo duró poco y, en ocasiones, se la denomina el "canto del cisne" literario carlista; Después del decreto de unificación de 1937, la literatura se adaptó cada vez más para encajar en la propaganda oficial, lo que permitió hilos carlistas solo cuando conducían a la fusión en FET.[256]

La novela señalada como la más propia de la visión literaria carlista de la guerra es El teniente Arizcun de Jorge Claramunt (1937);[257]​ otros candidatos son El Muro de José Sanz y Díaz (1937)[258]Guerra en el frente, paz en las almas (1936), Hágase tu voluntad (1937), La Rosa del Maestrazgo (1939) de Concepción Castella de Zavala; Rosa-roja y flor de lis (1936), La mochila del soldado (1937) de Juan Bautista Viza, y las novelas de Jesús Evaristo Casariego:[259]Flor de hidalgos (1938)[260]​ y especialmente La ciudad sitiada (1939), este último bautizado como "patética apología del carlismo".[261]La promesa del tulipán de Ignacio Romero Raizábal (1938) es algo distinta ya que su protagonista no es el idealista de siempre sino un sibarita que evoluciona antes de presentarse voluntario a Requeté y encuentra recompensa, también en asuntos del corazón.[262]La enfermera de Ondárroa de Jorge Villarín (1938) se centra atípicamente en la figura femenina, que muere con Viva Cristo Rey en los labios.[263]​ A diferencia de una obra característicamente posunificadora de Villarín[264]​ y como Casariego, Pérez de Olaguer en los cuentos Los de siempre (1937) y una novela Amor y sangre (1939) avanzó la causa carlista hasta los límites permitidos por la censura, heroica Los carlistas también son protagonistas de Por mi Patria y por mi dama de Ramón Solsona y Cardona (1938).[265]Triunfo y En la gloria de amanacer de María Sepúlveda (ambas de 1938) son muestras de novelas donde los carlistas no dominan, fusionados en una mezcla patriótica perfectamente esperada por el régimen.[257]​ Una versión infantil de la literatura bélica fue una revista carlista de Pelayos.[266]

La guerra civil española desencadenó una respuesta literaria masiva en el extranjero, pero la mayoría de los autores ignoran los hilos carlistas; están ausentes en obras conocidas como The Confidential Agent de Graham Greene (1939) y L'Espoir de André Malraux (1945),[267]​ o en la mayoría de las piezas menores,[268]​ aunque hay excepciones.[269]​ Definitivamente, la obra literaria más famosa escrita durante o poco después de la guerra civil española, Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway (1940), se relaciona sólo marginalmente con el tema carlista. Un teniente de carácter secundario Paco Berrendo no se parece al típico monstruo literario carlista;[270]​ también se retrata con compasión un requeté montado anónimo, fotografiado por Robert Jordan, fruto quizá no tanto de la idea del carlismo de Hemingway como de su fascinación por Navarra. Sin embargo, el tema carlista atrajo también a algunos escritores menos conocidos. Una novela de calidad literaria superior a la media es Requeté del autor francés Lucien Maulvault (1937).[271]​ El trabajo se destaca por los trasfondos psicológicos, los giros y vueltas impredecibles de la trama y la perspectiva trágica general.[272]​ Simpatizante del esfuerzo del requeté más que del carlismo como tal, la novela lamenta el horror de la guerra civil y parece una preconfiguración de la literatura existencialista;[273]​ otros subrayan más bien que "articula la estética del compromiso".[274]

Franquismo

Los problemas de terminología y periodización relacionados con la historia de la literatura española del siglo XX se aplican también a los años posteriores a la Guerra Civil. El "franquismo" es generalmente un término que se usa para denotar un sistema político, no una tendencia cultural o literaria prevaleciente, aunque también podría emplearse en este modo. Las designaciones alternativas aplicadas a la cultura de la época son "nacionalcatolicismo"[275]​ o "fascismo",[276]​ aunque ambas están en disputa. En cuanto al motivo carlista en la literatura, el período está marcado por un enfoque específico, que estaba fuertemente relacionado con el control oficial sobre la vida cultural y que reflejaba el papel político del carlismo en la España franquista. El carlismo fue bienvenido cuando se presentó como un movimiento glorioso del pasado; por otro lado, el carlismo no fue bien recibido como propuesta cultural para el presente. La novela que se convirtió en best-seller ambientada en la Guerra Civil y publicada en la España franquista, Un millón de muertos de José María Gironella (1961), también presentaba a los carlistas en términos muy ambivalentes.[277]

Novela de tesis

Francisco López Sanz

Durante las primeras décadas de la posguerra española la tendencia que predominó claramente en lo que se refiere a la temática carlista fue la continuación de las novelas de corte bélico; fue visible en la década de 1940 pero comenzó a secarse y desapareció casi por completo en la década de 1950. Ninguna de las características clave cambió: objetivos moralizantes persistentes, personajes incompletos y maniqueos, escenario de la Guerra Civil, trama animada pero predecible. A medida que la Falange ganaba claramente la delantera en la lucha interna por el poder, también empezó a prevalecer la perspectiva histórica falangista, con los personajes carlistas relegados a papeles secundarios en la narrativa; es el caso de Rafael García Serrano y su La fiel infantería (1943), Cuando los dioses nacían en Extremadura (1947), Plaza del Castillo (1951) o Los ojos perdidos (1958). Casariego siguió escribiendo, pero la más exitosa de sus novelas bélicas, Con la vida hicieron fuego (1953), no contenía hilos carlistas. Reeditado varias veces y traducido al francés, inglés, alemán e italiano, presentaba al hijo de un pescador convertido en comandante de la marina; la novela pronto sirvió como guion para una película.[278]​ José Sanz y Díaz siguió escribiendo, publicando -entre numerosas obras no narrativas- las novelas El secreto del Lago (1943) y La herrería de Hoceseca (1950).[258]Con capa y chistera (1945) y Mi ciudad y yo (1948) son traducciones al español de novelas originalmente catalanas de Ramón Solsona, ambas fuertemente basadas en su propia experiencia cuando se escondió en la zona republicana.

En la década de 1940, Eladio Esparza escribió una serie de novelas que no respaldaban explícitamente el carlismo, sino que formaban un elogio del tradicionalismo general que dio lugar a las corrientes carlistas.[279]​ Las novelas de Jaime del Burgo asumieron un formato heterogéneo. Su Huracán (1943) fue una novela bastante convencional inicialmente ambientada en la Barcelona de preguerra.[280]El valle perdido (1942) involucraba hilos mágicos.[281]​ Finalmente, Lo que buscamos (1951) tradicionalmente aclamado méritos patrióticos pero abrazado el tono de amargura y naturalismo, si no de melancolía.[282]La casa de la militante carlista Dolores Baleztena (1955) rastrea a una familia navarra que cultivó los valores familiares y regionales al vivir en Idaho.[283]​ Cronológicamente la última novela del género es ¡Llevaban su sangre! de un prolífico editor carlista Francisco López Sanz (1966).[284]​ La novela destaca por su intransigencia política, especialmente porque fue recomendada más de un cuarto de siglo después del final de la Guerra Civil; López argumentó que los republicanos derrotados no merecían ninguna compasión, ya que responderían con una "imperdonable ingratitud".[285]​ Novelas que afrontaban claramente la unificación franquista no tuvieron posibilidades de ser publicadas y quedaron manuscritas, como Camino de la Cartuja de Ramón Niubó Aymerich.[286]​ Las únicas novelas de tesis relacionadas escritas en el exilio identificadas son Ekaitzpean de José Eizagirre (1948) y Laztantxu eta Betargi de Sebert Altube (1957). El primero presenta a un patriarca carlista vasco que decide unirse a los gudaris,[287]​ el segundo retrata a una niña de una familia acomodada que tiene que vencer la resistencia de sus parientes carlistas para casarse con un simple trabajador, nacionalista vasco.[288]​ No exactamente novelas de tesis, sino novelas que ofrecen una visión historiográfica tradicionalista del pasado italiano son obras de Carlo Alianello, algunas de las cuales, como <i>L'eredità della priora</i> (1963), contienen hilos carlistas explícitos.[289]

Novela de aventura

Carmela Gutiérrez de Gambra alias Miguel Arazuri

Muchas de las novelas de tesis de la época de la guerra se basaron en intrigas llenas de acción, pero los persistentes objetivos moralizantes y el claro propósito pedagógico, si no propagandístico, generalmente prevalecieron sobre sus características aventureras. No es el caso de otro subgénero novelístico, donde la aventura está en primer plano; podría estar ambientado en un escenario histórico o contemporáneo. En la historia de la literatura española se las denomina "novela de aventura" o, generalmente cuando prevalecen los hilos románticos, "novela rosa", esta última destinada principalmente al público femenino.[290]​ Este tipo de literatura fue otra protagonizada por los hilos carlistas y los protagonistas carlistas; a diferencia de las novelas de tesis, las obras que entran en esta rúbrica generalmente, aunque no siempre, se ubicaron en el marco histórico, especialmente durante las guerras carlistas del siglo XIX.[291]​ Especialmente en el caso de los autores carlistas, tal trasfondo permitía una mayor flexibilidad a la hora de promover su causa política, sujetos a un escrutinio de censura mucho más riguroso en el caso de la última guerra civil. Esta literatura estuvo en auge desde la década de 1940, convirtiéndose a mediados del franquismo en la plataforma clave para sostener la presencia carlista en la cultura.

La mayoría de los autores carlistas que contribuyeron a la propaganda del partido como redactores, editores o autores de novelas de tesis se adentraron en la novela de aventuras. Casariego publicó Jovellanos, o el equilibrio: ideas, desventuras y virtudes del inmortal hidalgo de Gijón (1943) y Romances modernos de toros, guerra y caza (1945). Pérez de Olaguer se especializó en literatura de viajes pero también fue padre del Hospital de San Lázaro, subtitulado "autobiografía novelesca" (1953). Sanz y Díaz estuvo más cerca de formatear sus novelas como novela histórica al centrarse en personajes históricos en Santo Tomás de Villanueva (1956), Castillos (1959) o Tirso de Molina (1964). Ignacio Romero Raizábal satura de tradicionalismo sus Como hermanos (1951), Héroes de romance (1952), 25 hombres en fila (1952) y El príncipe requeté (1965). Sin embargo, dos prolíficos autores carlistas que destacaron en esta literatura fueron mujeres, Concepción Castella de Zavala (unas 15 novelas),[292]​ y Carmela Gutiérrez de Gambra como "Miguel Arazuri" (unas 40 obras). Sus novelas se proyectan en escenarios muy diferentes, desde principios del siglo XIX hasta la España contemporánea. Destinados a un público popular, son una lectura fácil, con tramas aventureras o románticas; los carlistas aparecen a menudo como protagonistas clave. Si bien los escritos de Romero Raizabál, quien también escribió poesía, reflejan una inclinación por el formato sentimental, no es el caso de Arazuri/Gutíerrez. Intelectual analítica, diagnosticó que en una cultura dominada por los medios de comunicación la difusión era clave, y el carlismo estaría mejor servido por novelas sencillas pero populares que por grandes obras sofisticadas leídas por pocos.[293]Les històries naturals de Joan Perucho (1960) fue una fantasía vampírica muy popular que inició la tendencia, popular más tarde, a desviarse cada vez más de una típica historia de aventuras.[294]​ Un lugar propio lo ocupa Josep Pla, al que algunos denominan "obsesionado con el carlismo".[295]​ El tema aparece con frecuencia en sus escritos discursivos, pero también en la ficción, por ejemplo, en Un señor de Barcelona (1951);[296]​ lo retrató "com un tret important de la nostra historia i com un antecedent d'un determinat corrent dins el catalanisme".[297]

Poetas

En poesía José Bernabé Oliva estrenó, entre intentos prosaicos, Hispánica: Romancero de Mío Cid y otros poemas (1942), pero su aporte queda empequeñecido -al menos en términos numéricos- por los poemas de Manuel García-Sañudo, que siguió escribiendo desde la década de 1910;[298]​ sus volúmenes poéticos Las razones de Alonso Quijano (1941), El dolor de Cádiz (1947), Elogio de Marchena (1951) giran en torno a temas tradicionales.[299]​ Una exaltación directa del carlismo es la poesía de un religioso, Antonio Sánchez Maurandi,[300]​ un combatiente del requete Germán Raguán, autor conocido por su poemario único Montejurra (1957),[301]​ y éste de Máximo González del Valle, cuyos poemas - p.ej Elegía de los Requetés (1966) - se encuentran dispersos en unos pocos volúmenes.[302]​ Sin embargo, fue Ignacio Romero Raizábal quien emergió como el hombre de bellas letras claramente carlista más conocido del franquismo, especialmente porque siguió publicando hasta principios de la década de 1970 y se convirtió en una especie de patriarca literario carlista; Además de novelas y no ficción solía publicar también poemas, algunos incluidos en una antología de 1955 de la poesía española de todos los tiempos.[303]​ Un autor que permanece casi olvidado pero cuya obra poética se encuentra entre las más interpretadas durante las ceremonias militares oficiales en la España actual es Martín Garrido Hernando, quien se presentó voluntario a las tropas carlistas durante la Guerra Civil a la edad de 40 años. Escribió un poema titulado Soneto a los Caídos, pensado como un lamento por los muertos carlistas y nacionalistas.[304]​ Con el tiempo, el poema con la música que lo acompaña fue aceptado por el ejército y se interpreta durante los funerales militares. Sin embargo, se ha cambiado la letra original: se reemplazaron los pasajes "Inmolarse por Dios" y "servir al Rey".[305]

La estrella en ascenso de la poesía fue Rafael Montesinos, quien de adolescente se ofreció como voluntario para requeté. Desde la década de 1940 siguió publicando regularmente poesía, lo que le valió el Premio Ateneo de Madrid de 1943 y el Premio Ciudad de Sevilla de 1957; durante el franquismo editó al menos 10 volúmenes: Balada del amor primero (1944), Canciones perversas para una niña tonta (1946), El libro de las cosas perdidas (1946), Las incredulidades (1948), Cuaderno de las últimas nostalgias (1954), País de la esperanza (1955), La soledad y los días (1956), El tiempo en nuestros brazos (1958), La verdad y otras dudas (1967) y Cancionerillo de tipo tradicional (1971). Desprovista de hilos claramente carlistas o costumbristas, su poesía se mueve entre la ironía y la melancolía. En cuanto al estilo se le considera discípulo del poeta romántico sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, a quien Montesinos dedicó un estudio aparte. Sin embargo, es más conocido como el espíritu impulsor de La Tertulia Literaria Hispanoamericana, sesiones semanales de poesía en vivo; el evento fue lanzado en 1952 y ha venido operando como parte de varios marcos institucionales; el proyecto sobrevivió al franquismo y le valió a Montesinos un prestigio, especialmente entre las generaciones más jóvenes.

Literatura contemporánea

La caída del franquismo marcó un cambio en el escenario cultural español, aunque fue en la década de 1990 cuando la reacción antifranquista comenzó a prevalecer sobre el enfoque previamente dominante de "no volvamos a esto". En cuanto al tema carlista, las obras literarias se dividen en dos rúbricas. La mayoritaria trata sobre el carlismo como escenario de relatos de aventuras, generalmente combinados con elementos de novela histórica, psicología, romance, fantasía, historia alternativa, terror, etc.; Históricamente, estas obras suelen estar ambientadas, aunque no siempre, en el siglo XIX. Otro, el minoritario, forma parte de un discurso sobre el yo español de diseño amplio, con puntos de referencia clave marcados por una mentalidad democrática, tolerante y progresista; estas obras tienden a centrarse en el siglo XX. En ninguno de los anteriores el carlismo ocupa una posición central o de primer orden.

Literatura juvenil

Carlos Pujol

Definitivamente, el papel más popular del carlismo en la literatura contemporánea es proporcionar un escenario para las novelas de aventuras, apodadas también por algunos estudiosos como "literatura juvenil".[306]​ Los autores "ajustan sus propuestas a los nuevos valores de los subgéneros actuales para lectores jóvenes como el misterio, la novela histórica, los libros de conocimiento, la metaficción", con protagonistas al estilo de Zalacaín.[307]​ Las novelas continúan la literatura aventurera de la época franquista; la diferencia es que son cada vez más sofisticados y ya no contienen propaganda carlista velada. En términos de mensaje clave, promueven elogios de valores generales como la amistad, la lealtad, el coraje, y difícilmente pueden asociarse con un campo en particular, aunque en algunos casos, p.ej. Atxaga o Landaluce, los protagonistas carlistas parecen ser tratados con especial simpatía; también suelen transmitir un mensaje más o menos explícito sobre lo absurdo de las guerras civiles.[308]​ Suelen estar ambientados en el siglo XIX; la última guerra civil todavía parece un tema demasiado delicado para tal literatura.

Hay al menos 50 novelas que pertenecen al género identificado. Entre los primeros destacan títulos El capitán Aldama de Eloy Landaluce Montalbán (1975)[309]​ y Un viaje a España de Carlos Pujol (1983), considerados por algunos en las fronteras de la "literatura juvenil".[310]​ Más tarde comenzaron a surgir subgéneros. El mainstream era básicamente un relato de aventuras: El cementerio de los ingleses de José María Mendiola (1994), Un espía llamado Sara de Bernardo Atxaga (1996),[311]El oro de los carlistas de Juan Bas (2001)[312]​ o Corazón de roble de Emili Teixidor (2003). Un ejemplo de literatura educativa para niños es Las guerras de Diego de Jordi Sierra i Fabra (2009),[313]Las huellas erradas de Eduardo Iriarte (2010) revela rasgos de un cuento gótico,[314]Un carlista en el Pacífico de Federico Villalobos (1999) aborda un ejercicio de historia alternativa,[315]Veinticinco cartas para una guerra de Arantzazu Amezaga Iribarren (1999) es más un romance,[316]​ mientras que El capitán carlista de Gerardo Lombardero (2012) se inclina hacia la psicología.[317]​ Algunos como Sangre de guerrillero de Alain Martín Molina (2016) no se preocupan mucho por el detalle histórico.[318]​ La novela del género "literatura juvenil" que destaca por un claro afán costumbrista es Ignacio María Pérez, acérrimo carlista, y los suyos de María Luz Gómez (2017); sigue la historia de 6 generaciones, desde la Primera Guerra Carlista hasta la era postfranquista.[319]​ Algo similar es Heterodoxos de la causa de Josep Miralles Climent (2001), novela escrita por un militante del Partido Carlista; rastrea a una familia carlista castellonense a lo largo de los últimos 100 años.[320]​ Más allá de España, el carlismo perdió su atractivo como tema literario y está casi ausente. Una excepción es una novela "transponible" The Flame is Green de RA Lafferty (1971), a veces categorizada como ciencia ficción ya veces como literatura cristiana;[321]​ otra es ¡Viva Zumalakarregui! de Valentino Pugliese (2009), más bien una típica prosa de aventuras.[322]

Novela histórica

Víctor Amela

Hay un grupo de novelas que podrían clasificarse dentro del género de aventuras, pero se destacan porque se centran en los detalles históricos, presentan (a veces de manera extensa o como protagonistas clave) figuras históricas, y sus autores parecen más preocupados por el análisis histórico que con ofrecer una trama interesante. Los casos límite son Galcerán, el héroe de la guerra negra de Jaume Cabré Fabré (1978)[323]​ y La filla del capità Groc (La hija del capitán Groc) de Víctor Amela (2016), ambos galardonados con premios literarios.[324]​ Centrados en los comandantes carlistas Jeroni Galceran y Tómas Penarrocha, ofrecen quizás demasiado de psicología y brutalidad para una típica historia de aventuras; este último fue comparado con La Punyalada[325]​ y criticado por su excesivo celo carlista.[326]​ Hay una serie de novelas centradas en Ramón Cabrera, algunas que ofrecen perspectivas originales. El tigre rojo de Carlos Domingo (1990) está diseñado como un homenaje poco ortodoxo a un hombre libre, siempre dispuesto a perseguir sus convicciones sin importar las circunstancias políticas; saludando la salida tardía de Cabrera de la vía legitimista, en modo alguno puede considerarse una lección carlista ortodoxa.[327]​ Mezcla de erudición y creatividad es El testamento de amor de Patricio Julve de Antón Castro (1996). El rey del Maestrazgo de Fernando Martínez Lainez (2005) se centra en los últimos días del general y este es también el caso de El invierno del tigre: la aventura vital del héroe carlista Ramón Cabrera de Andreu Carranza (2006),[328]​ ambas obras calibrado como análisis psicológico. La bala que mató al general de Ascensión Badiola (2011) se centra en Zumalacárregui.[329]​ Ninguno de los pretendientes, especialmente el pintoresco y carismático Carlos VII, ha llamado la atención de los autores actuales.[330]

Noticias de la Segúnda Guerra Carlista de Pablo Antoñana (1990) destaca por su escala épica, popularidad y prestigio del autor. Refleja el intento unamuniano de seguir "la historia interior" hecha por las masas mudas y se adhiere a la teoría de dos carlismos, el popular y elitista.[331]​ Repite también el error unamuniano de tomar al pie de la letra el supuesto elogio de Marx al carlismo; además, se considera que transmite la visión pesimista de la guerra civil como parte intrínseca de la historia española.[332]La flor de la Argoma de Toti Martínez de Lezea (2008), la autora especializada en literatura juvenil, está esta vez destinada a un público maduro y es un discurso simbólico sobre los paroxismos de la ideología. El médico fiel de Antonio Villanueva (2010) retrata la Primera Guerra Carlista en términos de los horrores del conflicto armado,[333]​ mientras que La sima de José María Merino (2009) es un lamento un poco más típico de las bajas de las guerras fratricidas.[334]El baró d'Herbes de Antonio Calero Picó (2001) es un caso de extrema erudición –éste sobre el Maestrazgo– que se impone a la habilidad narrativa del autor.

Literatura sobre la Guerra Civil 1936-1939

Irigoien

La Guerra civil española es inmensamente popular como escenario de la prosa narrativa contemporánea y como materia de discurso literario. Miles de títulos de ficción relacionados se han publicado en España tras la caída del franquismo; solo en el siglo XXI han aparecido en el mercado, hasta la fecha, 1.248 obras de este tipo.[335]​ Varias de ellas no presentan en absoluto motivos carlistas.[336]​ Muchas novelas contienen solo motivos carlistas marginales, supuestamente para agregar autenticidad a la trama; algunos como El ultimo invierno de Raúl Montilla (2012) pueden reconciliarse con la historiografía;[337]​ otros, como El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina (1991), sin embargo, no.[338]

El único novelista español galardonado con el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, ambienta la mayor parte de su Mazurca para dos muertos durante la guerra civil de 1936-1939; la trama carlista está casi ausente, salvo algunos comentarios y un personaje histórico marginalmente mencionado, María Rosa Urraca Pastor, que recibe su cuota de burla no mayor que la reservada a otros protagonistas.[339]​ Los trabajos académicos sobre la última guerra civil tal como se reflejan en la literatura española no mencionan el carlismo o lo mencionan solo marginalmente.[340]

Son pocas las novelas en las que al carlismo se le concede algo más que un protagonismo insignificante. Está moderadamente presente en Herrumbrosas lanzas de Juan Benet (1983), un volumen extraordinario y monumentalmente épico que, aunque sólo sea por su tamaño, ofrece numerosos comentarios sobre el carlismo; su protagonista clave, Eugenio Mazón, proviene de una familia carlista y en un momento él mismo es seducido por el carlismo; el discurso es en gran medida una referencia a los conceptos barojianos y unamunianos de varios ingredientes en fusión.[341]

No exactamente a la misma escala pero tampoco tan diferente enfoque se demuestra en Poliedroaren hostoak de Joan Mari Irigoien Aranberri (1983), una visión de la historia reciente del País Vasco narrada a modo de relato de dos familias, una carlista y otra liberal; escrito en euskera, fue galardonado con varios premios.[342]​ Gironella publicó la cuarta novela de su serie épica, Los hombres lloran solos (1986), y los personajes carlistas que creó 25 años antes asumieron una forma algo posfranquista.[343]Verdes valles, colinas rojas de Ramiro Pinilla (2004-2005) avanza la tesis de que una vez iniciadas, las guerras nunca terminan; el protagonista para probar el punto es un sacerdote carlista padre Eulogio del Pesebre,[344]​ obsesionado con visiones de conflicto y venganza.[345]El requeté que gritó Gora Euskadi de Alberto Irigoyen (2006) está escrito por un uruguayo descendiente de requeté; retratado como protagonista clave de la novela, el excombatiente carlista se da cuenta, en un momento dado, de la injusticia de la guerra.[346]

La novela más hostil al carlismo es probablemente Antzararen bidea de Jokin Muñoz (2008), que reiteradamente se refiere a la represión antirrepublicana ejercida en Navarra por los carlistas. Sus personalidades maniqueas[347]​ son representativas de la "novela do confrontacion historica"[348]​ escrita por autores jóvenes que construyen su propia identidad a través del "acto afiliativo" frente a los combatientes republicanos.[349]La enfermera de Brunete de Manuel Maristany (2007) es un ejemplo de género de aventuras y romance, que presenta inusualmente a un carlista como protagonista clave.[350]​ Una especie de hito es En el Requeté de Olite de Mikel Azurmendi (2016); es la primera novela identificada que claramente y sin reservas simpatiza con un carlista por ser carlista.[351]​ Celebrado en agrupaciones con sabor a carlismo,[352]​ atrajo fuertes críticas de muchos otros lados.[353]

Teatro y poesía

Jaime del Burgo

El tema del Carlismo ha desaparecido casi por completo del teatro.[354]​ Sin embargo, hay una pieza teatral que merece la atención: Carlismo y música celestial de Francisco Javier Larrainzar Andueza (1977). Esta obra ofrece la visión del autor sobre la historia carlista que culmina en el enfrentamiento casi bíblico de dos hermanos de la dinastía carlista, Carlos Hugo y Sixto.[355]

Mmás reciente es la obra de Patxo Telleria, Bake lehorra/La paz esteril (2022), donde su argumento se construye en torno al llamado Convenio de Amorebieta de 1872 y se estructura como un discurso de 3 niveles sobre la responsabilidad y el sufrimiento durante la "guerra civil vasca".[356]

Habiendo iniciado su carrera como poeta en 1937, Jaime del Burgo[357]​ se alejó de la musa poética durante los siguientes 50 años; se dedicó a la prosa y a la historiografía. A finales de su vida retornó el género del teatro con la obra Llamada sin respuesta (1978) y de la poesía con Soliloquios: en busca de un rayo de luz perdido (1998).[358]​ El viejo ex requeté, ya casi ciego, condenado al ostracismo y acusado personalmente de ser un asesino,[359]​ se ha entregado a la amargura y la melancolía como certifican los títulos de las obras citadas.

Efraín Canella Gutiérrez, poco más joven que del Burgo y también activo carlista,[360]​ escribió poesía, cuentos y novelas con fuerte sabor tradicionalista pero evadiendo las tramas carlistas, como en Balada del sargento Viesca (2009). Algunos de sus versos, no obstante, son bastante explícitos acerca de su militancia política. Así ocurre especialmente en el caso de El Quijote carlista, un poema que ganó una especie de estatus icónico en el reino carlista[361]​ y es en sí mismo, como en el caso de los poemas tardíos del Burgo, una demostración de pesimismo, si no derrotismo entre los carlistas.

El tema carlista apenas ha aflorado en los poemas de una militante y editora del partido de Pamplona, María Blanca Ferrer García.[362]

Ocupando un lugar propio en el reino de la poesía está Rafael Montesinos; tras la caída del franquismo publicó Último cuerpo de campanas (1980), De la niebla y sus nombres (1985), Con la pena cabal de la alegría (1996), Madrugada de Dios (1998) y La vanidad de la ceniza (2005). Desde 2005 promueve la Tertulia Literaria Hispanoamericana que animó desde el primer momento y que todavía semanalmente, se lleva a cabo generalmente en Madrid cada martes.

Diferente acorde se toca con Luis Hernando de Larramendi, el tercero en la sucesión de una dinastía de autores carlistas. Desde los años 40 venía publicando volúmenes poéticos;[363]​ El afán tradicionalista[364]​ es más que explícito en su última colección, Fronda Carlista (2010), gran parte de su contenido dedicado a reyes y caudillos carlistas.[365]

Javier Garisoain, dirigente de Comunión Tradicionalista Carlista, también es escritor y poeta; algunos de sus poemas avanzan temas e hilos carlistas explícitos.[366]

Un poeta carlista navarro de tradición versolari vasca es Pello Urquiola Cestau, autor de Nere hitze bertsoatan (2007) y Kanka, kanka, kanka (2014).[367]

El autor cuya contribución poética a la causa carlista se considera, en opinión de varios, de mayor valor literario, no solo en términos de poesía contemporánea sino en términos de 200 años de historia del Carlismo, provino de un lado un tanto inesperado. José Antonio Pancorvo fue un autor peruano de varios volúmenes prosaicos que ganó reconocimiento por su singular poesía, calificada como barroca o neobarroca, en lo referente a su estilo,[368]​ y milenaria, mística y profética en lo tocante a su amplitud.[369]​ Su volumen Boinas rojas a Jerúsalem (2006) combina una técnica única con el celo militante carlista; el volumen estaba dedicado a Comunión Tradicionalista y Sixto Enrique de Borbón.[370]

Galería

Véase también

Referencias

  1. Amelina Correa Ramón, Otra novela histórica del carlismo: La sima de Igúzquiza (1888) de Alejandro Sawa, [en:] María de los Angeles Ezama Gil (ed.), Aún aprendo: estudios dedicados al profesor Leonardo Romero Tobar, Zaragoza 2012, ISBN 9788415538233, p. 281
  2. El momento del nacimiento del carlismo está bastante claro: el 2 de octubre de 1833, hacia las 19 horas. En ese momento un funcionario de correos de Talavera de la Reina, Manuel María González, reunió a sus hombres armados en la plaza del pueblo y lanzó el grito de "Viva Don Carlos". Para una discusión detallada, compruébese en, p.ej. Felix Rubio López de la Llave, El pronunciamiento carlista de Talavera de la Reina, Toledo 1987, ISBN 845056722X
  3. Ermanno Caldera, Liberalismo y anticarlismo en la dramaturgia romántica, [en:] Crítica Hispanica 16/1 (1994), pp. 103-117
  4. Caldera 1994, pp. 103-105
  5. Otros dramas antiserviles de Rebreño escritos a mediados de la década de 1820 son Tragedia para los serviles y sainete para los liberales, La vuelta del faccioso, Ex expatriado en su patria, Los milicianos de Porrera o Numencia de Cataluña, Manuel Morales Muñoz, Inaugurando la modernidad. Teatro y política en el liberalismo democrático, [en:] Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia 28 (2006), p. 622
  6. Pedro Rújula, Una guerra literaria, [en:] Jordi Canal (ed.), Rompecabezas carlistas [incluye La Aventura de la Historia 77/2005], pp. 60-61, Pere Anguera i Nolla, El teatre anticarli de Robrenyo, [en:] Josep María Solé i Sabaté (ed.), Literatura, cultura i carlisme, Barcelona 1995, ISBN 9788478097920, pp. 3-21
  7. Gregorio de la Fuente Monge, Introducción. Los estudios sobre el teatro político de la España del siglo XIX, [en:] Historia y Política 29 (2013), p. 21
  8. Fuente Monge 2013, pp. 22-23
  9. Fuente Monge 2013, p. 22
  10. Fuente Monge 2013, p. 21
  11. El título completo es Calendario del año de 1823 para la ciudad de Oviedo: dispuesto por el observatorio ultra-pirenaico y arreglado á las beatificaciones y canonizaciones hechas por la gran Junta de Oriente
  12. Fermín Canella y Secades, Historia de la Universidad de Oviedo y noticias de los establecimientos de enseñanza de su distrito, Oviedo 1873, p. 449
  13. José Zorilla y el carlismo, [en:] El Matiner Carlí del 31.10.12, disponible aquí
  14. Existe una monografía inédita dedicada al tema carlista en la poesía y que abarca el período hasta mediados del siglo XX, Melchor Ferrer, Musa carlista: El tema carlista en la poesia, referido por Rafael Gambra, Melchor Ferrer y la ‘Historia del tardicionalismo [sic!] español, Sevilla 1979, p. 4 [en secuencia, sin paginación en el texto original]
  15. Bullón de Mendoza, 1993, p. 292
  16. a b Bullón de Mendoza, 1993, pp. 291-419
  17. Véase p.ej. Cristina. Poesías patrióticas, compuestas y dedicadas a S. M. la Reina Gobernadora (1836) por Francisco Nieto Samaniego, del Burgo 1978, p. 694
  18. Las colecciones estaban frecuentemente relacionadas con eventos que marcaban la vida real, como nacimientos, matrimonios, aniversarios, etc., por ejemplo, véase en Poética en conmemoración del fausto natalicio de la Princesa de Asturias (1852); una amplia lista en Jaime del Burgo, Bibliografia del siglo XIX. Guerras carlistas, Pamplona 1978, ISBN 8423503429, pp. 243-244
  19. Lo recitó el 22 de octubre de 1835 en el Teatro de la Cruz de Madrid. José Sanromá Aldea, Introducción a cinco clásicos de nuestra literatura, Madrid 1976, ISBN 84-7393-055-X, p. 123. Uno de los versos bastante explícitamente dice: ¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas!, Guerra, disponible aquí
  20. Alberto Ramos Santana, Marieta Cantos Casenave, La sátira anticarlista en el Cádiz romántico, [en:] Ermanno Caldera (ed.), Romanticismo: actas del V Congreso, Roma 1995, ISBN 8871197518, pp. 69-72
  21. Martínez, Antonio (1855). La Espada de Luchana: poema dividido en ocho cantos, dedicado al esclarecido Duque de la Victoria y puesto bajo la protección de la Milicia Nacional del Reino / [Antonio Martínez]. (en sp). Consultado el 27 de octubre de 2022. 
  22. Las fechas citadas son la primera publicación identificada, sin embargo, parece que en el caso de la mayoría de los trabajos citados han aparecido antes en la prensa
  23. Carlos Mata Induráin, Navarro Villoslada y el carlismo: literatura, periodismo y propaganda, [en:] Imagenes en carlismo en las artes, Estella 2009, ISBN 9788423532278, p. 193 y varios trabajos del autor sobre Navarro Villoslada
  24. Navarro Villoslada se ha desempeñado posteriormente como secretario personal del pretendiente, Carlos VII, Carlos Mata Induráin, Navarro Villoslada, periodista. Una aproximación, [en:] Príncipe de Viana 60/217 (1999), p. 598
  25. Los orígenes de la palabra generalmente se asocian con "guiristino", la pronunciación específica vasca de "cristino". Con todo, algunos poemas sugieren que la palabra podría derivarse de GRI, abreviación de Guardia Real de Infantería, véase en Bullón de Mendoza, 1993, p. 324
  26. María de los Ángeles Ayala, La primera guerra carlista a través de la mirada de Larra y Galdós, [en:] José Manuel González Herrán et al. (eds.), La historia en la literatura española del siglo XIX, Barcelona 2017, ISBN 9788447541478, pp. 175-177
  27. El titulo completo es Panorama de la Corte y Gobierno de D. Carlos o un viaje a las Provincias, por un faccioso
  28. Alfonso Bullón de Mendoza, Las Guerras Carlistas en la literatura, [en:] Alfonso Bullón de Mendoza, Las Guerras Carlistas. Catálogo de la espoxisición delebrada del 6 de mayo al 13 de junio de 2004 en el Museo de la Ciudad de Madrid, Madrid 2004, p. 125
  29. Bullón de Mendoza 2004, p. 126
  30. J. Worth Banner, Ildefonso Antonio Bermejo, iniciador del teatro en el Paraguay, [en:] Revista Iberoamericana 33 (1951), pp. 98-99
  31. Bullón de Mendoza 2004, 128
  32. para detalles véase Sylvie Baulo, Carlismo y novela popular: Ayugals de Izco y la historia-novela, [en:] Príncipe de Viana 17 (1996), pp. 59-68
  33. Ayuguals de Izco fue miembro de la Milicia Nacional durante la Primera Guerra Carlista donde perdió a su hermano, muerto por carlistas durante las luchas contra las tropas de Cabrera, Snezana Jovanovic, El costumbrismo en la narrativa de Wenceslao Ayguals de Izco. La realidad urbana madrileña [tesis doctoral U. Complutense]. Madrid 2016, p. 19
  34. el título completo es El palacio de los crímenes: o, El pueblo y sus opresores
  35. el título completo es La marquesa de Bellaflor o El niño de la inclusa
  36. Rújula 2005, p. 61
  37. Jovanovic 2016, p. 78
  38. Jovanovic 2016, pp. 156-157
  39. Jovanovic 2016, p. 196
  40. Jovanovic 2016, p. 289
  41. El autor declaró por adelantado: "No vayáis a creer tampoco que nuestro único objeto en El Idiota es presentar a los carlistas, que, concluida la guerra de los siete años, se han echado a la vida bandolera, para ofrecerlos a los ojos de la civilización como engendros de horror y blanco de la animadversión general, tanto más cuanto que con sacrilego insulto se proclaman a sí mismos defensores del altar y del trono", referenciado por del Burgo 1978, p. 635
  42. Obras a mencionar son Doña Blanca de Navarra (1847), Doña Urraca de Castilla (1849), y especialmente Amaya y los Vascos en el siglo VIII (1879). Ambientadas en la época medieval, las obras no hacen referencia al carlismo, pero avanzan algunas ideas del conjunto de herramientas carlistas, como la unidad cristiana de España y el enfrentamiento a los infieles, compruébese en Mata Induráin 1999, Mata Induráin 2009
  43. estos son los casos de El caballero de la reina (1847), El puñal del capuchino (1848), La camelia blanca (1852), Amor después de la muerte (1852), Víctimas y verdugos (1859) y La mujer fuerte (1859)
  44. Armando J. Escobedo, Proyección literaria del Carlismo religioso en la novelistica espanõla [tesis doctoral Universidad de Florida], Tampa 1983, pp. 44-45
  45. Fermín Ezpeleta Aguilar, Las guerras carlistas en la literatura juvenil, [en:] Tejuelo 16 (2013), p. 37
  46. Montserrat Ribao Pereira, Catalina de Lancaster y Leonor López de Córdoba en la novela decimonónica española: 'Doce años de regencia' (1863), de Narciso Blanch e Illa, [en:] Anales de literatura española 31 (2019), pp. 247-266
  47. Miguel de Unamuno en su Paz en la guerra culpa a Aparisi por implantar mitos carlistas en el joven protagonista, Ignacio. Los escritos de Aparisi están subrayados „énfasis nebuloso” y "nieblas de Aparisi". Para un debate académico véase p.ej. José Manuel Cuenca, Parlamentarismo y antiparlamentarismo españoles. De las cortes de Cádiz a la Gloriosa, [en:] Boletín de Real Academia de la Historia CXCI/1 (1994), p. 147
  48. Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga, Antologia de versos, canciones y sonetos relacionados con los fueros, la guerra y el Convenio de Bergara, [en:] Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga (ed.), 150 años del Convenio de Bergara, Vitoria 1990, pp. 509-572; Antonio Zavala (ed.), Karlisten Leenengo Gerrateko bertsoak, Oiartzun 1992, ISBN 8471581590
  49. Fernández del Pino Alberdi, Iparraguirre o la expresión poetica del carlismo, [en:] Tiempo de historia IV/42 (1978), pp. 52-57
  50. En ocasiones se la nombra como la primera mujer escritora en euskera, aunque otros cuestionan esta afirmación. Algunos historiadores de la literatura mencionan incluso "a los escritores carlistas agrupados en torno a Vicenta Moguel", Jon Kortazar, Bilbao and the literary system in the Basque Country, [en:] Fernando Cabo Aseguinolaza et al. (eds.), A Comparative History of Literatures in the Iberian Peninsula, vol. I, Amsterdam/Philadelphia 2010, ISBN 9789027288394, p. 225
  51. Joaquim Auladell, Carlins a la primera novel-la catalana moderna, [en:] L'Erol 76 (2003), p. 40
  52. un trabajo académico que aborda la oscuridad romántica del carlismo no menciona una sola obra literaria relacionada, aunque se refiere a una serie de títulos de no ficción, como obras que pertenecen al género de la literatura de viajes, véase Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta, Carlistas: un romanticismo perdurable, [en:] Nuestro tiempo 665 (2010), pp. 32-41, también Alfonso Bullón de Mendoza, Viajeros en España durante la Primera Guerra Carlista, [en:] Aportes 34 (1997), pp. 97-118. Un volumen monográfico que se centra en la novela histórica en la Europa del siglo XIX discutió sobre el carlismo exclusivamente en el contexto español, véase Brian Hamnett, The Historical Novel in Nineteenth-Century Europe: Representations of Reality in History and Fiction, Oxford 2011, ISBN 9780199695041
  53. como ser rural, ser idealista, ser intransigente, ser exótico y, por último, pero no menos importante, ser rebelde
  54. en el capítulo introductorio a Emmanuel Tronco se ofrece un breve repaso a los ecos carlistas en Francia, Les Carlistes espagnols dans l’Ouest de la France, 1833-1883, Rennes 2010, ISBN 9782753511194. Las obras citadas como relacionadas no son ficción literaria, como los recuerdos autobiográficos de George Sand, Un hiver à Majorque. No se cita ningún título de las bellas letras francesas relacionado. Del mismo modo, no se identifican hilos literarios en Mathieu Llexa, L’influence du contexte politique espagnol sur la diffusion des oeuvres littéraires entre les Pyrenées-Orientales et la Catalogne au XIXe siècle (1808-1886), [en:] Revista História e Cultura 3/1 (2014), pp. 189-203. Del mismo modo, ninguna obra grande o no tan grande de la literatura inglesa se refiere a la Guerra Carlista. El propio Tennyson estuvo en España poco antes del estallido de la guerra, pero todo lo que encontró son vagas referencias "a estos perros de la inquisición y los demonios de España". El erudito contemporáneo señala que los baladistas, tan activos durante la Guerra de la Independencia, "guardaron silencio sobre la política española", Rubén Valdés Miyares, Eloquent silence: the transformation of Spain in British balladry between the Peninsular War and the Carlist Wars, [en:] The Grove. Working Papers on English Studies 23 (2016), p. 180
  55. Como los griegos luchando contra los turcos, los polacos luchando contra los rusos, más tarde amerindios luchando contra blancos
  56. los carlistas se asociaron más bien con iconos románticos de la monstruosidad, la reacción y la política de la Santa Alianza, enfrentadas a movimientos nacionales revolucionarios y libertarios; para una muestra de Europa del Este compruébese en un teórico democrático, Wiktor Heltman, Rewolucyjne żywioły w Hiszpanii, ich walka od 1833 roku, [en:] Pismo Towarzystwa Demokratycznego Polskiego 2 (1840), pp. 471-499. La obra presenta al carlismo como oscurantismo, absolutismo y fanatismo religioso
  57. Véase un breve resumen en Wilhelm Zimmermann, Die Befreiungskämpfe der Deutschen gegen Napoleon, Stuttgart & Leipzig 1836, p. 774
  58. no demuestra ninguna preferencia política. El protagonista es un joven alemán llamado Julius, que queda atrapado en la guerra civil española; igualmente desilusionado tanto con Cristinos como con Carlistas, se enamora de una chica local, Isabella, Die Reise in das Leben [review], [en:] E. G. Gersdorf, Repertorium der gesammten deutschen Literatur, Jahrgang 1841, Leipzig 1841, p. 568
  59. el protagonista, Leo M., que casualmente se encontraba en España en tiempos de la Primera Guerra Carlista, se enamora de Merced, esposa de un carlista. Ocurre una serie de giros erráticos ya veces exóticos. La novela presenta a los carlistas en una melancolía un tanto simpática y romántica, Karin Wozonig, Spanischer Skandal im österreichisch-ungarischen Almanach. Betty Paolis Novelle "Merced" im literarischen Taschenbuch Iris, 1845, [en:] Aussiger Beiträge: germanistische Schriftenreihe aus Forschung und Lehre 2 (2008), pp. 43-44
  60. un capítulo de la novela estaba dedicado a la guerra española. La novela fue serializada entre agosto de 1848 y enero de 1849 en Neue Rheinische Zeitung. Era un panfleto virulento y casi todos los personajes históricos mencionados recibieron su parte de burla; en el capítulo titulado "España" se presenta al pretendiente carlista como un aristócrata mudo que agradece el suministro de carne de cañón fresca de Alemania; "Kanonenfutter! Kanonenfutter! dachte der Spanier und es versteht sich von selbst, daß er Sr. Hochgeboren auch nicht das geringste Hinderniß in den Weg legte, sich bei der nächsten Bataille vor den Kopf schießen zu lassen" ("¡carne de cañón! ¡carne de cañón! pensó el español, y no hace falta decir que no puso el más mínimo obstáculo para que el Sr. Hochgeboren recibiera un tiro en la cabeza en la siguiente batalla"). Lichnowsky apareció en dos novelas catalanas muy posteriores., Les històries naturals (1960) de Joan Perucho y en Els estranys (2017) de Raül Garrigasait. También fue protagonista de la novela histórica checa,Slezský šlechtic Felix Lichnovský: poslední láska kněžny Zaháňské (2009) by Dušan Uhlíř, con pasajes menores dedicados a las aventuras españolas de Lichnowsky
  61. también fueron numerosos los relatos autobiográficos o historiográficos de la Primera Guerra Carlista publicados en Francia; algunos de ellos se adhieren a un formato narrativo, son imposibles de verificar y en realidad se asemejan a una novela, compruébese p.ej. M. A. T. (de autor real hasta ahora sin identificar), Campagnes et aventures d'un volontaire royaliste, Paris 1869
  62. El carlismo apenas se menciona en el Lucien Leuwen de Stendhal; Victor Hugo visitó Navarra y las Vascongadas en 1843 y dio cuenta de este viaje en En voyage, que contiene algunas referencias al carlismo. Afirman que Honoré de Balzac, supuestamente simpatizante de la causa carlista, escribió una novela Les Echos de Castille aunque sin confirmación; en 1843 una editorial gaditana estrenó Rosita. Ecos de Castilla, o sea Recuerdos de España en 1838, supuestamente una traducción de Balzac. Algunos estudiosos como Jaime del Burgo atribuyeron la novela al gran novelista francés, pero actualmente se considera que es una obra anónima fraudulenta, Edina Polácska, Karlista emigráció Franciaorszagban (1872-1876) [tesis doctoral Universidad de Szeged], Szeged 2008, p. 147. Balzac mencionó a los carlistas en varias de sus novelas, aunque en algunos casos "carlistas" y "carlismo" se refieren más bien al difunto rey francés Carlos X y sus seguidores; esta es la nomenclatura empleada también, p.ej. por Chopin, quien en 1832 declaró "kocham Karlistów, nie cierpię Filipistów" ("amo a los carlistas, odio a los felipistas")
  63. Capece Minutolo, Principe de Canosa, escribió al menos 3 poemas muy simpatizantes del carlismo, Cadra l'Idra... soneto, Inno 1823 y Gli Spagnoli; escritos probablemente a mediados de la década de 1830, permanecen en forma manuscrita, Gianandrea de Antonellis, Carlismo e letteratura, Chieti 2022 [en vías de publicacción], p. 24
  64. compruébese en The Vampyre (1841) de Aleksey Konstantinovich Tolstoy ("Он опустился в кресла и продолжал с необыкновенно сладкой улыбкой: - Много нового-с! Карлисты претерпели значительные поражения." "Se hundió en un sillón y prosiguió con una sonrisa inusualmente dulce: - ¡Muchas cosas nuevas, señor! Los carlistas sufrieron importantes derrotas.") o en la Double life de Karolina Pavlova (1846): "племянник Веры Владимировны привез к ней неожиданно только что прибывшего в Москву путешественника -- испанского графа, преинтересного, смуглого, гордого карлиста с блестящими глазами. Он, разумеется, сделался тотчас предметом общего внимания, средоточием всех женских взоров, центром салона" "El sobrino de Vera Vladimirovna le trajo a un viajero que acababa de llegar inesperadamente a Moscú: un conde español, un carlista interesante, moreno y orgulloso con ojos brillantes. Él, por supuesto, se convirtió de inmediato en el objeto de la atención general, el foco de atención de todas las mujeres, el centro del salón."
  65. los panfletos políticos o la literatura de viajes no se consideran aquí. Ambos géneros están representados por autores británicos de tendencia anticarlista y procarlista., compruébese en Santiago Leoné, Before and after the First Carlist War: changing images of the Basques, [en:] Gerónimo de Ustaritz 43 (2008), pp. 58-65
  66. la novela cae en la rúbrica de literatura de aventuras y viajes; se desarrolla principalmente en África, pero la narrativa contiene muchos episodios de la guerra española. Aunque la obra se enreda en “supuestos aristocrático-caballerescos de la causa carlista tradicionalista”, en general se mantiene “ideológicamente al margen de las facciones en la guerra española”, Karen Lawrence, Penelope Voyages: Women and Travel in the British Literary Tradition, New York 1994, ISBN 9780801499135, p. 116. La trama trata sobre las aventuras africanas de un oficial británico. Durante su anterior servicio militar en España, adoptó a niños locales, huérfanos que perdieron a sus padres en la agitación de la guerra; la novela contiene algunas rememoraciones de la guerra española
  67. Edward Augustus Milman fue alférez en el 33. Regimiento de Infantería de Yorkshire; todavía en su adolescencia, a mediados de la década de 1830 sirvió en Gibraltar. Antes de su prematura muerte en 1851 publicó 2 novelas, la otra ambientada en las Indias Occidentales
  68. Richardson sirvió en la Legión Británica en España entre 1834 y 1837, para luego trabajar para el londinense Times. Jack Brag fue seriada en The New Era y Comedian Chronicle entre 1841 y 1842, del Burgo 1978, p. 858
  69. la novela tiene un claro formato de aventuras y no demuestra especial simpatía por ninguno de los bandos beligerantes. La narración cuenta la historia de un oficial que sirve en una unidad polaca dentro del ejército francés. Los franceses "alquilaron" la unidad al gobierno de Madrid y, como resultado, los polacos lucharon del lado de Cristinos. Algunos eruditos resumen el libro como "complicada intriga sentimental con evidentes connotaciones cervantinas", Piotr Sawicki, Don Quijote vence en Polonia. Correrías eslavas de un caballero manchego, [en:] Eslavística Complutense 6 (2006), p. 103
  70. ambientada en la Primera Guerra Carlista, la novela es una especie de relato de aventuras, "the union of sensationalism and extravagant humor" ("la unión del sensacionalismo y el humor extravagante"); los carlistas son retratados con burla lúdica, James De Mille, Malcolm Parks, Strange Manuscript found in a Copper Cylinder, New York 1986, ISBN 9780773573437, p. XXV
  71. el título completo es Isabella, Spaniens verjagte Königin oder: Die Geheimnisse des Hofes von Madrid. Romantliche Erzählung aus Spaniens neuester Geschichte; Füllborn usó el nombre de "Georg F. Born"
  72. José Rubio Jiménez, Un drama nuevo, de Manuel Tamayo y Baus: las paradojas del comediante y del juego dramático, [en:] Arbor CLXXVII (2004), pp. 677-690
  73. Narciso Sicars y Salvadó, Tamayo. Estudio critico-biográfico, Barcelona 1906, p. 122
  74. Bullón de Mendoza 2004, p. 127
  75. Bullón de Mendoza 2004, p. 128
  76. Bullón de Mendoza 2004, p. 129
  77. para algunos Trueba se cuenta entre los autores de“Segundo Romanticismo español”, Begoña Regueiro Salgado, Las guerras carlistas en la obra de Antonio Trueba y en la tercera serie de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdos, [en:] José Manuel González Herrán et al. (eds.), La historia en la literatura española del siglo XIX, Barcelona 2016, ISBN 9788447541478, p. 310; algunos tienden a ubicarlo más bien en la rúbrica del Realismo, más que como un seguidor de Fernán Caballero, Mariano Baquero Goyanes, El cuento español: del romanticismo al realismo, Madrid 1992, ISBN 8400072138, pp. 67-75
  78. ”existe un autor que alude al conflicto [carlista] en prácticamente toda su obra”, Regueiro Salgado 2016, p. 310
  79. si luchan en las filas carlistas, los vascos suelen presentarse como reclutados por la fuerza; el propio Trueba huyó dos veces de las Vascongadas para evitar el dominio carlista, Regueiro Salgado 2016, pp. 315-322
  80. Como en el caso de la Primera guerra carlista, también la Tercera desencadenó una avalancha de literatura de viajes entre los ingleses, véase, p.ej. Francisco Javier Caspistegui, Pablo Larraz, Joaquín Ansorena, Aventuras de un gentleman en la tercera carlistada, Pamplona 2007, ISBN 9788423529544. La guerra fue seguida de cerca y también de lejos, compruébese en las secciones de 1873-1874 del Diario de un escritor de Dostoyevsky, un relato extremadamente hostil, interesante cuando se combina con la perspectiva antidemocrática y altamente religiosa de Dostoyevsky. De Amicis realizó una gira por España poco antes del estallido de la guerra, pero el carlismo recibe un trato más bien marginal en su Spagna; besides, "De Amicis del carlismo sa molto poco e meno ancora capisce", véase Giorgio Spini, "La Spagna" de Edmondo de Amicis, [en:] Dimensioni e Problemi della Ricerca Storica 2 (1995), pp. 209-214. Sin embargo, ninguna de las obras mencionadas califica como belles-lettres.
  81. la primera parte, titulada Il passato e il presente ossia Ernesto il disingannato, fue serializada en una diario de Nápoles Il Trovatore entre agosto y noviembre de 1873; el segundo fue impreso como La fine di Ernesto il disingannato and was publicado entre junio y septiembre de 1874; ambos fueron combinados en una edición de 2017 titulada Ernesto il disingannato
  82. considered “il primo romanzo “borbonico” scritto a Napoli ed è il primo romanzo italiano a parlare di Carlismo”, it was set in Naples and in Spain between 1858 and 1873, Gianandrea de Antonellis, Introduzione. Dal Legittimismo al Carlismo, [en:] Gianandrea de Antonellis (ed.), Ernesto il disingannato, Salerno 2017, ISBN 9788899821074, pp. III-XX
  83. the story was published in a review Der Beobachter an der Elbe; the protagonist is trade representative of a German company, travelling across Spain during the Third Carlist War. He is captured by a bunch of Carlists, but with some assistance on part of governmental troops he manages to set himself and his companions free. The story makes references to a few historical figures, like Jovellar, Dorregaray and the Carlist claimant himself
  84. la obra es más reconocida por sus excelentes gráficos que por su valor literario, del Burgo 1978, p. 531
  85. el autor, un sacerdote jesuita (1822-1892), centró su novela en la personalidad de Zumalacarregui, del Burgo 1978, p. 789
  86. en 1886 Randolph, él mismo un católico relacionado con la Iglesia Católica, publicaba Mostly Fools; a Romance of Civilisation, una historia alternativa distópica; su protagonista Roland Tudor, proyección heroica del propio Randolph, emigra para hacerse un nombre en las guerras carlistas, David Lodge on Edmund Randolph - forgotten Catholic novelist, [en:] blog Jot101, 08.12.15 disponible aquí.
  87. Véase su O Cura Santa Cruz, Pedro Nava, Chão de ferro, vol. 3, Sao Paulo 2001, ISBN 9788574800226, p. 131. El poema lamentaba la brutalidad del comandante guerrillero carlista Manuel Santa Cruz; su fecha exacta de publicación no está clara, probablemente a fines de la década de 1870
  88. a b c Correa Ramón 2012, p. 282
  89. Correa Ramón 2012, p. 286
  90. Escobedo 1983, p. 87
  91. Escobedo 1983, pp. 47-49
  92. y su novela El enemigo (1887), Noël Maureen Valis, Jacinto Octavio Picón, novelista, Madrid 1991, ISBN 9788476582893, p. 137
  93. Y su novela Paniagua y Compañía (1877), véase currosenriquez, disponible aquí Archivado el 1 de julio de 2017 en Wayback Machine.
  94. José María de Pereda fue un carlista activo en los años 1860, y se destacó como progagandista del partido, autor de numerosos artículos y folletos; por algunos se refiere a él como "José María Pereda, el carlista que fundó la narrativa realista y anunció la novela social", Josep Carles Clemente, Raros, Heterodoxos, Disidentes y Viñetas del Carlismo, Barcelona 1995, ISBN 9788424507077, pp. 155-157
  95. un estudioso afirma que durante gran parte de su vida Pardo Bazán ubicó sus simpatías políticas entre el integrismo y el carlismo, véase José María Paz Gago, Una nota sobre la ideología de Pardo Bazán. Doña Emilia, entre el carlismo integrista y el carlismo moderado, [en:] La Tribuna: cadernos de estudios da Casa Museo Emilia Pardo Bazán 5 (2007), pp. 349-366
  96. la opinión de Miguel Ayuso, véase un debate de TV debate Lágrimas en la lluvia emitido el 17 de marzo de 2003, 32:40 en youtube
  97. al preparar una exposición sobre el carlismo en la literatura, en exhibición en el museo carlista de Estella a finales de 2019 y principios de 2020, el hispanista británico Stephen G. H. Roberts se centró en 5 obras: aparte de Doña Perfecta, de Pérez Galdós, de Paz en la guerra, de Unamuno, Sonata de invierno, de Valle-Inclán, y Zalacaín el aventurero, Pío Baroja, estaba Peñas arriba de Pereda reseñada, véase p.ej. ¿Agonía o transformación? El carlismo en la literatura española (1876-1912) en Cultura Navarra, disponible aquí
  98. en el caso de Pereda los hilos políticos están presentes en Don Gonzalo (1879), Los hombres de pro (1888) y Peñas arriba (1895), Benito Madariaga de la Campa, José María de Pereda y su tiempo, Santander 2003, pp. 43, 73. Pardo Bazán en sus escritos de no ficción como Mi romería (1888) adherido a una visión heroica e idealista; sus novelas como La Mayorazga de Bouzas (1886), Morrión y boina (1889) or Madre gallega (1896) mostrar una simpatía diluida por la perspectiva tradicionalista más que por el carlismo.
  99. Madariaga de la Campa 2003, p. 69, Correa Ramón 2012, p. 282
  100. Manolín lamentó la desaparición de las costumbres y formas de vida tradicionales asturianas; Oremus ambientada en la Tercera Guerra Carlista, Jean Kenmogne, Una escritora asturiana en América: Eva Canel, [en:] Cuadernos Hispanoamericanos 546 (1995), p. 60
  101. el crítico contemporáneo señaló que Hernández Villaescusa era el equivalente murciano de Fernán Caballero para Andalucía, Trueba para las Vascongadas, Pereda para Cantabria o Polo y Peyrolón para Aragón, El Correo Español 27.10.92, disponible aquí
  102. p.ej. in Los Pazos de Ulloa (1886), Armando J. Escobedo, Proyección literaria del Carlismo religioso en la novelistica espanõla [tesis doctoral de la Universida de Florida], Tampa 1983, pp. 49-50, o incluso el horror, como en La madre naturaleza (1887), Escobedo 1983, pp. 50-51
  103. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 38
  104. Jordi Canal i Morell, Banderas blancas, boinas rojas: una historia política del carlismo, 1876-1939, Madrid 2006, ISBN 9788496467347, p. 131
  105. Maria de los Angeles Ayala, Impresiones y recuerdos de Julio Nombela, [en:] Anales de la Literatura Española 14 (2001), pp. 11-28
  106. sus numerosas obras de teatro, p.ej. La dama del Rey (1877), La flor del espino (1882) o El perro del hospicio (1888) avanzan la perspectiva tradicionalista envuelta políticamente en el pidalismo, una rama del carlismo que rompió con el legitimismo y aceptó el régimen de la Restauración como "hipótesis", José Carlos Clemente, El carlismo en el novecientos español (1876-1936), Madrid 1999, ISBN 9788483741535, p. 44
  107. Chronon H. Berkowitz, Pérez Galdós, Spanish Liberal Crusader, Madison 1948
  108. Biruté Ciplijauskaité, Configuraciones literarias del Carlismo, [en:] Stanley G. Payne (ed.), Identidad y nacionalismo en la España contemporánea, el Carlismo, 1833-1975, Madison/Madrid 1996, ISBN 8487863469, p. 64, Madeleine de Gogorza Fletcher, The Spanish Historical Novel, 1870-1970: A Study of Ten Spanish Novelists, and Their Treatment of the "episodio nacional", London 1974, ISBN 9780900411694, p. 9
  109. Hans Hinterhauser, Los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, 1964, p. 92
  110. Juan Carlos Ara Torralba, Pérez Galdós y Baroja frente al carlismo, [en:] Imagenes en carlismo en las artes, Estella 2009, ISBN 9788423532278, p. 32
  111. Peter A. Bly, De héroes y lo heroico en la tercera serie de Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós: ¿Zumalacárregui como modelo a imitar?, [en:] Salina 14 (2000), pp. 137-142, Pedro Rújula, Cabrera y Zumalacárregui nei tempi della letteratura, [en:] Memoria e Ricerca 24 (2007), pp. 7-20
  112. Antoni Zavala (ed.), Karlisten Bigarren Gerrateko bertsoak, Oiartzun 1997, ISBN 8489080585
  113. Aunque no siempre, véase, p.ej. muestras de poesía catalana de F. S. Pomell de su Un de margarides. Poesies carlistes volume (1871): "Si Deu vol que algún dia — vingau entre nosaltres / La Mengua catalana — també vos parlarém, / Lo crit gloriós y mágich — de Visca nostra Reyna / Que pels espays retrunvi — en catalá 'I darem", citado por del Burgo 1978, p. 783
  114. Ramon Pinyol Torrents, Verdaguer i el carlisme. Notes aproximatives, [en:] eHumanista 5 (2014), pp. 110-119
  115. Ricard Torrents, Verdaguer. Estudis i aproximacions, Vic 1995, ISBN 9788476023921, pp. 243-244
  116. Especialmente su colección El siglo XIX. Cuatro verdades (1902), aunque los temas carlistas también están presentes en sus primeros volúmenes, publicados desde la década de 1880, compruébese en "bandeira santa do sacramento / a quen divina non porás ley / brandendo as fouces / y berrando con forte alento /¡Deus, Patria e Rei!". Para una interpretación estrictamente tradicionalista de su obra, véase de Francisco Elías de Tejada Spinola, La tradición gallega, Madrid 1944, esp. el subcapítulo Martelo-Pauman, añoranza viva, pp. 173-177
  117. Para detailles véase Acebal y Gutiérrez, Juan María, [en:] Gran Enciclopedia Asturiana, vol. I, Gijon 1981, p. 17, José Miguel Caso González, La poesía de Juan María Acebal, [en:] Lletres asturianes II (1982), pp. 42–51, Antón García, Prólogu, [en:] Xuan María Acebal, Obra poética, Oviedo 1995, pp. 9–60, Antón García, Xuan María Acebal, [en:] Lliteratura asturiana nel tiempu, Oviedo 1994, pp. 67–68, Enrique García-Rendueles, D. Juan Mª Acebal y Gutiérrez, [en:] Los nuevos bablistas, Gijon 1925, pp. 42–73, Miguel Ramos Corrada, Sociedad y literatura bable (1839–1936), Gijon 1982, pp. 59–66, Milio Rodríguez Cueto, Tiadoru y Acebal, [en:] Vistes lliteraries, Oviedo 1993, pp. 59–63, Xuan Xosé Sánchez Vicente, Cantar y más cantar: un comentariu testual, [en:] Lletres asturianes 36 (1990), pp. 51–57
  118. Ver un ejemplo: "Boinas azules / y coloradas / y blancas boinas / que en densas masas / Del alto monte / A el llano bajan, / Llenando cerros / Poblando campos, / ¡Oh cómo hechizan! / ¡Oh cómo encantan", citado por del Burgo 1978, p. 725
  119. Conocido también como Conde de Guernica, véase p.ej. su Dios, Patria, Rey. Campaña Real (1887); para la lista completa de sus volúmenes véase del Burgo 1978, p. 938
  120. En 1898 uno de los críticos de prensa apuntó con melancolía: “¡qué pena que un hombre así se dedique a la política!”, Eduardo Valero, El marqués coleccionista, [en:] Historia urbana de Madrid. La obra El Arco Romano de Medinaceli de Cerralbo incluso ha llegado a una antología de poesía española contemporánea; su estilo, así demostrado en Leyenda de Amor, fusionó la perfección clásica del verso con el sentimiento romántico, apelando al gusto contemporáneo
  121. Publicó poemas en la prensa y almanaques de la época, sus artículos de estilo grandioso y que giran en torno a temas religiosos, véase, p.ej. La Cruzada 27.02.69, disponible aquí o La Esperanza 09.02.72, disponible aquí
  122. Para su poema dedicado al Concilio Vaticano I véase Francisco Melgar, Veinte años con Don Carlos. Memorias de su secretario, Madrid 1940, p. 8. En la década de 1870 Melgar era conocido como "poeta y periodista" más que como militante, véase los comentario de 1873 de Alejandro Pidal, citado por José Manuel Vázquez-Romero, Tradicionales y moderados ante la difusión de la filosofía krausista en España, Madrid 1998, ISBN 9788489708242, p. 95
  123. Véase p.ej. Religión, Patria y Rey. Ecos españoles (1873) de Arcadio Garcia Gonzalez, del Burgo 1978, p. 421
  124. Véase su volumen Almana provenzau (1874), del Burgo 1978, p. 662. Algunos autores afirman que Mistral, un monárquico y partidario de Accion Francaise, era una especie de carlista, ver Alfred Camdessus, Mistral était-il carliste?, Bayonne 1932. En Francia, Mistral no estuvo solo cuando fue tentado por la pasión carlista. En 1875 Verlaine alardeó ante Rimbaud de su decisión de unirse a los legitimistas españoles. Pronto tuvo dudas, reflejadas en un pastiche Ultissima verba; irónicamente se refiere a sí mismo como "carlisse"
  125. Véase p.ej. España por D. Alfonso (1875) de Jose Lamarque y Novoa, del Burgo 1978, p. 560, o Poesía dedicada á S. M. D. Alfonso XII en el segundo aniversario de su entrada en Barcelona (1877) de Felipe de Saleta Palomeras y Cruixent, del Burgo 1978, p. 891
  126. Y fue tenido en alta estima por Marcelino Mendendez Pelayo, aunque seguramente recibió su parte de abuso por parte de la prensa liberal, José María Martínez Cachero, Más noticias para la bio-bibliografía de Ceferino Suárez Bravo, [en:] Biblioteca Virtual de Miguel Cervantes, disponible aquí
  127. El título completo es Los Mayos. Costumbres populares de la Sierra de Albarracín
  128. Roberto Sanz Ponce, La Sierra de Albarracín y Polo y Peyroloñ: historia de una relación ascética, [en:] Rehalda 13 (2010), p. 23
  129. Javier Urcelay Alonso, Introducción, [en:] Memorias políticas de M. Polo y Peyrolón (1870-1913), Madrid 2013, ISBN 9788499405872, p. 12
  130. El título completo es Sacramento y concubinato. Novela original de costumbres aragonesas
  131. Sanz Ponce 2010, p. 23
  132. El título completo es Pacorro. Novela de costumbres serranas
  133. a b Sanz Ponce 2010, p. 24
  134. El título completo es El guerrillero. Novela tejida con retazos de la historia militar carlista
  135. Entre sus contemporáneos, Polo fue apreciado generalmente por aquellos que compartían una perspectiva tradicional similar, como Emilia Pardo Bazán, Jesus Bregante, Diccionario espasa. Literatura española, Madrid 2003, ISBN 8467012722, p. 753; las relaciones entre Polo y Baztan se agriaron cuando ella lo acusó más tarde de plagio. Otra gran figura apreciadora de la obra de Polo fue Marcelinó Menéndez y Pelayo, Paula Lázaro Izquirerda, Lengua patria y dialectos regionales: una convivencia necesaria en el pensamiento de Manuel Polo y Peyrolon, [en:] Rehalda 5 (2007), p. 28, y José María de Pereda, Jose Maria de Pereda, Cuarenta cartas ineditas a Manuel Polo y Peyrolon, Santander 1990, ISBN 9788485429875. Una revista literaria conservadora Ilustración Católica lo identificó como un brillante seguidor de Fernán Caballero, Ulpiano Lada Ferreras, La narrativa oral literaria: estudio pragmático, Oviedo 2003, ISBN 9783935004367, p. 96, clasificó sus escritos como "novela de familia" y aclamó su prosa como "restauradora de la novela castellana en los tiempos modernos", citado por María del Carmen Servén Díez, La ilustración católica frente a la novela: 1877-1894, [en:] Revista de literatura 127 (2002), p. 229
  136. Compárese su estudio teórico El naturalismo ¿es un signo de progreso ó de decadencia en la literatura?, publicado en 1885
  137. Bregante 2003, p. 753. Se destacó por tramas convencionales que difícilmente pueden soportar el peso de objetivos moralizantes persistentes, Sanz Ponce 2010, p. 22, Magdalena Aguinaga Alfonso, El costumbrismo de Pereda: innovaciones y técnicas narrativas, Oviedo 1996, ISBN 9783930700813, p. 154. Por otra parte, hoy se aprecia como fuente inagotable de anécdotas y costumbres perfectamente plasmadas, Polo y Perolón, Manuel entrada en la Gran Enciclopedia Aragonesa en línea, disponible aquí
  138. autor de Leyes de honor (1873), Enseñar al que no sabe (1877), Trabajar por cuenta propia (1878), La tabla de salvación (1878) and La mejor victoria (1880), Pedro Gómez Aparicio, Historia del periodismo español: De la Revolución de Septiembre al desastre colonial, Madrid 1967, p. 330.
  139. Los escritos de Barberán no contienen hilos políticos explícitos, aunque su autor, debido a sus compromisos políticos, pasó algún tiempo entre rejas. Actualmente está clasificado como escritor "último romántico" o "premoderno", ver Juan Antonio Fernández Rubio, Carlos María Barberán y Plá: semblanza biográfica y estética literaria (1821-1902), [en:] Alberca: Revista de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca 15 (2017), pp. 281-318
  140. p.ej. para Unamuno el naciente nacionalismo vasco era exactamente esa larga sombra del carlismo, compruébese en Jean-Claude Rabaté, Miguel de Unamuno frente al 2 de mayo de 1874: entre memoria y mito, [en:] Hispanisme 3 (2014), pp. 159. Discusión detallada de la Generación 1898 y el carlismo en Biruté Ciplijauskaité, The "Noventayochistas" and the carlist wars, [en:] Hispanic review 3 (1976), pp. 265-279
  141. pero extremadamente importante. En 1924 Unamuno, algo decepcionado porque la primera edición no recibió mucha atención, la reeditó con un prólogo específico. A lo largo de la década de 1930 y especialmente después del estallido de la guerra civil de 1936, consideró volver a escribir toda la novela para volver a enfatizar algunos hilos, Rabaté 2014, pp. 161-162
  142. sin embargo, a diferencia de Sonata y Zalacaín, Paz en la guerra no llegó a la lista de las 100 mejores novelas en lengua española, elaborada por El Mundo, compruébese El Mundo 13.01.01, disponible aquí
  143. Rabaté 2014, pp. 151-164
  144. Gogorza Fletcher 1974, pp. 70-79
  145. opinión expresada en su carta a Ganivet, Manuel Fernández Espinosa, Quien niega la historia, se condena a la intrahistoria: el caso Unamuno, [en:] Raigambre. Revista Cultural Hispanica 14.10.13, disponible aquí
  146. Rabaté 2014, p. 153
  147. los tradicionalistas afirmaban que el carlismo "intrahistórico" unamuniano era pura invención suya, Fernández Espinosa 2013. Los progresistas del Partido Carlista siguen confiando en la opinión unamuniana sobre el carlismo protosocialista hasta hoy, ver comentarios de su líder Evaristo Olcina, [en:] EKA-Partido Carlista, disponible aquí Archivado el 4 de septiembre de 2010 en Wayback Machine.
  148. Rabaté 2014, p. 162
  149. Francisco Blanco Prieto, Unamuno y la guerra civil, [en:] Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno 47/1 (2009), p. 50
  150. Para una revisión completa de las opiniones académicas sobre Valle-Inclán y el carlismo, consulte el segundo capítulo de Margarita Santos Zas, Tradicionalismo y literatura en Valle-Inclan: 1866 1910, Madrid 1993, ISBN 9780892950683
  151. El mismo párrafo de La Corte de Estella, discutiendo cómo el conde Pedro Soulinake comparaba las tropas liberales ('ejercito de almas muertas') con las carlistas ('mancebos encendidos y fuertes'), podría citarse como irónico, ver Ciplijauskaité 1996, p. 64, y como genuino, véase José F. Acedo Castilla, La segunda guerra carlista en las novelas de Valle-Inclán, [en:] Boletín de la Real academia Sevillana de Buenas Letras: Minervae Baeticae 21 (1993), p. 77
  152. En 1910 Valle-Inclán declaró públicamente que el único ejército que había estaba al servicio del pretendiente carlista; también en 1910 se suponía que debía presentarse a las Cortes con la candidatura carlista; en la década de 1920 mantuvo una relación amistosa con Jaime III; en 1931 fue condecorado con la Orden Carlista de Legitimidad Proscrita; según algunos relatos, los retratos de los pretendientes carlistas siempre estaban en su escritorio,Josep Carles Clemente, Valle-Inclán y el carlismo, [en:] Tiempo de historia VI/67 (1980), pp. 129-130. Un experto carlista, Joaquín Argamasilla de la Cerda Bayona, fue padrino del hijo de Valle-Inclán; Valle-Inclán prologó una novela de Argamasilla, El yelmo roto (1913); aunque dedicada al conde Rodezno, la novela no contenía hilos carlistas y se centraba en la decadencia de una familia aristocrática que vivía en el ambiente cosmopolita de París.
  153. Un investigador se refiere a Valle-Inclán como "carlista atípico", Clemente 1995, pp. 153-154. De similar opinión en María José Alonso Seoana, Prologo, [en:] Ramón Valle-Inclan, La guerra carlista, Madrid 1980, Eugenio G. de Nora, La novela española contemporánea, Madrid 1953, p. 76, Carlos Luis Valle-lnclán Blanco, Prólogo, [en:] Ramón Valle-Inclan, Gerilfaltes de Amaño, Buenos Aires 1945, p. 8. Esta es la opinión con la que tiende a estar de acuerdo el autor del trabajo más exhaustivo hasta ahora sobre el tema, véase Santos Zas 1993. Sin embargo, los revisores señalan algunas omisiones problemáticas en su trabajo, p.ej. ella no notó que a fines de la década de 1890 Valle-Inclán contribuyó a Don Quijote, un semanario generalmente percibido como anticarlista, y él debe haber sido consciente de ello, Eliane Lavaud-Fage, Review: Tradicionalismo y literatura en Valle-Inclán (1889-1910) de Margarita Santos Zas, [en:] Reseñas iberoamericanas. Literatura, sociedad, historia 3 (1996), p. 59
  154. El asunto no está del todo claro. Un estudioso afirma que a principios de 1931 Jaime III se dirigió a Valle-Inclán con una carta muy cordial, informándole de la intención de condecorar al escritor. No está claro si Valle-Inclán aceptó el honor y si se molestó en responder; poco después fallece Jaime III y la cuestión no es retomada por su sucesor, Alfonso Carlos, Jacek Bartyzel, Nic bez boga, nic wbrew tradycji, Radzymin 2015, ISBN 9788360748732, p. 298
  155. Acedo Castilla 1993, p. 80
  156. Melchor Fernández Almagro, Vida y literatura de Valle -lnclán, Madrid 1943, pp. 143-144, Ramón Gómez de la Serna, Don Ramón M. del Valle-lnclán, Buenos Aires 1948, p. 71, todos referidos por Ciplijauskaité 1996, p. 62
  157. Compruébese en Acedo Castilla 1993
  158. Gaspar Gómez de la Serna, España en sus episodios nacionales, Madrid 1945, Alison Sinclair, Valle-Inclan's Ruedo Ibérico: A Popular View of Revolution, London 1977, Emma Sperati-Piñeiro, e Sonata de otoño al esperpento, London 1968, Leda Schiavo, Historia y novela en Valle-Inclán, Madrid 1980, todas referidas por Ciplijauskaité 1996, p. 62
  159. Ciplijauskaité 1996, p. 57
  160. Leda Schiavo, Historia y novela en Valle-Inclán, Madrid 1980, p. 29, referido por Ciplijauskaité 1996, p. 62
  161. Ciplijauskaité 1996, p. 62
  162. Fernandez Almagro 1966, p. 170, citado por Ciplijauskaité 1996, p. 62
  163. Según los informes, Bradomin es escéptico "sobre la practicidad del carlismo", Gogorza Fletcher 1974, p. 82
  164. Baroja aseguró que sus primeros recuerdos de la infancia son los horrores de Bilbao siendo aporreada por la artillería carlista. El sitio de Bilbao duró hasta mayo de 1874; Baroja tenía entonces 16 meses.
  165. Algunos estudiosos, sin embargo, afirman que Baroja junto con Unamuno y Valle, se nutrió un "sentimiento carlista", con la salvedad de que este carlismo barojiano no era "ideología teocrática y reaccionaria" sino "movimiento regionalista popular", Gogorza Fletcher 1974, p. 9
  166. Aunque su madre advertía a sus hijos que "siempre vuelven los carlistas", anécdota difundida por Caro Baroja y referida después de Evaristo Olcina, Hijo, los carlistas vuelven siempre, [en:] Naiz 27.02.17, disponible aquí
  167. Ara Torralba 2009, p. 36
  168. Ara Torralba 2009, p. 37
  169. Esta visión ha calado bien en la cultura española actual; en una célebre película Vacas (1992) su protagonista, un carlista, es derrotado con claridad por su contrincante en el concurso vasco de leñadores (aizkolaris)
  170. Según una de las numerosas, y no necesariamente coherentes, versiones del incidente que propagó más tarde. Tras el incidente, Baroja fue detenido y pasó una noche en la prisión de la Guardia Civil en la cercana Santesteban, aunque parecía preferir esta opción, ya que se sentía más seguro en prisión que entre los carlistas. Posteriormente recordó que "los carlistas tenían tomado todo aquello con el mismo espíritu de siempre. Se mantenían con el mismo terror con que los he dibujado a lo largo de mis libros", La Voz 01.08.36, disponible aquí
  171. Blasco Ibáñez fue uno de los instigadores de los disturbios, destinados a impedir el discurso público del líder carlista Marqués de Cerralbo en Valencia en 1890, Canal i Morell 2006, p. 143
  172. Escobedo 1983, pp. 52-54
  173. teniendo en cuenta las reservas relacionadas con Valle-Inclán
  174. Valbuena fue un alto oficial carlista durante la última guerra civil, ocupando el cargo de auditor general del ejército
  175. Marcada por una clara finalidad educativa; era conocido también como novela católica, moral, casta, integrista, didáctica, docente, Jean-Francois Botrel, Antonio de Valbuena y la novela de edificación (1879-1903), [en:] Revista Tierras de León 1984, p. 134
  176. Véase también Capullos de novela (1891), Novelas menores (1895), Rebojos (1901) y Parábolas (1903)
  177. Esparza sirvió en la Junta de Armamento de Aragón durante la Tercera Guerra Carlista y después como jefe de intendencia de la casa de Carlos VII. Sus novelas históricas que exaltaron la causa carlista fueron El ángel de Somorrostro (1877) y En Navarra (1895)
  178. "sempre des de la seva optica carlina", Àngels Carles Pomar, Domingo Cirici Ventalló, escriptor i publicista, [en:] Ciutat. Revista cultural d'Amics de les Arts i Joventuts Musicals 10 (2000), p. 26
  179. Su novela más popular, El secreto de lord Kitchener (1914), es una muestra de anglofobia y germanofilia, presente entre algunos círculos carlistas durante la Gran Guerra
  180. Vicanç Pagés Jordá, "Records de la darrera carlinada" - Marià Vayreda, [en:] vicencpagesjorda
  181. "en un dels lloca més alts, si no el més alt, de la novella catalana", Maurici Serrahima, Maria Teresa Boada, La novella històrica en la literatura catalana, Montserrat 1996, ISBN 9788478267712, p. 140
  182. L’Ibo (con su atractivo encanto masculino como parece) representa la violencia salvaje no reflexiva, Albert (con su aparente timidez e indecisión) representa el orden, los valores familiares y la religión. Sobre Vayreda y el Carlismo véase Jordi Canal, Carlisme i catalanisme a la fi del segle XIX. Notes sobre unes relacions complexes, [en:] Le discours sur la nation en Catalogne aux XIXe et XXe siècles. Hommage à Antoni M. Badia i Margarit, Paris 1995, pp. 211–230, Jordi Canal, ¿En busca del precedente perdido? Tríptico sobre las complejas relaciones entre carlismo y catalanismo a fines del siglo XIX, [en:] Historia y Politica 14 (2005), p. 45-84, Jordi Canal, Marian Vayreda, entre el carlisme i el catalanisme, [en:] Revista de Girona 225 (2004), pp. 41–46
  183. Danny M. Barreto, ‘Sen pátrea nin lareira’: los espacios nacionales y domésticos en la novela transatlántica ¡A Besta! de Xan de Masma, [en:] Bulletin of Hispanic Studies 95 (2018), pp. 1071-1083. La bestia del título era un cacique local, representante del corrupto régimen liberal, que puso sus ojos en la inocente Pepiña; Las virtudes tradicionalistas están representadas por otro protagonista, Pedro
  184. Los carlistas y los liberales se presentan como agentes de corrientes que amenazan al mismo vasco, aunque los carlistas están, al menos, arraigados en la comunidad local y quizás menos corruptos, Rafael Botella García-Lastra, Juan Manuel Rozas Valdés, El carlismo en la novela, [en:] Miguel Ayuso (ed.), A los 175 años del carlismo, Madrid 2011, ISBN 9788493678777, pp. 412-413
  185. él mismo voluntario carlista durante la Tercera guerra carlista
  186. para la historia del himno véase Rafael Garcia Serrano, Cantatas de mi mochila, [en:] Navarra fue la primera, Pamplona 2006, ISBN 8493508187, pp. 523-530
  187. Ramos Azcárate Otegui (1847-1904)inicialmente se puso del lado de los liberales pero luego se volvió carlista. Ejemplo de su poesía carlista en euskera es Baldespiña-Co Marques Chit Gueidiatia Jaunari Oroitza Bat (1891), poemas dedicados al caudillo carlista guipuzcoano marqués de Valdespina. Otegui engendró también cuentos y otras piezas breves en euskera
  188. Alberto Culebras Mayordomo, Rescatada la obra poética de la hermana de Mariano de Cavia, [en:] ABC 25.06.21, disponible aquí
  189. que publicó bajo el seudónimo de "Pedro Sánchez Egusquiza"
  190. Dios. Patria. Rey. Cantos a la Tradición (1911), una colección de 16 poemas dedicados a Don Jaime, del Burgo 1978, p. 897
  191. uno de los poemes, A mi novio, fue diseñado como una carta de una niña a su prometido; explicó por qué nunca se casaría con un liberal; en otro, A Carlos VII, en lo dia del seu sant, Bardina ofrecía su vida al pretendiente, Carlos VII
  192. siguen siendo desconocidos incluso en la literatura catalana, publicada mayoritariamente en un semanario satírico El Voluntario, Jordi Canal, El carlismo catalanista a la fi del segle XIX: Joan Bardina i Lo Mestre Titas (1897-1900), [en:] Recerques 34 (1996), p. 48
  193. el drama estaba ambientado en la Tercera Guerra Carlista y contó con personajes históricos como Don Carlos y Doña Margarita. Se realizó en círculos jaimistas, véase Diario de Valencia 27.01.15, disponible aquí.
  194. Ortea fue durante mucho tiempo editor de periódicos tradicionalistas de Gijón. Para su drama, véase la copia del archivo digital asturiano, disponible aquí
  195. Begoña Rodríguez Acuña, Pruebas Acceso Grado Superior: Lengua castellana y Literatura: Ciclos Formativos, Madrid 2014, ISBN 9788490039717, p. 305
  196. Creada por Salvador Granes, Luis Arnedo y Ernesto Polo. Se ridiculizó al infante carlista don Jaime, lo que provocó disturbios, organizados por la juventud carlista, véase La Opinion 30.09.08, disponible aquí. Finalmente, la zarzuela fue prohibida por el gobernador civil, Eva Parra Membrives (ed.), Trivialidades literarias. Reflexiones en torno a la literatura de entrentenimiento, Madrid 2013, ISBN 9788498951448, p. 331
  197. convertido al catolicismo, Hobbes estrenó en 1897 The School For Saints, un romance parcialmente ambientado en España antes del estallido de la Tercera guerra carlista. Cierta simpatía aparente por los carlistas, que se puede rastrear en el texto, quedó clara en el drama de un acto de Hobbes "Repentance" (representado por primera vez en Londres en 1899); uno de sus protagonistas, el conde Des Escas, declara lealtad a Don Carlos aunque sabe que sus captores le dispararán, Mildred Davis Harding, Air-bird in the Water: The Life and Works of Pearl Craigie (John Oliver Hobbes), Madison 1996, ISBN 9780838636480, pp. 223-229
  198. su In Kedar's Tents (1897), ambientado durante la Primera guerra carlista, contiene algunas comparaciones historiosóficas entre los Cartistas y los Carlistas, John Sutherland, The Stanford Companion to Victorian Fiction, Stanford 1990, ISBN 9780804718424, p. 561. El protagonista, un abogado irlandés Frederick Conyngham, huye de Gran Bretaña por temor a cargos relacionados con disturbios cartistas; en España se ve inmerso sin darse cuenta en una intriga política ideada por un evasivo antihéroe, el cabecilla carlista Esteban Larralde.
  199. Un novelista de segunda categoría pero bastante popular, Marchmont (1852-1923) escribió Sarita, la carlista (1902). El protagonista, un noble inglés empobrecido, Lord Glisfoyle, en el servicio diplomático británico en España, se ve envuelto en una conspiración carlista, codirigida por su atractiva prima española, Sarita Castelar. Aparentemente, la acción se desarrolla en la década de 1890, ya que la narración contiene vagas referencias a una "crisis cubana". Finalmente, Glisfoyle se da cuenta de que estaba siendo manipulado y reconoce la autoridad del rey de Madrid; enamorado, él y Sarita se van de España.
  200. With the British Legion: A Story of the Carlist Wars (1903), también ambientada en la década de 1830, actualmente se clasifica como una "ficción infantil" bastante típica de la época. Henty fue un autor muy popular de numerosas novelas de aventuras destinadas principalmente a lectores juveniles. Su protagonista típico era un niño limpio aunque algo rebelde que madura a lo largo de una serie de aventuras; en With the British Legion aparece como Arthur Hallett, que se ofrece como voluntario de la unidad británica que lucha contra los carlistas, John Cooper, Children's Fiction 1900–1950, Londres 2019, ISBN 9780429807534, pp. 72-73
  201. "Heber K. Daniels" es el seudónimo de Farquhar E. B. Palliser; su Dona Rufina (1900), comercializada como "interesante historia de intriga y amor", está ambientada en 1898 en un contexto de conspiración carlista que se desarrolla en Inglaterra; el romance se emitió al menos dos veces, Susan Jones, A Girl of the North, London 1900, p. 177, véase aquí
  202. Se cuestiona la autenticidad de Ego te absolvo. La historia se publicó por primera vez en un volumen en 1905, en París; contenía traducciones al francés de la colección de Lord Arthur Savile's Crime and Other Stories, pero también un número de historias previamente desconocidas, también en francés. Ego te absolvo estaba entre ellas, supuestamente una traducción de una publicación anterior en una revista estadounidense no identificada. Pronto se afirmó que la historia estaba entre las "atribuidas fraudulentamente a Oscar Wilde, generalmente por editores sin escrúpulos"; esto fue p.ej. la opinión de Robert Harborough Sherard, The life of Oscar Wilde, Londres 1906, p. 460. Desde entonces Ego te absolvo es generalmente ignorada en las publicaciones en inglés, compruébese p.ej. the University College Cork collection disponible aquí, y generalmente atribuido a Wilde en la publicaciones en español, compruébese p.ej. Cuentos de Oscar Wilde, Santiago de Chile 2005, ISBN 9789561117549, o la Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes, disponible aquí. La historia se incluyó en un volumen de los Tres cuentos carlistas, publicados por el Museo del Carlismo, Estella, 2010, ISBN 9788423532384
  203. La historia se desarrolla durante la Tercera Guerra Carlista; dos carlistas discuten sobre una mujer desconocida, tratada como botín de guerra, y ambos mueren durante el altercado.
  204. Aunque no es precisamente literatura está La Navarraise, una opera de Jules Massenet (1894); estaba ambientado en la Tercera Guerra Carlista y parecía bastante simpatizante de los carlistas, Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta, Between repulsion and attraction: Carlism seen through foreign eyes, [en:] Revista internacional de los estudios vascos 2 (2008), p. 128. El carlismo aparece al menos 3 veces en los escritos del ganador del premio Nobel Sienkiewicz. En una historia grotesca Szkice węglem (1877), un protagonista exaltado y pretencioso en el medio de la nada polaco ve reforzada su perspectiva antirreligiosa por la lectura de una novela sobre la Primera Guerra Carlista. Otra historia Latarnik (1881) pone como protagonista a un polaco de 70 años, que aparentemente participó en la Primera Guerra Carlista (probablemente en filas liberales). En una novela Bez dogmatu (1891) el protagonista principal, un dandy aristocrático polaco criado en Italia y Francia, durante su juventud en 1870 se ofreció como voluntario a las tropas carlistas.
  205. La segunda edición fue impresa en 1895; el año de la primera edición no está claro, del Burgo 1978, p. 888
  206. Giovanni Martini (1876-1905) sitúa su drama en la Primera Guerra Carlista. El protagonista carlista del título representa principios morales frente a enemigos viles y traicioneros; entre dramatis personae también hay un criado de África, caso literario único de un carlista negro, Angelo d'Ambra, Don Pedro di Elisonda, il dramma storico carlista di un scrittore vicentino, [en:] Historia Regni 25.08.21, disponible aquí
  207. En cuanto al lenguaje, algunos estudiosos hablan de la "época de Valle, Ortega y Lorca", que va de 1902 a 1939, Francisco Abad, Problemas de periodización y caracterización en historia de la lengua literaria española, [en:] Revista de Filologia Románica 15 (1998), p. 32. El mismo autor al hablar de la historia de la literatura destaca la "Edad de Plata", que va desde fines del siglo XIX hasta 1939 y seguida de un período denominado "literatura actual de hoy", Francisco Abad, Sobre la periodización de la literatura española, [en:] Cuadernos Hispanoamericanos 469-470 (1989), pp. 205-206. Otro estudioso sugiere señalar un largo período de "Vanguardias y posguerra", que sigue a "La crisis finisecular" y precede a "hacia el siglo XXI", Juan González Martínez, Breve historia de la literatura española, Barcelona 2009, ISBN 9788499210261. Otra propone distinguir entre un período comprendido entre la generación de 1898 y la generación de 1927, "la guerra y el franquismo" y la actualidad, Alberto de Frutos Dávalos, Breve historia de la Literatura española, Madrid 2016, ISBN 9788499677927. Una propuesta más es diferenciar "Siglo XIX" de "Modernidad y nacionalismo" (1900-1939) y "Siglo XX" (que comienza en 1939), José-Carlos Mariner (ed.), Historia de la literatura española, Madrid 2007-2011, ISBN 9788498921007. Otros simplemente siguen la secuencia marcada por los siglos,véase Felipe B. Pedraza Jiménez, Milagros Rodríguez Cáceres, Historia esencial de la literatura española e hispanoamericana, Madrid 2000, ISBN 9788441407893
  208. Para el caso de los regeneracionistas, véase p.ej. Julián Casanova, Carlos Gil Andrés, Historia de España en el siglo XX, Barcelona 2009, ISBN 9788434434912, p. 9. Para el caso de la Segunda República, véase p.ej. Eduardo González Calleja, Los discursos catastrofistas de los líderes de la derecha y la difusión del mito del «golpe de Estado comunista», [en:] El Argonatua Espanol 13 (2016)
  209. Alison Sinclair, Valle-Inclan's Ruedo Ibérico: A Popular View of Revolution, London 1977
  210. El escéptico clave es Zdzisław Najder, Życie Conrada-Korzeniowskiego, Warszawa 1980, ISBN 9788306001716, pp. 45-50. Algunos estudiosos aceptan la cuenta sin reservas, véase Marek Jan Chodakiewicz, Affinity and Revulsion: Poland reacts to the Spanish Right (1936-1939), [en:] Marek Jan Chodakiewicz, John Radzilowski (eds.), Spanish Carlism and Polish Nationalism: The Borderlands of Europe in the 19th and 20th Centuries, Charlottesville 2003, ISBN 9781412834933, p. 48
  211. Véase una breve reseña en GoodReads, disponible aquí
  212. La trama exacta no está clara; según algunas fuentes podría haber sido al menos parcialmente ambientado durante la Primera guerra carlista, véase Michael G. Brennan, Graham Greene: Political Writer, London 2016, ISBN 9781137343963, p. 19; en la década de 1980, Greene creía que estaba más bien ambientado en el Londres victoriano entre refugiados españoles, Mike Hill, Jon Wise, The Works of Graham Greene, Volume 2, New York 2015, ISBN 9781472527783, página no disponible, véase aquí. El manuscrito sobrevivió y ahora está en la Universidad de Georgetown.
  213. no está claro por qué no se imprimió en la década de 1930, quizás porque Greene pensó que era una obra inacabada de baja calidad. Consideró la publicación en la década de 1990, pero finalmente abandonó la idea, Hill, Wise 2015
  214. Terminada en abril de 1931. Más tarde, Greene se sintió profundamente descontento con la novela y la suprimió. La calificó de "maldad más allá del poder de la crítica", pretenciosa y excesivamente influenciada por "la peor novela de Conrad". The Arrow of Gold, Graham Greene, Ways of Escape: An Autobiography, New York 1980, ISBN 9780671412197, p. 19
  215. Greene se convirtió al catolicismo romano a los 20 años y se bautizó en 1926; dejó de practicar en la década de 1940 y luego se llamó a sí mismo "agnóstico católico". Durante la Guerra Civil Española, la Left Review envió cuestionarios a muchos escritores ingleses para determinar de qué lado apoyaban; Greene no respondió, pero poco después declaró que "estoy con el pueblo y el Gobierno de España". Su biógrafo afirma que, de hecho, tendía a apoyar a los republicanos, pero estaba distanciado por sus atrocidades percibidas. Según los informes, sus preferencias intuitivas eran con los vascos, ya que los percibía como católicos que no estaban involucrados en un terror brutal, Norman Sherry, The Life Of Graham Greene, vol. 1, London 2016, ISBN 9781473512139, página no disponible, véase aquí. Dos obras posteriores de Greene relacionadas con España, The Confidential Agent (1939) y Monsignor Quixote (1982) demostran su clara preferencia por los republicanos; no tocan el tema carlista.
  216. Michael G. Brennan, Graham Greene: Fictions, Faith and Authorship, London 2010, ISBN 9781847063397, p. 19,
  217. a b Brennan 2016, p. 19
  218. a b Brennan 2010, p. 20
  219. Rújula 2005, p. 62
  220. Véase p.ej. la breve etiqueta de la película en Webmuseo, disponible aquí
  221. La novela fue serializada en 1926-1927 en Courrier de Bayonne
  222. El título completo es Der Königsthron: Roman aus dem spanischen Karlistenkrieg. Nada más cercano se sabe de la novela, Carmen Alonso Ímaz, La novela histórica alemana y los austrias españoles, Madrid 2007, ISBN 9788498490633, p. 88
  223. La trama se centró en la conspiración judía para gobernar el mundo. Un banquero parisino, Goldfinger, pretende casar a su hija con don Jaime y convertirla en reina de Albania. Sin embargo, Don Jaime parte para luchar contra los bolcheviques en Odessa y finalmente se involucra en trabajos para frustrar la conspiración judía; la versión en pdf de la novela esdisponible aquí Archivado el 27 de octubre de 2022 en Wayback Machine. La obra merece atención ya que demuestra que tan lejos llega, como a la Europa del Este, el carlismo y Don Jaime donde eran percibidos como aliados en la lucha contra el intento judeo-bolchevique de dominar el mundo.
  224. Para el tratamiento en profundidad del motivo carlista en los escritos de Miró véase el subcapítulo Carlism en Marian G. R. Coope, Reality and Time in the Oleza Novels of Gabriel Miró, London 1984, ISBN 9780729301824, pp. 110-123
  225. Carlos Ruiz Silva, Introducción, [en:] Gabriel Miró, El obispo leproso, Madrid 1984, ISBN 9788485866496, p. 45, Escobedo 1983, pp. 56-58. El autor adelanta otra opinión que afirma que Miró fue bastante inequívoco en su crítica del carlismo, el movimiento construido "sobre falsos valores religiosos", Coope 1984, p. 122
  226. Para más información sobre el pistolerismo de Barcelona véase Eduardo González Calleja, El máuser y el sufragio: órden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931), Madrid 1999, ISBN 8400078373 (esp. p. 197), para la muerte de Rico véase César Alcalá, Diálogos sobre la Guerra Civil, Barcelona 2000, p. 66
  227. se les presenta como ostentosamente religiosos pero de hecho los últimos en "dejar de blasfemar" ("y hasta los carlistas abandonaron de blasfemar"). Algunos académicos han tomado este anti-carlismo literario bastante típico al pie de la letra y citan a Urabayen como autoridad en carlismo, compruébese en Jeremy MacClancy, The Decline of Carlism, Reno 2000, ISBN 0874173442, p. 64
  228. Antonio Linage Conde, Félix Urabayen en su edad de plata, [en:] Anales toledanos 37 (1999), p. 277
  229. Canal 2006, p. 261
  230. Andreu Navarra Ordoño, La región sospechosa. La dialéctica hispanocatalana entre 1875 y 1939, Barcelona 2013, ISBN 9788449029844, página no disponible, véase aquí
  231. el protagonista carlista de la novela, Falcón de Saavedra, es representado como el "característico figurón señoral, arquetípico y representativo del más acrisolado tradicionalismo carlista", Jesús Ferrer-Solá, Manuel Azaña: una pasión intelectual, Alcala de Henares 1991, ISBN 9788476582640, pp. 83-84
  232. María del Carmen Gil Fombellida, Rivas Cherif, Margarita Xirgu y el teatro de la II República, Madrid 2003, ISBN 9788424509545, pp. 150-151
  233. Revista católica de las cuestiones sociales 7 (1924), p. 40.
  234. Guía oficial de España 1923, p. 745
  235. though coming from a family of Liberal writers, in his youth he was a Carlist, Jose Ramon Saiz Fernandez, Apuntes sobre José del Río Sainz, Pick, [en:] Cantabria 24 Horas 19.10.2014, disponible aquí
  236. Luis Alberto de Cuenca, José del Rio Sainz, un poeta olvidado, [en:] Hispanic Poetry Review 1-2 (1999), p. 78
  237. Gerardo Diego, Obras completas, Vol. VII: Prosa, Madrid 2000, ISBN 9788420442297, p. 296. Tras el estallido de la guerra civil, del Río huyó del revolucionario Santander y, aparentemente del todo desilusionado de su anterior ideal liberal, pidió ser admitido de nuevo en el carlismo; en 1943 publicó una biografía de Zamalacarregui. Algunos lo ubican en "gloriosa galeria de los grandes escritores del Carlismo", véase Ignacio Romero Raizabal, De cómo volvió al Carlismo el gran "Pick", [en:] Montejurra 46 (1964), p. 7. Según otros, algunas de sus últimas obras demuestran “actitud de extrema derecha, cavernicola incluso”, que un historiador de la literatura se niega a aceptar como genuino e interpreta como “cautelas que exigía la vida en un Madrid muy franquista”, Jesús Pardo (prefacio de) José del Río Sáinz, El Capitancito, Santander 1998, ISBN 788481022032, p. 31
  238. En la literatura se atribuye la obra o a Torralba, oa Pérez de Olaguer, oa ambos. Por la atribución de Pérez de Olaguer véase Javier Domínguez Arribas, El enemigo judeo-masónico en la propaganda franquista, 1936-1945, Barcelona 2009, ISBN 9788496467989, p. 264; para la atribución de Torralba véase p.ej. casadellibro, disponible aquí. Pérez de Olaguer ha afirmado más tarde que la obra fue el resultado de su trabajo en común, véase his Mi padre, un hombre de bien, Madrid 1967, p. 89. Torralba fue asesinado en 1936
  239. Ainhoa Arozamena Ayala, Cristina Aznar Munárri, Jaime del Burgo Torres entry, [en:] Auñamendi Eusko Entziklopedia
  240. Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta, „Esa ciudad maldita, cuna del centralismo, la burocracia y el liberalismo": la ciudad como enemigo en el tradicionalismo español, [en:] Actas del congreso internacional "Arquitectura, ciudad e ideología antiurbana", Pamplona 2002, ISBN 8489713510, p. 92
  241. "todos ellos coinciden en reflejar en sus obras cómo la perniciosa influencia de lo foráneo va pervirtiendo las sanas y católicas costumbres locales de la Navarra ‘auténtica’", Javier Dronda Martínez, Con Cristo o contra Cristo. Religión y movilización antirrepublicana en navarra (1931-1936), Tafalla 2013, ISBN 9788415313311, p. 22
  242. El Siglo Futuro 21.03.21, disponible aquí
  243. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa) 1927, pp. 548-549
  244. in 1928 he responded with rhymes to the death of Juan Vázquez de Mella, véase La Lectura Dominical 11.02.28, La Lectura Dominical 06.02.29
  245. Mundo Grafico 13.10.15
  246. Manuel Fernández Espinosa, La poesía en Jaén. D. Francisco de Paula Ureña Navas y el grupo literario "El Madroño", [en:] Giennium: revista de estudios e investigación de la Diócesis de Jaén 11 (2008), pp. 169-210
  247. Carpio Moraga, autor de numerosos dramas, crónicas literarias y poemas patrios, también colaboró como crítico literario en el diario carlista El Eco de Jaén y fue asesinado por los republicanos poco después del estallido de la guerra, véase Carpio Moraga (Luis), [en:] Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa), 1936-1939 suplemento, vol. 1, 1944, pp. 380-381
  248. Leandro Alvarez Rey, La derecha en la II República: Sevilla, 1931-1936, Sevilla 1993, ISBN 9788447201525, p. 316
  249. Hinojosa sigue siendo una figura olvidada. Para los republicanos y sus seguidores era un señorito reaccionario, para los nacionalistas era el autor de extravagantes poemas iconoclastas. Por intentos de recuperar su memoria véase Joselu, José María Hinojosa, el poeta olvidado, [en:] Profesor en la secundaria blog, disponible aquí, or Francisco Torres, José María Hinojosa, el otro poeta asesinado por los otros, [en:] La Nación, republicado por Fundación Nacional Francisco Franco, disponible aquí Archivado el 9 de junio de 2017 en Wayback Machine.
  250. fueron muchos los autores carlistas fusilados por los republicanos durante la Guerra Civil, siendo los nombres clave estos de Víctor Pradera, Juan Olázabal y Emilio Ruiz Muñoz (Fabio). Sin embargo, todos ellos eran periodistas o teóricos políticos que no contribuyeron a las belles-lettres.
  251. discutido en detalle en Javier Cubero de Vicente, Del Romanticismu al Rexonalismu: escritores carlistes na lliteratura asturiana, Ovieu 2014, ISBN 9788480535854
  252. Piotr Sawicki, La narrativa española de la Guerra Civil (1936-1975). Propaganda, testimonio y memoria creativa, Alicante 2010, p. 20. La escasa producción literaria en la zona republicana puede parecer sorprendente, dadas las preferencias de izquierda de la mayoría de los hombres de letras y dado que la población urbana, base social clave de los lectores potenciales, se encontraba mayoritariamente en la zona republicana. Ninguno de los trabajos consultados analizó el fenómeno. Bien podría ser que la economía cada vez más caótica, incluida la industria de la imprenta, dificultara la producción literaria. Además, las crecientes dificultades de la vida diaria, incluida la escasez de alimentos y suministros básicos, probablemente han relegado a los libros a una posición marginal.
  253. Con la personalidad de "viejo Tudela"
  254. Una chica de familia acomodada se enamora de un simple trabajador; ella tiene que vencer la resistencia de su familia carlista conservadora para casarse con él, Amaia Serrano Mariezkurrena, Narrativa vasca sobre la Guerra Civil: historias para al recuerdo. La literatura vasca abriendose al realismo, [en:] Agnieszka August-Zarębska, Trinidad Marín Villora (eds.), Guerra. exilio, diaspora. Approximaciones literarias e históricas, Wrocław 2014, ISBN 9788322934258, pp. 31-32
  255. Derek Gagen, David George, La Guerra Civil Española: arte y violencia, Murcia 1990, ISBN 9788476849545, p. 19
  256. Didier Corderot, La biblioteca Rocío (1937-1939) o las virtudes de la novela rosa durante la Guerra Civil Española, [en:] Tropelias. Revista de la Literatura y Literatura Comparada 23 (2015), p. 39
  257. a b Sawicki 2010, p. 65
  258. a b Sanz Martínez 2015, p. 146
  259. detallada discusión en José María Martínez Cachero, Liras entre lanzas. Historia de la Literatura «Nacional» en la Guerra Civil, Madrid 2009, ISBN 9788497402675, pp. 288-289
  260. La novela es bastante simple en términos de trama y personalidades; el amor del requeté por una chica comunista podría haberse convertido en un psicodrama, pero terminó de una manera bastante banal, ya que la chica fue declarada indigna y los dos se separaron. Sawicki 2010, pp. 57-58
  261. Contiene también algunos rasgos antifalangistas velados, Sawicki 2010, p. 135. Para una revisión del género -tan hostil como la reseña escrita por Sawicki - véase Julio Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura fascista española, vol. 2, Madrid 2008, ISBN 9788446029304, especialmente el capítulo V, Literatura fascista espanola, 1939-1975. La narrativa
  262. Sawicki 2010, pp. 66-67
  263. Sawicki 2010, p. 69
  264. Algunos estudiosos señalan esta novela como uno de los casos más típicos de la literatura servil al régimen franquista, Iker González-Allende, La novela rosa de ambientación vasca e ideología franquista durante la Guerra Civil española, [en:] Revista Internacional de Estudios Vascos 50/1 (2005), pp. 79-103
  265. Corderot 2015, p. 38
  266. Ilustrada en su mayoría por artistas catalanes refugiados en San Sebastián, mantuvo un alto nivel gráfico hasta que se fusionó con la maquinaria propagandística franquista y se convirtió en Flechas y pelayos.
  267. L'Espoir no menciona ni al carlismo ni a los carlistas y en general se refiere a los rebeldes como "fascistas". Sin embargo, en un momento sus protagonistas republicanos mencionan a "campesinos monárquicos con boinas en la cabeza y capa sobre los hombros”, que llegaban a Burgos para beber con damas aristocráticas en grandes hoteles, "dispuestos a morir por ellas mientras ellas no estaban dispuestos a morir por los campesinos”
  268. Para la revisión de la literatura británica véase Gabriel Insausti (ed.), La trinchera nostálgica: escritores británicos en la guerra civil española, Sevilla 2010, ISBN 9788496956797, especialmente el capitulo de Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta, El peso del pasado en los relatos británicos sobre la guerra civil espanóla, pp. 401-459. El tema carlista estuvo más bien presente en la literatura de viajes o en la correspondencia, presentada según la preferencia política del autor. Para un propagandista comunista Arthur Koestler, Navarra controlada por carlistas era como si "las sombras de la Edad Media parecían haber cobrado vida", para un nacionalista polaco Jędrzej Giertych Navarra era (citando a Joan Pujol) "religiosa sin fariseísmo, alegre sin corrupción, laboriosa y valiente sin jactancia"
  269. P.ej. Różaniec z granatów, a 1946 una historia de Ksawery Pruszyński, un corresponsal de guerra polaco pro-republicano durante la guerra civil, presentó a un voluntario de las brigadas internacionales polacas que tomó prisioneros de guerra, se salvó de los requetés irlandeses, intrigados por el rosario encontrado en su bolsillo. La novelista estadounidense Helen Nicholson introdujo a algunos carlistas como figuras episódicas en su The Painted Bed (1937), una novela de estilo gótico; saludó la tradición católica encarnada en la España nacionalista luchando contra la "canalla marxista"
  270. Aunque dispara a un soldado republicano herido y ordena a sus hombres que corten las cabezas de los enemigos caídos, Berrendo también demuestra empatía y lamenta los horrores de la guerra. En un momento también representa la prudencia contra la exaltación de su compañero oficial, un no carlista, una representación bastante única de un carlista en la literatura. Véase p.ej. David Caute, Politics and the Novel During the Cold War, London 2017, ISBN 9781351498364, p. 41, Ichiro Takayoshi, American Writers and the Approach of World War II, 1930–1941, Cambridge 2015, ISBN 9781107085268, p. 88. Algunos van tan lejos como para afirmar que Berrendo representa "una ecuación más de la Guerra Civil de cazador y cazado en el patrón general de la novela". A. Robert Lee, Gothic to Multicultural: Idioms of Imagining in American Literary Fiction, New York 2009, ISBN 9789042024991, p. 295. Otra opinión en Martin Blinkhorn, Carlism and Crisis in Spain, Cambridge 1975 [Reimpreso sin reedición en 2008], ISBN 9780521086349, p. 356; para Blinkhorn el "requeté aparece como la encarnación del fanatismo nacionalista" en la novela de Hemingway
  271. El autor escribió también cuentos ambientados en el entorno carlista de la guerra, titulados Lasarte maison morte
  272. El protagonista principal Juan Vicente es un requeté, pero su amigo Gil Harispe es anarquista; los dos dependen el uno del otro durante una trama compleja, que incluye sacar al padre de Vicente de la prisión republicana.
  273. Gagen, George 1990, pp. 161-162
  274. Martin Hurcombe, France and the Spanish Civil War: Cultural Representations of the War Next Door, Farnham 2013, ISBN 9781409478805, p. 55
  275. Compruébese p.ej. Antonio Martín Puerta, El franquismo y los intelectuales: La cultura en el nacionalcatolicismo, Madrid 2014, ISBN 9788490552520
  276. Julio Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura fascista española, vol. 2, Madrid 2008, ISBN 9788446029304
  277. el protagonista carlista clave, Javier Ichaso, parece ser un joven poco sofisticado, cuando no crudo; incapaz de una genuina reflexión religiosa, aborda la fe como "herencia familiar". Otros requetés -aunque algunos de ellos heroicos- son "monstruosa mezcla de fe y de ignorancia". Los carlistas estaban particularmente irritados por una escena de requetés ejecutando a un sacerdote vasco, compruébese en La "pella" de Gironella, [en:] Montejurra 5 (1961)
  278. María del Carmen Alfonso García, Llamas y rescoldos nacionales: Con la vida hicieron fuego, novela de Jesús Evaristo Casariego (1953) y película de Ana Mariscal (1957), [en:] Arbor 187 (2012), pp. 1088-1093.
  279. Oyarzun 2008, pp. 502-503, Carlos Mata Induráin, Eladio Esparza (1888-1961). Poeta sin versos del atardecer, [en:] Rio Arga, Pamplona 1976, pp. 32-35
  280. El protagonista, un joven santiaguero, fue constantemente acosado por la turba revolucionaria, hasta que durante la guerra huyó a la zona nacionalista y se enroló en las unidades carlistas, sembrando el caos entre sus enemigos; el único motivo no convencional fue su amigo comunista, que al final abandonó a los falsos profetas, Sawicki 2010, p. 127
  281. Dos pilotos nacionalistas que durante la Guerra Civil se estrellaron en algún lugar de los Pirineos se encontraron en un valle aislado del mundo exterior. Estuvo habitado por descendientes de los combatientes en las guerras carlistas del siglo XIX; durante un siglo vivieron en completo aislamiento, convirtiéndose los descendientes de los carlistas en una comunidad honesta y valiente, y los descendientes de los liberales en una pandilla inmoral y bestial, Sawicki 2010, pp. 140-141
  282. Sawicki 2010, p. 240
  283. Manuel Martorell Pérez, Otra vision. Dolores Baleztena Ascarate, [en:] Maria Juncal Campo Guinea (ed.), Mujeres que la historio no nombro, Pamplona 2018, p. 234
  284. López Sanz destacó como periodista e historiador, aunque también intentó "algunas incursiones en el campo literario", Sawicki 2010, p. 198
  285. el caso presenta una historia de larga rivalidad entre dos familias navarras, una carlista y otra liberal, Sawicki 2010, p. 198
  286. La novela presentaba una amistad entre un carlista y 3 maquis; el primero declara "vergüenza, al confesarlo, de que los tradicionalistas no tenemos nada, por impedinoslo el Decreto de Unificación", Xavier Perez, Sant Fost, santuari del carlisme catala, [en:] Notes 13 (1999), p. 46
  287. Mari José Olaziregi Allustiza, La recuperación de la memoria histórica en la novela contemporánea vasca, [en:] Euskera 54/2-2 (2009), p. 1035
  288. Serrano Mariezkurrena 2014, p. 32
  289. Véase p.ej. el personaje de José Borges, Piero Nicola, Carlo Alianello, scrittore cattolico, esploratore delle contraddizioni dell’uomo (seconda e ultima parte), [en:] Riscossia Cristiana service 04.01.14, disponible aquí;
  290. Iker González-Allende, La novela rosa de ambientación vasca e ideología franquista durante la Guerra Civil española, [en:] Revista Internacional de Estudios Vascos 50/1 (2005), p. 80
  291. Hay algunos trabajos que deconstruyen hilos de mitificación carlista en la cultura del franquismo. Este enfoque antropológico es defendido por Francisco Javier Caspistegui, véase su Spain's Vendee: Carlist identity in Navarre as a mobilising model, [en:] Chris Ealham, Michael Richards (eds.), The Splinering of Spain, Cambridge 2005, ISBN 9780521821780, pp. 177-195, Del "Dios, Patria, Rey” al "Socialismo, Federalismo, Autogestión”: dos momentos del carlismo a través de Montejurra (1963 y 1974), [en:] III Congreso General de Historia de Navarra, Pamplona 1997, pp. 309-329, (con Gemma Piérola Narvarte) Entre la ideología y lo cotidiano: la familia en el carlismo y el tradicionalismo (1940-1975), [en:] Vasconia: cuadernos de historia-geografía 28 (1999), pp. 45-56, Los matices de la modernización durante el franquismo, [en:] Abdón Mateos López, Angel Herrerín López (eds.), La España del presente: de la dictadura a la democracia, Madrid 2006, ISBN 8461108795, pp. 251-270, La construcción de un proyecto cultural tradicionalista-carlista en los inicios del franquismo, [en:] Alvaro Ferrary Ojeda, Antonio Cañellas (eds.), El régimen de Franco: unas perspectivas de análisis, Madrid 2012, ISBN 9788431328535, pp. 93-148, Montejurra, la construcción de un símbolo, [en:] Historia contemporánea 47 (2013), pp. 527-557 and other
  292. Ópalos de fuego (1940), Santina (1940), Las nietas del Cid (1941), El castillo de Fierro-Negro (1943), Isabel Reyes (1945), Las que saben amar (1945), Nómadas del destino (1945), Dogal de oro (1947), Tristeza de amor (1948), Rosas de fuego (1949), La razón de vivir (1950) y Tierra en los ojos (1950)
  293. Aparte de ser una profesora universitaria también fue el espíritu impulsor de Radio Stella, Manuel Santa Cruz [Alberto Ruiz de Galarreta], Rafael Gambra. un hombre cabal, [en:] Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada 2004, p. 176
  294. Otra historia de aventuras - una típica - fue Ganich de Macaye - gentilhomme basque de Henry Panneel (1946), el único escrito en el extranjero
  295. Josep Josep Maria Mundet Gifre, El carlisme en l'obra de Josep Pla, [en:] Josep Maria Solé i Sabaté, Literatura, cultura i carlisme, Barcelona 1995, ISBN 9788478097920, p. 315
  296. primera edición original en catalán. La versión en español se había publicado anteriormente, en 1945
  297. Mundet Gifre 1995, p. 319
  298. Véase los volúmenes poéticos Del dietario de un joven loco (1915), Sonetos provincianos (1915), Romance de pobres almas (1916), Pasa el tercio: himno a la Legión (1926)
  299. En su juventud fue considerado como "una de las figuras más brillantes de la Juventud intelectual jaimista española", El Correo Español 04.11.15, disponible aquí. En general se destacó como periodista y editor.
  300. Véase su colección titulada La revolucion desde el carcel (1942), que contiene poemas dedicados a Manuel Fal Conde o María Rosa Urraca Pastor
  301. Para un ejemplo véase "Estamos en Primavera / y en Montejurra florecen / millares de Margaritas... / Son flores de nuestro campo / Flores del campo carlista / que llevan nombre de reina / de una reina que en Irache, / con sus manos delicados / a los heridos curaba / sin ponerse a meditar / si eran del campo carlista / o lo eran del liberal"
  302. Un sacerdote católico, González, publicó numerosos volúmenes - Oraciones del barro, Otra cosa, Poemas niños, Cúpula y abanico y otros a principios de los 1970
  303. Federico Carlos Sáinz de Robles, Historia y antología de la poesía española (en lengua castellana) del siglo XII al XX, Madrid 1955, p. 1571
  304. conocidos también como Mártires de la Tradición, Víctor Javier Ibáñez, Una resistencia olvidada: Tradicionalistas mártires del terrorismo, s.l. 2017, p. 157
  305. Véase infovaticana, disponible aquí
  306. Ezpeleta Aguilar 2013, pp. 35-46
  307. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 35
  308. P. ej. La bala que mató al general by Ascensión Badiola (2011), ambientada en la Primera Guerra Carlista. Uno de sus protagonistas se convierte en miembro del pelotón de fusilamiento, y como tal debe ejecutar a prisioneros enemigos; uno de ellos resulta ser su propio padre. Quizá no era casualidad que el hijo fuera carlista y el padre cristino, no al revés.
  309. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 37
  310. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 40. La novela es una especie de relato de aventuras ambientado en la Primera Guerra Carlista, aunque también podría leerse como una novela histórica o psicológica, Valentí Puig, La importancia de Carlos Pujol, [en:] Fabula: revista Literaria 32 (2012), p. 63
  311. Rújula 2005, p. 63
  312. Ezpeleta Aguilar 2013, pp. 39-40
  313. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 40
  314. Aunque ya sirve como tal en el cine, con numerosas historias de terror o fantasía ambientadas en el entorno de la Guerra Civil
  315. protagonizada por personalidades como Valle-Inclán y Conrad, habla de una misión para convertir las Marianas en feudo carlista
  316. Amézaga Iribarren, Arantzazu entry, [en:] Auñamendi Eusko Entzikopedia, disponible aquí
  317. El capitán carlista entry, [en:] Anikeentrelibros service, disponible aquí
  318. P. ej. en la misma portada del libro, ambientado en la Primera guerra carlista, aparece la Cruz de Borgoña. De hecho, el símbolo fue aceptado por los carlistas como su estandarte mucho más tarde.
  319. Maria Luz Gómez, por su matrimonio personalmente relacionado con el carlismo, es autora de numerosas novelas destinadas en su mayoría a niños, a menudo de ambientación histórica y muy saturadas de sentimiento católico. El autor afirma que la mayoría de los eventos narrados en Ignacio María Pérez se basan en hechos, véase the Google.Books, disponible aquí
  320. Josep Miralles Climent, Heterodoxos de la causa, Madrid 2001, ISBN 8483742438; la novela está ambientada en un pueblo ficticio de Libero, aparentemente contiene algunos hilos autobiográficos y presenta personajes históricos, desde Valle-Inclán hasta Sixto Enrique de Borbón
  321. La novela trata de las aventuras del joven irlandés Dana Coscuin, que parte de Irlanda en 1845; realiza giras por Europa con especial atención a la España carlista, París y Cracovia. La narrativa, de marca única Lafferty, mezcla magia, aventura y aparentemente historiosofía. Los carlistas están dirigidos por un sacerdote polaco llamado "El Papa Negro" y parecen formar parte de un baluarte transnacional y transtemporal contra la revolución eterna, John J. Reilly, The Flame is Green [review], [en:] Squarespace, disponible aquí, David Randall, R.A. Lafferty: “The Greatest Catholic Novelist You Never Heard Of”, [en:] Benedict XVI institute, disponible aquí
  322. La novela cuenta la historia de un pintor francés Isidore Magues, que viaja por las Vascongadas en plena Primera guerra carlista
  323. Centrado en Jeroni Galcerán, militante carlista de la Tercera Guerra Carlista; se le presenta como una personalidad en pos de su propia fama
  324. El libro fue galardonado con 60.000 euros del Premio Lull 2016
  325. Carles Barba, El último carlista, [en:] La Vanguardia 24.03.16, disponible aquí
  326. "Hay algunos momentos que parecen tan pro-El Groc que uno se pregunta si Amela va a salir a la calle con la bandera carlista atada a una bayoneta", opina un lector anónimo publicado en GoodReads, disponible aquí
  327. Ezpeleta Aguilar, Fermín (2013). «Las guerras carlistas en la literatura juvenil». Tejuelo: Didáctica de la Lengua y la Literatura. Educación (16): 35-46. ISSN 1988-8430. Consultado el 27 de octubre de 2022. 
  328. Véase un breve resumen en GoogleBooks, disponible aquí
  329. Véase AscensionBadiols, disponible aquí
  330. A diferencia de épocas literarias anteriores, especialmente el Modernismo, cuando los pretendientes atrajeron cierta atención. A ellos solía reservarse el ridículo más venenoso, especialmente a Carlos V ya Carlos VII. El primero es "el monstruo" que derrama sangre para cumplir sus ambiciones. Este último es un grotesco de zarzuela, un payaso, un hipócrita o simplemente un tonto, siendo ambos fanáticos despóticos hambrientos de poder. Incluso su physis parece repulsiva; si bien las fotografías de la Tercera Guerra Carlista muestran a don Carlos como un hombre barbudo, alto y bastante guapo, Unamuno lo presenta como un hombrachón obeso, en lo que efectivamente se convirtió a finales del siglo XIX. También otras personalidades históricas solían presentarse de la peor manera posible. En la literatura modernista y realista, Ramón Cabrera no es un tigre sino un gato gordo, Cura Santa Cruz es un hombre pequeño que disfraza su fragilidad con demostraciones de crueldad, el general Lizzarága es un devoto incompetente, el general Ellíó es un doctrinario que conduce a sus propias tropas a la emboscada. , Rosa Samaniego es una sádica psicópata y Alfonso Carlos es un señorito tembloroso.
  331. La mayor parte de sus escritos fueron publicados por Pamiela, una editorial navarra militantemente de izquierda
  332. Antonio Muro Jurío, Pablo Antoñana y la historia: Noticias de la Segunda Guerra Carlista, [en:] Huarte de San Juan 16 (2010), p. 251
  333. Véase reseña en Lecturalia, disponible aquí
  334. Ezpeleta Aguilar 2013, p. 41
  335. Cálculos de José Manuel Pérez Carrera, referidos por Manuel Morales, 70 novelas al año en España sobre la Guerra Civil, [en:] El Pais 19.10.18, disponible aquí
  336. Este es el caso p.ej. del celebrado El corazón helado de Almudena Grandes (2007), aunque la autora es conocida por su personal antipatía hacia los carlistas, tachados de "fascistas"”, véase la entrevista con Almudena Grandes, El País 13.2.16
  337. La novela está ambientada en Madrid a principios de 1939 y no tiene nada que ver con el carlismo, sin embargo, los carlistas son evocados algunas veces
  338. Los "moros y requetés" son dos veces listados entre las tropas nacionales victoriosas entrando en Mágina, una ciudad ficticia identificada por estudiosos como Úbeda; de hecho, ninguna unidad carlista entró en la ciudad en marzo de 1939, Julio Aróstegui, Combatientes Requetés en la Guerra Civil española, 1936-1939, Madrid 2013, ISBN 9788499709758, p. 939
  339. Urraca Pastor es también motejada en Inquietud en el Paraíso, una novela de Óscar Esquivias (2005)
  340. El carlismo se menciona sólo una vez enRaquel Macciuci y María Teresa Pochat (eds.), Entre la memoria propia y la ajena. Tendencias y debates en la narrativa española actual, La Plata 2010. Falta por completo en Mar Langa Pizarro, La novela histórica española en la transicióñ y en la democracia, [en:] Anales de Literatura Española 17 (2004), pp. 107-120
  341. Pedro Pablo Serrano López, Sorna, lamento y laberinto en Herrumbrosas lanzas de Juan Benet [tesis doctoral del Universidad Autónoma de Madrid]. Madrid 2010, p. 138
  342. Premio de la Crítica y Premio Azkue
  343. Javier Ichaso, el requete mutilado de Un millón de muertos, empezó a escribir una novela sobre la Guerra Civil; se guiaba por el principio de que sólo el amor asegura el progreso. También concluyó que la Guerra Civil "no fue una guerra de «buenos» y «malos», sino de malos en ambas partes". Según algunos estudiosos, Javier se convirtió en el alter ego del propio Gironella, Sara Polverini, Letteratura e memoria bellica nella Spagna del XX secolo: José María Gironella e Juan Benet, Firenze 2013, ISBN 9788866554844, p. 21
  344. el padre Eulogio de Pesebre aparece en varios de sus otros escritos y es quizás (en este momento) el último en una enorme galería de monstruos literarios carlistas. Solo por nombrar personajes ficticios (entre los históricos Cabrera y el Cura Santa Cruz son los primeros en ser nombrados) de la gran literatura cuenta con un cobarde señorito Carlos Ohando, el tambaleante, inestable y traicionero El Cocho, el manipulador José María, el cura fanático don Pascual. , mentalmente inmaduro abogadito Celestino, exaltado conspirador asesino Fray Patricio, bestial y primitivo l'Ibo, dandy celoso Capitán Blunt, bárbaro y harto de ambición Caballuco, engañoso y codicioso familia Sanjuanena, glotón y tragador Praschcu, jugador cínico José Fago, hipócrita Carlos Navarro , cobarde Salvador Monsalud, asesino a sangre fría que ejecuta prisioneros de guerra liberales teniente Nelet, compinche psicópata de Samaniego Jergón, sacerdote borracho y obsesionado con la venganza Padre Contento, cura-manipulador vanidoso Tirso Resmilla, millonario fanático Francisco Carraspique, carnicero despiadado Cara-rajada, exaltada ultramontana doña Petronilla y sentimental, pretenciosa y desconcertada María Elorza
  345. Mercedes Acillona López, Ramiro Pinilla: el mundo entero se llama Arrigunaga, Bilbao 2015, ISBN 9788415759737, p. 104
  346. Alberto Irigoyen narra las experiencias de un emigrante navarro en "El requeté que gritó Gora Euskadi", [en:] Euskalkutura 06.06.06, disponible aquí. El protagonista, Ignacio, es un aldeano vasco navarro bastante indiferente al carlismo; su primo lo convence de unirse a las tropas carlistas bajo el supuesto de que el Requeté no sería enviado a misiones de combate peligrosas y distantes, y que el voluntariado es una forma de ganar prestigio y respeto a un costo relativamente bajo.
  347. "La caracterización de los personajes de esta obra es, con frecuencia, maniquea y estereotipada. A quienes vivieron en tiempos de la Guerra Civil el autor los separa en grupos contrapuestos: vencedores y vencidos", Amaia Serrano Mariezkurrena, La memoria histórica inspiradora de la ficción en Antzararen Bidea (El camino de la oca) de Jokin Muñoz, [documento de trabajo entregado en un Conference Siglos XX y XXI. Memoria del I Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporaneas, La Plata 2008], sin paginación
  348. Serrano Mariezkurrena 2014, p. 34, véase también Amaia Serrano Mariezkurrena, Por los senderos de la memoria: El camino de la oca, de Jokin Muñoz, [en:] Cuadernos de Alzate 45 (2011), pp. 109-132
  349. El "acto de asociación consciente, basado menos en la genética que en la solidaridad, la compasión y la identificación", Sebastian Faber, La literatura como acto afiliativo. La nueva novela de la Guerra Civil (2000-2007), [en:] Palmar Alvarez-Blanco, Toni Corda (eds.), Contornos de la narrativa española actual (2000-2010). Un dialogo entre creadores y criticos, Madrid 2011, ISBN 9788484895510, p. 103
  350. Javier, un terrateniente señorito de familia carlista, tras la ejecución de su padre se enrola en el tercio Requeté Montserrat para entregarse al odio y la venganza. Es gravemente herido durante la batalla de Brunete, donde se enamora de una enfermera muy aristocrática, casada y 10 años mayor que él. La escandalosa historia de amor que siguió termina cuando ella muere; Javier queda amargado y desilusionado
  351. La novela está basada en una historia real de Ignacio Larramendi. Su protagonista es un adolescente que viaja a través del caos de la guerra tratando de encontrar a su hermano mayor requeté. El autor es un exmiembro de ETA.
  352. P.ej. durante una sesión organizada por la Fundación Ignacio Larramendi, compruébese aquí
  353. Especialmente de los nacionalistas vascos, véase Pascual Tamburri, Falsificar el carlismo para combatir lo mejor de sus ideales, [en:] La Tribuna del País Vasco 03.03.17, disponible aquí
  354. En la localidad catalana de Manresa existe una agrupación teatral denominada Els Carlins; sus orígenes sí están relacionados con el carlismo y un llamado Teatre dels Carlins, a principios del siglo XX animado por la Joventud Carlista Manresana, pero actualmente no tiene nada que ver con el movimiento, compruébese Els Carlins, disponible aquí Archivado el 2 de septiembre de 2019 en Wayback Machine.
  355. El tema carlista no fue raro en muchas otras obras de Larráinzar; para una breve descripción véase Angel-Raimundo Fernández González, Historia literaria de Navarra el siglo XX. Poesía y teatro, Pamplona 1989, pp. 563-538
  356. La paz esteril, [en:] Tartean teatroa, mayo de 2022, disponible aquí.
  357. En Pos. Ensayo poético, Ainhoa Arozamena Ayala, Cristina Aznar Munárri, entrada Jaime del Burgo Torres, [en:] Auñamendi Eusko Entziklopedia afirmar que se publicó en 1927, lo que probablemente sea un error tipográfico y debería decir 1937, véase Jaime del Burgo, Catalogo bio-bibliografico, Pamplona 1954, p. 275
  358. El subtítulo es un comentario sobre la pérdida de la vista del Burgo en los últimos años de su vida. Del Burgo engendró también un relato de aventuras La cruz del fuego. Andanzas de un juglar en la corte de Enrique I de Navarra (2000), una intriga bien documentada de la época de Enrique I de Navarra
  359. Véase la cuenta de Francisco Inza Goñi publicado en Navarra 1936 - de la Esperanza al terror, Tafalla 2003, ISBN 9788493095796, p. 483, ampliamente citada en el ciberespacio
  360. In memoriam Efraín Canella Gutiérrez (1930-2015), [en:] web de la Comunión Tradicionalista, disponible aquí
  361. Poesía Carlista, [en:] Noticias y actualidades de Ferrer-Dalmau, disponible aquí
  362. Fernández González 1989, p. 109
  363. Titulada Horas vividas (1997), A fuerza de corazón, a fuerza de razón (2002) y Poemario de la luz (2006).
  364. Jorge del Arco, Versos de ocasión, [en:] AndaluciaInformación, disponible aquí
  365. El volumen se subtitula Versos hechos en honor de los reyes proscritos y sus paladines
  366. Su único volumen publicado hasta el momento es Sonetos variopintos (2001); éstos y otros de sus escritos están disponibles disponibles aquí
  367. Jesús Arana Palacios (ed.), La poesía in Navarra. Siglo XXI. Poesia Nafarroan. XXI. Mendea [edición especial de Asnabi], 2017/12, pp. 241-243
  368. Jacek Bartyzel, Poeta karlizmu nie żyje, [en:] Myśl Konserwatywna 02.03.16, disponible aquí
  369. Véase p.ej. Bruno Isla Heredia, Libro de la semana: “Profeta el cielo”, de José Pancorvo, [en:] Casa de la Literatura Peruana service, disponible aquí
  370. Lima: in memoriam José Antonio Pancorvo Beingolea, [en:] Comunión Tradicionalista 29.02.16, disponible aquí

Bibliografía

Enlaces externos

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